El viaje musical de la tribu que canta y baila diferente
Un grupo variopinto y con discapacidades psíquicas se prepara para representar a finales de este año la obra de Mauricio Kagel inspirada en la expedición de Magallanes
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Iniciar sesiónEl ritmo de los tambores transporta a una remota región de Senegal. Los instrumentos son de todas las formas imaginables; en parejas, altos, achaparrados... hay bongos y lo que parece un yembé, un tambor muy popular en África Occidental. Quienes los tocan son igualmente diferentes. ... Mario, de 11 años, sonríe bajo las gafas mientras aporrea su tambor. A David, el mayor del grupo, de 39 años, le cuesta más acompasar los golpes. Pablo, de 18 años, se concentra en el movimiento de sus manos. Paran y entonan una nana a las madres, una canción senegalesa de agradecimiento. Terminan la atmósfera africana se disuelve en el sótano de una academia musical madrileña . Pero ellos siguen siendo una tribu, la tribu que canta, baila y actúa diferente.
Mario (11 años), Edu (11), Lucía (17), David (39), Itziar (17), María (13), Pablo (18) y Álvaro (14) practican para, a finales de este año, representar la obra del compositor argentino Mauricio Kagel inspirada en el viaje de Magallanes, la primera expedición marítima en rodear el mundo. Todos tienen una discapacidad psíquica . ¿Cuál? «No lo sabemos, no lo necesitamos», dice la pedagoga y pianista Marlén Ruiz, de 44 años, una de las tres lideresas del proyecto financiado por la fundación la Caixa. En diciembre, este variopinto grupo se subirá a un escenario para demostrar que son capaces. Ni más ni menos.
«Practicamos ritmos, tocamos los 'drums' (tambores), cantamos canciones en el piano», describe Mario lo que hace todos los viernes al salir del colegio en una de las salas del centro Tempo Musical. Cada uno de los participantes ha sido seleccionado por los tutores de sus centros educativos. Después de la nana senegalesa, Mario se convierte en un tigre. Recogidos los tambores, un puñado de palos atados simula una hoguera. Imitan ruidos de la jungla y corean una oda a la choza, al hogar, de la tribu nómada de los pigmeos baka . Pablo encarna a un explorador que avanza sigiloso hacia la lumbre, Edu remolonea a cuatro patas e Itziar camina cabizbaja. «Mi amor, ¡disfruta!», anima Marlén. Hay veces que algunos no tienen el día, como cualquiera.
Arte, no terapia
La composición de Kagel, que se basa en la voz, la percusión y el movimiento de los ritos tribales, establece un paralelismo con sus vidas. La nana que da las gracias a sus cuidadoras, la canción que reconoce el hogar. «El concepto de base es un viaje de cómo quieren ser , de cómo se encuentran y de mostrarse como son», explica Gÿe, de 24 años, cantante, DJ, 'performer' y miembro del grupo Neopercusión. «Jugamos con conceptos que en el fondo les tocan muy dentro, pero de manera mas artística, no terapeuta», puntualiza. «Somos un proyecto con un objetivo, no es asistencia ni voluntariado», corrobora Ruiz.
En la tercera parte de las dos horas de ensayo, Gÿe se pone al piano. El resto, en fila, se mecen de lado a lado al son del 'Kumbalawé' del Circo del Sol , un tema en 'cirquis', sílabas y fonemas incoherentes que, sin embargo, simbolizan «la búsqueda de la sonoridad universal», en palabras de Gÿe. David supera su rigidez motora, se desinhibe y baila con un sonrisa en la cara y los brazos en alto. Marlén se emociona. «David se ha venido arriba de una manera que no he visto en todo el año», confiesa más tarde. Itziar, que antes se confinaba en una esquina, empieza a hacer bromas. María no cantaba y ahora es lo que más le gusta de los viernes.
«Se sienten en un espacio seguro en el que realmente pueden ser ellos», cuenta la tercera guía, Nerea Vera, de 31 años, otra artista de Neopercusión. La musicoterapia tiene efectos positivos a nivel cognitivo, físico y emocional; en los participantes de la iniciativa 'Exótica for Change', despierta la capacidad de concentración, desengrasa las articulaciones y refuerza las relaciones sociales. Aún así, la meta, en seis meses, será «hacer visible que ellos son capaces de ponerse en un escenario y de hacerlo de forma profesional, como cualquier otro niño de su edad», señala Nerea. A las jefas, de paciencia infinita, también les reporta beneficios. «Es maravilloso, si te fijas en las capacidades y no en las limitaciones» , declara Marlén. Su pequeña tribu las sorprende día a día.
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