«Me venís a buscar por lo de la bañera»: la 'confesión' del menor detenido por el crimen de Las Rozas

Los hechos ocurrieron el miércoles por la mañana, en un piso del número 12 de la avenida de la Constitución, a 50 metros del Ayuntamiento de Las Rozas. Se trata de una vivienda de alquiler en la que el abuelo y los niños (cada uno de un padre) llevaban residiendo unos tres meses. Los vecinos explicaban ayer que jamás habían dado problemas ni se habían oído discusiones. Era un núcleo muy tranquilo.

Pero algo se estaba fraguando entre esas cuatro paredes. El miércoles, el hermano menor, de 13 años, se marchó al colegio. El abuelo, a trabajar al centro comercial El Burgo, en un bar donde ejerce de camarero. Cuando el niño regresó a casa, poco antes de las tres de la tarde, se encontró la casa vacía. O eso le parecía. Porque cuando fue al cuarto de baño se encontró con Sonia ya muerta, dentro de la bañera. Fuentes del caso indicaron a ABC que había agua en la pileta, más o menos cubierta hasta la mitad, lo que hace pensar en que estaba dándose un baño cuando ocurrieron los hechos.

El pequeño entró en pánico. Avisó a su abuelo y telefonearon al 112, pidiendo auxilio. Los primeros en llegar fueron los sanitarios delSamer, el servicio médico de Las Rozas. Inmediatamente, llegaron los del Summa. Pero no pudieron más que confirmar el óbito. Llevaba varias horas muertas, con un rigor mortis bastante avanzado. Algunas fuentes apuntaban a que el crimen podría haberse producido sobre las nueve de la noche, pero será la autopsia la que desvele el dato más aproximado.

En la vivienda se personaron la Policía Local y la Guardia Civil del puesto del municipio. Pronto, se percataron de que no se trataba de una muerte natural, accidental y ni siquiera un suicidio. Hallaron el cable de una plancha, al que se apunta como el arma homicida, puesto que la muerte se produjo por asfixia mecánica: es decir, por estrangulamiento.

Los agentes se enteran entonces de que falta uno de los moradores: el hermano de 15 años y nieto mayor del hombre. Corre prisa por localizarle y se presenta allí también la madre, que reside en otra localidad desde 2010, tras separarse por malos tratos de un presunto traficante de drogas. Facilitanfotografías del menor, y se comienza a hacer batidas por toda la zona.

Mientras, el abuelo niega de cabo a rabo que Sonia fuese su pareja. Explicó que hacía poco que la había recogido en su casa, como un favor, porque la veía sola y, además, ni siquiera le cobraba el alquiler. La víctima había trabajado en un gimnasio de Alcorcón, en limpieza doméstica, en un restaurante del pueblo y en otro centro comercial, el Palacio de Boadilla, en el municipio vecino. Se cree que en ese contexto laboral fue donde conoció a su amigo, que le dijo cobijo «por compasión». Natural de Benidorm, Sonia había mantenido una relación formal con Charo, otra joven, y además se desvelaba por su hija, de una relación anterior.

Los agentes tiran del sofisticado sistema de videovigilancia de Las Rozas, con 61 cámaras en el centro y Európolis. Una de ellas enfoca al portal de los hechos y se decide visionar lo grabado desde las 12.30 de esa tarde. En torno a la una, puede observarse salir al adolescente, corpulento y que mide en torno a 1,80 metros , portando una mochila negra. Se hace un rastreo de las personas con las mismas características con el resto de dispositivos y se traza su recorrido, gracias sobre todo al detalle de la bolsa negra, donde lleva algunas de sus pertenencias.

Solo dos horas después, la Guardia Civil lo localiza en la avenida del Polideportivo, junto a un Carrefour Market, y le pregunta adónde va y si sabe lo que ha pasado. Pudiera haber sido testigo o una víctima más. Pero pronto se dan cuenta de que está involucrado: «Me buscáis por lo de la bañera, ¿no?», les vino a decir.

«Se trata de un chico un tanto especial», indican fuentes del caso, que tratan de saber si sentía celos de Sonia por su buena relación con el abuelo o sufrió alguna alteración psiquiátrica. Si le declaran culpable, solo cumplirá dos años de reclusión en un centro de menores

También es necesario conocer el entorno psicosocial, para aclarar, por ejemplo, por qué razón no vivían los menores con sus padres, por ser quizá de una familia desestructurada.