Los madrileños ni se inmutan salvo por el 'Batmóvil' y los inhibidores 'antiwhatsapp'
La capital, con sus cortes y sus limitaciones, llega tranquila a la previa de la OTAN
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Paseo de la Castellana libre de tráfico a media mañana del martes
Madrid, 28 de junio, día de San Irineo de Lyon y día en que se pone la cumbre a andar con los prolegómenos. Ya nos dijo Manuel Alcántara que el encanto está en las vísperas, en los prolegómenos, y las vísperas son las ... que anunció el alcalde : sudor, paciencia y lágrimas para aguantar el trasiego que conlleva que lo más granado de la OTAN se 'arrejunte' en un Madrid donde ya, desde el café en Casa Manolo (donde empieza Madrid desde el Noroeste), quien más quien menos se quejaba de los inhibidores (reconocieron en puridad que no sabían qué eran, sólo que «escacharraba» el whatsapp). Y ellos estaban en la salida de La Coruña. Lejos del meollo, cerca de Pedro Sánchez .
El Batmóvil
Al madrileño estas cosas le soliviantan lo justo. Las vacaciones están a la vuelta de la esquina y eso se nota en la conllevancia que decía Ortega vecino de la zona. Y muchos cogieron el bus gratuito a Atocha , dice Josito, gorra de muchos soles y más sudores, por «ver el ambiente» y voz como de muñeco nicotinado de José Luis Moreno. En ese ver el ambiente se iban por los bulevares, en las aceras, corredores a pleno sol. La cosa era ver un coche blindado , «como un Batmóvil» dijo Elia, y cambiar la ruta de vuelta a casa.
Policía Municipal haciendo labores de vigilancia
Aunque hay que irse a donde comitivas, conmilitones, asesores y líderes descansarán de tanta estrategia por salvar el mundo libre. Es decir, Prado, Recoletos, y luego Dios dirá. Esos hoteles donde la ciudad que no duerme se asordina para el sueño, y cuyos recibidores bien valen para desplegar, en mesas acristaladas, un mapa del Mar Negro en una Babel de idiomas geopolíticos. Por motivos del reportaje se toma un VTC , a medio camino entre en transporte público y la bicicleta: por ver lo que no se ve en el Metro. Ambulancias, y, dentro de ellas, caras de ya te lo dije al copiloto y así.
Relativa tranquilidad
No obstante, hasta llegar a Neptuno no ha habido ningún problema más allá del semáforo. Tampoco se ha mirado al cielo, donde helicópteros llevaban rasgando el Cielo desde demasiado temprano. Se ha bajado por las rondas, que los bulevares siempre se atascan. Desde Neptuno hacia arriba, todo parecía un domingo de verano. Quizá lo único, el piterío, muy cerca, en la calle de Montalbán, de los del 060 quejándose de sus condiciones laborales y más adelante, avanzando Recoletos, una partida de ajedrez múltiple, juego de primacía eslava, donde «el maestro Miguel Santos» desafiaba a quince retadores. El pobre no sabía, o quizá desconozca, que las torres y los caballos han cambiado. Quizá no.
Un solitario manifestante en el Paseo del Prado
Se escuchó en un 'walkie' a alta frecuencia sonora eso de «pasa comitiva», pero con tranquilidad y seis coches que recorrían el Eje Prado-Recoletos-Castellana dirección Norte a ver qué se hace con el mundo libre. Hay quien aprovechando que Biden pasa por aquí iba disfrazado de cartel, como Manuel, de Pegalajar (Jaén), con su cartel gráficamente impecable, ortográficamente discutible. Más allá de Colón se encuentra con el Muro de Berlín , pero qué más le da.
Recorrer el Madrid caliente de la previa de la OTAN con dirigentes tiene estas sorpresas. Teletrabajar, teletrabaja hasta La Cibeles , engalanada de banderas de la OTAN que parecían de la UE por el poco viento de junio. Y luego poetas liberales, soleándose en Recoletos.
Mireia, tres años al taxi cuenta que «así tan importante ni he visto nada». Que si piden un servicio, que sea por calles laterales y 'ella va". Hasta que nos deja en la acera de enfrente de la Embajada de Estados Unidos. Allí pasa el tráfago de quienes orillan la Castellana por narices. Hay quien pasea el perro extraño a la cumbre. Un Policía se airea el uniforme.
En los principales hoteles hay seguridad. De la vista y de la imprevista. En el Ritz y el Palace ven, cuentan y se esconden con librea. Pero es bajar el hondón geográfico de Madrid y que salga el sano pueblo a quejarse: «Esto es de otra cosa del tonto, niño, ni caso». La cosa era la OTAN y el resto se lo ahorramos a los lectores. En la cervecería de Santa Ana dejan la copa las musas que siempre fueron pacifistas. Se las vio raudas en las películas de Almodóvar. En sus actores.
El madrileño, por lo que se ve, ha de teletrabajar. O lo crujen vivo.
Vaya el objetivo a la plaza de Santa Ana, donde el «Bienvenido Mister OTAN» se ha de notar con palomas que se le ponen en la testa a García Lorca en el jombro. Donde vi morir a un niño. Y no. Por las calles estrechas no se ha visto el 'Batmóvil" y sí la ceniza que deja una cumbre. En la Cervecería Santa Ana cuentan el tiempo. El tiempo que no va la OTAN.
También se aprende a morir. Sí cuando en el 'Batmóvil' no se vio de vuelta.
Ni de ida.
Hasta ahora...