Toros en Carabanchel: el San Isidro 'afeitado' de Vistalegre
Acostumbrado a conciertos o exhibiciones de patinaje sobre hielo, la remozada plaza acoge unos festejos tan distintos como distópicos. Y la afición, entre expectante y socarrona
La razón por la que San Isidro se celebra cada 15 de mayo en Madrid
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Iniciar sesiónSi los banderilleros son los nuevos menas, los hosteleros de Madrid y de España son los nuevos novilleros sin picadores, sin apoderados, sin billetes en la cartera y obligados por los padres a terminar el grado en Empresariales. Por eso, cualquier mínimo movimiento taurino en ... Madrid tiene un efecto multiplicador. Es verdad que ‘los Isidros’ serán a cubierto, y es verdad también que la plaza de Vistalegre, vista en lontananza, evoca más a Pau Gasol que a Paco Camino. Verdad es también que los alrededores de la antigua ‘Chata’ de Carabanchel no tienen, por la propia sociología del barrio, el mismo ambiente taurino, casi museo, de Las Ventas. Sin embargo, la tauromaquia carabanchelera aparece con sólo rascar un poco en el paisanaje. Es así en los gestos de quienes apuran el café torero y llevan un pin en la solapa. Como Lolo, con algo de irlandés castizo en la tasca ‘El Rincón’.
Lolo comenta vídeos taurinos del móvil con Miguel Maroto, que estudió algo de tauromaquia en El Batá n y que discute sobre los carteles. El ciclón de Pablo Aguado parece que triunfa frente «a una de cal y catorce de arena» de Morante de la Puebla. Que la entrada más barata sean 33 pavos poco importa, que Lolo, que conoce al escalafón entero por su anterior trabajo, cree que no hay palco para él. Y Lolo insiste en algo relacionado con la liturgia de la Fiesta: «La Plaza parece una cárcel, ahí con el hormigón y los ladrillos» . En eso de torear «en un polideportivo» lo respalda Miguel Maroto, que se consuela pensando que la nueva plaza «no la hizo Calatrava, que ya se sabe». Miguel abunda: «Vi aquí lo del patinador (Javier Fernández) y a Ricky Martin y me molaron. Y soy de tradición torera».
Remembranzas de 'El Platanito'
En realidad es la única tertulia taurina a kilómetros a la redonda de Vistalegre, donde debutó Morante con políticos y donde, rememora Lolo, «triunfó el Platanito» . Lolo coquetea –quizá– con la entrada que tiene guardada, ríe, señala un calendario añoso con La Chata meses antes de su derribo y donde los matojos verdean un coso que tuvo su importancia, por ejemplo, en la consolidación de Joselito. En El Rincón, la encargada, Elena, tiene dos claveles en agua con los que se retrata cual una morena cordobesa de Romero de Torres. El acento desmiente que sea cordobesa, pero el retrato periodístico queda. Comenta Elena, en previsión del hambre y la sed del taurino, «que se van a inflar a servir aperitivos y cervezas». Dios la oiga. Aunque lo que de verdad se oye es a Lolo, por lo bajini, tarareando la Verbena de la Paloma con su «vestido chinés» y sus «toros en Carabanchel».
Andando por la trasera de Vistalegre los cronistas encuentran a José Manuel Molero, con mascarilla del Atleti, móvil en la pechera de la camisa y acento ente extremeño y andaluz. Anda el hombre «buscando la taquilla, entradas», que quiere llevar a su nieto, becerrista de Aranjuez a los toros. «Porque las notas han sido buenas». A José Manuel no le duelen prendas en valorar la arquitectura de la plaza/arena: «El ingeniero se ve que se rompió la cabeza».
Lo que deja el toro
Y es que el jaleo de la Fiesta, en un perímetro tan reducido y abigarrado como Carabanchel, deja ver las industrias que deja el toro bravo. En el mercado de Puerta Bonita , Antonio va vestido de chulapo y cuenta que el kilo de rabo de toro está a 9,95. Huelga decir que el mentado mercado ocupa lo que en el Coso de Insurgentes o en el de Alcalá serían las caballerizas.
Si algo no le falta a Vistalegre es el arrimarse: arrimar un mercado a un burladero, los trastos a un marcador de baloncesto y una tienda de informática a una capilla de quita y pon. Así son las cosas, y así será la ofrenda taurina al patrón.
La previa de los ‘isidros’ taurinos, cuando el Charolito de Montero Glez perpetraba sus líricas desventuras, vuelve la mirada a un Carabanchel de ladrillo visto taurino y de tascas a verlas venir. Entre cartelones de Manolete y estampas toreras de la competencia, José Luis, gerente del Avenida 3, se prepara para un ‘tour de force’. La razón, claro, que «no es lo mismo un concierto esporádico que un festival» . De momento tiene puesto en el hilo musical los mejores éxitos de Manolo Escobar por ir ambientando las vísperas. En el Avenida 3, en otras circunstancias, se congregaron torerillos recién mayores de edad que fueron a Vistalegre al bautizo de Vox. Cuando decimos que por aquí toreó Morante por ‘politiquerías’.
En lo que es Vistalegre, un operario cuelga un foro y así, a la distancia, parece que anduviera con el estoque a punto de la suerte suprema. Un repartidor de claveles con furgoneta es multado por unos policías impacientes. A cien metros de la plaza ruedan una película de serie B que quizá sea sobre «El Vaquilla» según ‘quorum’ de los vecinos. Y todo, a 24 horas de que suenen clarines y bufen los toros de El Pilar.
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