Los toreros se atrincheran en la Casa de Campo: «La escuela es nuestra casa y de aquí no nos vamos»

La jornada en el Batán fue ayer como una más, con el matiz de que quienes intercambiaban pases y muletazos ya no podían estar allí. El contrato de la Marcial Lalanda con Madrid Destino expiró el pasado 31 de diciembre y, en consecuencia, se les ha notificado la obligación de devolver las llaves. Se les envió un burofax indicando que debían entregarlas en las oficinas de la empresa pública (Conde Duque), pero no se hizo. Los receptores aseguran que nunca llegó y que esperaban que algún operario municipal se pasara por la Venta del Batán. La situación actual es que se ha mandado una segunda notificación y, si no se atiende, habrá consecuencias. «Nos reservamos la opción de emprender acciones legales », indicaron fuentes municipales. Además, aseguran que «nadie» irá a la Casa de Campo a recoger las llaves.

Pese a la aparente normalidad, el enfado entre los presentes en el Batán era notable. «Es ideológico, son antitaurinos y no atienden a razones», apuntaba Carlos de Mendoza, novillero y habitual en la escuela. El sentir generalizado es que la orden de Madrid Destino no acabará con ellos ni con los casi 40 años de vida de la entidad, cantera de grandes figuras del toreo como Joselito o El Juli. El primero, exdirector de la entidad, recuerda que la escuela fue lo que le salvó de «atracar o vender droga».

«Si nos echan volveremos cada día, incluso saltándonos la valla ; a ver quién se cansa antes», retaba otro de los asistentes. Ninguno de ellos concibe que un espacio creado específicamente para la tauromaquia tenga otro uso. No obstante, lo cierto es que hace tiempo que en la Venta del Batán no entra un solo animal , ni para la lidia ni para otra cuestión, motivado por un brote de lengua azul bovina. Aunque hace años en la escuela se hacían novilladas sin caballos y tentaderos de vacas, hace cerca de diez años que ya no se hace. «Aquí solo venimos a entrenar y a estar en forma, nada más», apunta De Mendoza. De hecho, en la «transición» hacia el cierre planeada por el Gobierno de Manuela Carmena estaba la reducción de la actividad con clases teóricas sin animales. El principio fue la retirada de la subvención municipal, al poco de llegar a Cibeles.

La consideración de que la Venta del Batán es su «casa» se reconoce en varias cuestiones. La primera es que en este espacio crecieron como personas y toreros. La segunda, que allí se sienten «protegidos». «Cuando salimos fuera a entrenarnos tenemos que aguantar que nos llamen asesinos o que se acuerden de nuestra madre, hasta nos han pinchado las ruedas del coche », narra Francisco Javier Sánchez Vara, matador profesional de toros. «Como no soy un hijo de puta ni un asesino, no tengo por qué aguantarlo», añade.

Otro de los argumentos es que el recinto está diseñado para la tauromaquia y renovarlo sería muy costoso . «Qué sentido tiene cerrar esto y tirarlo para que venga otro Gobierno y vuelva a levantarlo por un dineral», se defienden. El Ayuntamiento, en ese sentido, aún no sabe a qué dedicara el espacio después del desalojo. «Está en estudio», dicen en Madrid Destino.

El PP mostró anteayer su apoyo a la causa de la escuela de tauromaquia, con el anuncio de que si recuperan la Alcaldía devolverán la actividad a la Venta del Batán. «Hay un desprecio hacia la tauromaquia que viene de su sectarismo e ignorancia», declaró el portavoz, José Luis Martínez-Almeida .