El Rey toma el relevo de Alfonso XIII
Igual que hace ahora cien años lo hiciera su abuelo, Alfonso XIII, al iniciar simbólicamente las obras de construcción de la Gran Vía, Su Majestad el Rey tomó ayer su testigo y descubrió una maqueta que conmemora este primer centenario que contribuyó a la modernización de la capital de España. Y si el gesto de su abuelo dio lugar a una calle que transformó Madrid, el de Don Juan Carlos deja abierto el camino para iniciar el debate sobre cómo debe ser esta avenida en este y el próximo siglo.
El escenario era muy similar al de hace cien años. El lugar, a apenas unos metros de donde Alfonso XIII diera el primer golpe de piqueta. Los protagonistas: en lugar de Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia, Don Juan Carlos y doña Sofía; en lugar del alcalde Francos Rodríguez, Alberto Ruiz-Gallardón. Y en lugar de Canalejas, el ministro, José Blanco, en representación del Presidente del Gobierno.
Por no faltar, no faltó ni la música: la Banda Sinfónica Municipal, dirigida por el maestro Enrique García Asensio, interpretó el pasodoble «El Dos de Mayo» -igual que hace cien años-, y luego se arrancó con el preludio de la zarzuela «La Gran Vía», ambas obras de Chueca.
La Corporación municipal en pleno estuvo presente en el acto. También se concentró en la zona gran número de ciudadanos, que esperaban la llegada de los Reyes, aprovechando, de paso, la espléndida mañana que amaneció ayer en la capital, muy diferente a la del 4 de abril de 1910, el gélido día en que se iniciaron oficialmente las obras de la calle, y de aquella otra «inolvidable mañana de primavera» en que, como recordó con cierta ironía el alcalde, la Gran Vía recibió en pleno diluvio a unos recién casados Príncipes de Asturias. Junto a las autoridades también pudo verse al empresario Fernando Fernández Tapias.
A las 11.30 horas se cortó el tráfico, que no se reabrió hasta casi dos horas después. Los balcones de los edificios más cercanos -el de Metrópolis o el de la Gran Peña entre otros- se llenaron de vecinos que aprovecharon el mirador privilegiado para contemplar, casi a vista de pájaro, un acontecimiento histórico. Precisamente a los pies del edificio Metrópolis fue donde se situó la Banda Municipal.
Representación a escala
El monolito que soporta la maqueta conmemorativa, de acero y bronce, está en la isleta central que hay en la confluencia de Gran Vía con Alcalá. La cubría una lona azul que fue levantada por los Reyes, ayudados por el alcalde y el ministro.
El Rey la observó con curiosidad y mucha atención, mientras Doña Sofía comentaba: «Es bonita, muy bonita». Ruiz-Gallardón señalaba a Don Juan Carlos dónde estaba el punto exacto en el que su abuelo dio el primer golpe de piqueta cien años atrás. Y ya al irse, comentó, sobre este nuevo elemento que desde ayer adorna la calle: «Espero que lo respete la gente».
Fuera semáforo
Para no distorsionar la bellísima perspectiva de la calle -inmortalizada ayer por decenas de fotógrafos y de cámaras de televisión, y antes por Antonio López en su cuadro «La Gran Vía»-, fue retirado un semáforo del cruce de Gran Vía con Alcalá. Poco después, sobre las dos menos cuarto, los operarios lo reponían en su lugar.
En ambos márgenes de la calle, cientos de personas seguían el acontecimiento, y vitoreaban a los Reyes, durante el breve paseo que dieron hasta retomar su trayecto en coche. Nada más romper el cordón de seguridad, la isleta quedó invadida de madrileños y de turistas, deseosos de ver de cerca la maqueta, y de comentar cómo es. En general, les gustaba. Aunque alguno aventuró: «A ver si se la va a llevar por delante un coche...».
A la Casa del Libro
La comitiva real echó a andar, durante algunas decenas de metros, Gran Vía arriba, jaleados por los ciudadanos que seguían el acto desde las aceras, entre ellos muchos extranjeros sorprendidos por la proximidad de los Reyes.
Poco después, ya montados en su vehículo -aunque con los cristales bajados-, se encaminaron hacia la segunda parada en el recorrido previsto: la sede de la Casa del Libro, en el número 29 de esa misma Gran Vía. Este establecimiento fue el elegido para la simbólica visita a los comercios centenarios de la calle, por su arraigo en la misma y también por el estrecho vínculo que une a los Reyes con él: su stand en la Feria del Libro es parada obligada de los miembros de la Casa Real.
Allí, fueron recibidos por su director, Ignacio Ugalde, quien les entregó como obsequio un ejemplar de las obras completas del poeta Miguel Hernández, ya que Espasa Calpe, propietaria de la Casa del Libro, es la editorial con la que trabajó el poeta de Orihuela y que ofreció la primera edición de postguerra de su obra. Después permanecieron algunos minutos observando algunos ejemplares.
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