La era tecnológica entra en el instituto
Adiós a las pizarras de tiza y rotulador, a los cuadernos y a los miles de folios de apuntes: llegan las aulas de innovación tecnológica a los Institutos de Secundaria madrileños. En ellas los alumnos de primero se encontrarán con un ordenador de 19 pulgadas ... de uso individual, pizarra digital, wifi y banda ancha, y profesores con formación en nuevas tecnologías que tendrán el control de los equipos de toda la clase y supervisarán el trabajo de los estudiantes en tiempo real.
La Consejería de Educación que dirige Lucía Figar publicará esta semana una orden con las especificaciones que han de cumplir los centros interesados en tener estas aulas. Los institutos tendrán hasta finales de mes (21 días naturales desde la publicación) para optar a ellas.
Sólo un máximo de quince centros contarán con estas aulas el próximo curso, con tres o cuatro clases por instituto y un coste de 30.000 euros por aula. La enseñanza digital tendrá que ofrecerse en, como mínimo, cuatro materias. En dos con carácter obligatorio: Tecnología y Matemáticas. Y en al menos otras dos a elegir entre Ciencias de la naturaleza, Ciencias sociales, Educación plástica y visual, Lengua extranjera y Lengua castellana y Literatura. Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) se utilizarán en, por lo menos, una tercera parte de la distribución horaria de cada materia.
«Supone un cambio profundo en la metodología de enseñanza, por lo que tiene que haber impulso y ganas de los voluntarios. Las previsiones son que lo soliciten entre 10 y 15 institutos», augura la consejera de Educación, Lucía Figar. «Después, de acuerdo a los resultados -prosigue-, el proyecto se extenderá a los demás cursos».
ABC visitó en exclusiva la primera clase de estas características, que se ha instalado en el Centro Integrado de FP Profesor Raúl Vázquez. Allí trabajan intensamente para ultimar lo que será la clase tipo, pero ya se puede observar cómo han implantado los 30 puestos de trabajo por aula y que supone una ratio de un ordenador por estudiante.
Cada puesto dispone de una pantalla antirreflectante de 19 pulgadas, pero los sistemas instalados permiten que el alumno disponga de su «escritorio» digital en cualquier ordenador del centro educativo una vez que se indentifique con su clave personal.
Los alumnos dispondrán de una mesa preparada para ocultar la pantalla y realizar otro tipo de actividades cuando no se usa el ordenador. «Es el profesor el que decidirá el tipo de actividades a realizar y las herramientas TIC que precisa», advierte el viceconsejero de Organización Educativa, Jesús Valverde.
Compartir recursos
El docente centralizará contenidos y compartirá recursos digitales con sus alumnos, y podrá estar al tanto del software que tiene abierto el alumno. «Esto supone que el chaval no podrá entrar en internet y buscar información en Google, por ejemplo, si el profesor no lo considera, o que podrá cerrarle programas». «Si quiere, podrá interactuar con los alumnos sin levantarse de su sitio o si lo desea, desde la pizarra digital táctil, sin necesidad de señalar con el puntero», añade, mientras muestra el mapa de España y «viaja» por sus ríos en unos segundos.
Los alumnos no tendrán que estar pendientes de encender y apagar el ordenador. «Cuando la pantalla se oculta en la mesa, un sistema electrónico integrado en el interior del pupitre desconecta automáticamente la corriente eléctrica», apunta Valverde, mientras desliza una pantalla hacia abajo. «Al no tener que realizar estas operaciones de actualización de sistemas -señala- se gana tiempo para impartir la clase». Muchos de los avances se han conseguido gracias a una ergonomía muy cuidada. «La pizarra digital, por ejemplo, se podrá adaptar a la estatura de los niños según vayan pasando de curso y creciendo, mientras que las mesas han sido diseñadas en exclusiva para la Comunidad», explica.
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