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Un «súper» derrota a los cines Victoria

Los cines de barrio pierden un nuevo bastión tras el cierre de la histórica sala de Francisco Silvela

Varios transeúntes pasan delante de los clausurados cines Victoria, ayer por la tarde ISABEL PERMUY
Aitor Santos Moya

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Las palomitas no volverán a hacer «pop» en los cines Victoria. Ni por sus salas, cuya planicie característica obligó siempre a los más bajitos a estirar un pelín el cuello, desfilará ese público «tan de barrio» que aguardaba la entrada a pie de calle sin importar la condición meteorológica. «Nunca pensé que ese pequeño recibidor dejara un vacío tan grande», apunta un habitual de la gran pantalla, en el número 49 de la calle de Francisco Silvela.

Los Victoria ya son historia. Hace semanas que bajaron la persiana. Y lo hicieron sin ruido, fiel a su estilo modesto , muy alejado del fulgor de los multicines alojados en los centros comerciales. Porque si algo sobresalía allí dentro, no era otra cosa que la virtud de poner cara a sus parroquianos. Los domingos eran territorio vecinal. Familias, amigos o parejas con un nexo en común: El coche, mejor aparcado, y un paseo de sosiego hasta la puerta.

Ahora, la clientela deberá cambiar las luces apagadas del séptimo arte por los focos rimbombantes de un supermercado. Una lona anuncia en la fachada la inminente apertura de un establecimiento de la cadena Aldi . Pese a la sorpresa del público, el final de los cines Victoria era la crónica de una muerte anunciada. «Si los acomodadores dejaron hace meses de alumbrar con sus linternas las butacas, por algo sería», remarca un joven, mientras observa por un recoveco los escombros de la obra en el interior.

Con esta clausura, las salas pequeñas suman un nuevo revés en su lucha particular por la supervivencia. El pasado mes de noviembre fueron los emblemáticos Acteón , en el corazón de Montera, los que fundieron a negro sus pantallas. El cine más joven de los 17 que llegó a albergar la Gran Vía y sus inmediaciones fue el último en decir adiós a un eje, que en los años dorados sería bautizado como el «Broadway madrileño».

Fundidos en negro

En menos de dos décadas, la centenaria avenida ha perdido el cine Azul, convertido en un restaurante americano; el Rex; los Avenida, que cambiaron sus filmes por un centro comercial que acabaría en manos de una multinacional textil; el Imperial; o el Cine Pompeya, transformado en un conocido teatro de humor y monólogos.

A pocos metros de distancia, en la calle de Fuencarral, los cerrojazos han borrado del mapa el cine Bilbao; el Fuencarral, derribado para levantar pisos; y los Multicines, en el número 126, sobre los que ahora se levanta un gimnasio «low cost». También en el distrito de Centro, el Tívoli, que dejó de abrir al público para erigirse en un edificio de viviendas con garaje robotizado y piscina en el ático; o, el Bogart, que tras su cierre pasó de símbolo okupa a cabaret de lujo. Todos dejaron hace años de aparecer en la cartelera .

Espacios icónicos extintos, que, al igual que el Benlliure, los cines Madrid, el Lepanto y su vecino el Mundial, el Aragón, el Marvi o el Canciller, forman parte de una interminable lista que suma ahora un número más. No por triste, la derrota de los Victoria, resulta novedosa.

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