Sin hogar ante la gran nevada de Madrid: «Agradezco dormir en el albergue, la noche ha sido fatal»
ABC acompaña a un equipo de Samur Social que atiende a las personas sin recursos y les ofrece un alojamiento en la red municipal ante el peor temporal en 50 años
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Iniciar sesiónVíctor Marius recita de memoria los versículos del Evangelio que le toca leer hoy en la iglesia del Santo Niño de Cebú, el templo al que suele acudir desde que se quedó en la calle. Dice que conoce la Biblia como la palma de sus ... castigadas manos. Aquellas oraciones, afirma, le salvaron la vida. «Llevaba 24 años casado y tenía un piso en Entrevías que pagaba trabajando a destajo. En una noche lo perdí todo y solo pensé en desaparecer para olvidarme de ello. Pero sentí al Espíritu Santo dentro de mí que me decía que tenía que vivir», cuenta a ABC, aún con dolor en sus ojos, este hombre de 63 años que duerme desde hace ocho años y medio en la puerta de un cajero de la calle de Cea Bermúdez. Él es una de las personas sin hogar a la que los trabajadores del Samur Social acudieron ayer a visitar con la unidad móvil para ofrecerles un techo donde resguardarse de la nevada más fuerte que azota la capital en los últimos 50 años.
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Desde las 9 de la mañana, apenas unas horas antes de que se decretase la alerta roja por el temporal –es la primera vez que se eleva al máximo nivel en el área metropolitana– y la borrasca Filomena comenzase a colapsar las calles y carreteras de la ciudad, los equipos parten de la central del Samur Social para recorrer los 21 distritos y atender a las personas de mayor vulnerabilidad. Aitor López, Natalia Sánchez y Elena Sánchez-Prieto se dirigen hacia Tetuán y Chamberí. Por el camino, peinan las calles por si detectan casos nuevos que no tuvieran identificados.
La red de alojamientos de la Campaña del Frío se amplía hasta las 600 camas con 50 más
Cada equipo controla un listado de unos cien usuarios. Gracias a su contacto diario con ellos, la mayoría ya tienen plaza en la red de alojamientos de la Campaña del Frío que alcanza ya cerca de 600 camas. Ante la situación de emergencia climática, el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento ha habilitado 50 más para que nadie corra riesgos ante las temperaturas extremadamente bajas que se esperan este fin de semana.
Cada unidad móvil busca en los lugares en los que acostumbran a estar las personas como Marius, que tienen un perfil más vulnerable: con patologías previas crónicas , problemas de salud mental, edad más avanzada o mujeres solas . Su misión, además de brindarles su ayuda para encontrar plaza en la red de albergues, también es la del acompañamiento. «Es importante porque es un momento en el que se sienten parte de una sociedad para la que generalmente son invisibles», expresa López, que atiende llamadas y peticiones de otros usuarios desde la unidad móvil mientras van a buscar a Marius.
«Agradezco dormir en el albergue de la calle Pozas, es acogedor y allí me conocen y saben qué medicación necesito», sostiene Marius, que pasó nueve meses en coma inducido tras caerse desde una grúa, a una altura de un segundo piso. Él acepta, gustoso, la charla y las atenciones del equipo. «Estoy acostumbrado a la vida en la calle. Me voy al cajero y me pongo dos mantas encima y me intento olvidar de la vida», indica este hombre que trabajó durante más de diez años en mantenimiento de Adif. Preguntado por cómo ha pasado la primera noche en la que los termómetros marcaban -1 grados (sensación -4Cº) contesta con una ironía que aflora a lo largo de toda la conversación: «Excepto fatal, todo bien» , dice antes de agradecer la solidaridad de dos «abuelas» que le traen casi a diario comida caliente.
Ganarse la confianza
Son cerca de las 12 del mediodía y ya comienza a arreciar el temporal. En pocos minutos, los punzantes copos ya cubren como un manto blanco las aceras. Por suerte, Marius hoy dormirá a cubierto. Es el primero de la ronda que acepta la ayuda. «Suele costar que acepten ir a los recursos los que tienen una situación de calle cronificada. Es un trabajo diario ganarse su confianza», explica López.
A primera hora, tras visitar a Antonio y charlar con Jorge en Bravo Murillo, ambos declinaron desplazarse a los alojamientos. Intentarán «aguantar» , les dicen.«Si se pone peor la cosa, saben que el equipo de finde semana volverá por allí para insistir», indica el trabajador social. De momento, la única petición es un chandal y saber si hay novedades sobre el Ingreso Mínimo Vital . «También les ayudamos a tramitar las ayudas. La mayoría no tienen una cuenta bancaria porque no tienen ingresos y mediamos para que les permitan abrírsela para poder cobrar las prestaciones. Otros ni siquiera están empadronados y les ponemos la dirección de la central para que puedan acceder al sistema», asegura.
La ronda finaliza bajo el puente de Eduarto Dato, donde hay varias tiendas de campaña. Junto a ellas, resguardado de la humedad entre cartones, está un joven de Sierra Leona . Lleva apenas una semana en la calle. Solo pide un saco de dormir. Es la primera vez que habla con los servicios sociales. Pero no la última. Mañana volverán.
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