La Sierra, en ebullición: «En dos semanas estaremos confinados»

La Sierra de Guadarrama nunca había tenido tantos adeptos, madrileños en busca de naturaleza que descubren los pequeños municipios del norte obligados por los cierres perimetrales . Mientras los guardias instan a dar la vuelta, en el centro de visitantes del Valle de la Fuenfría un trabajador explica a una familia que ya no quedan entradas para Aventura Amazonia. «Otro día volvemos y las compramos antes», trata de consolar una madre a sus dos hijos pequeños, que estaban deseosos de «trepar» por los árboles.

En el centro del pueblo, las terrazas –todavía tranquilas– comienzan a ocuparse. Las primeras cervezas se juntan en las mesas con los últimos cafés. «Espera una hora y verás cómo se llena todo», dice la camarera de la cafetería colindante con el Ayuntamiento. «Es la tónica habitual desde hace meses , sobre todo cuando hace buen tiempo. Siendo fin de semana y el inicio de la Semana Santa esto se va a poner más hasta arriba que nunca», asegura la empleada, que se divide entre el optimismo por las cifras que marca la caja registradora y el miedo a que el establecimiento cierre ante un repunte de contagios : «En dos semanas, y más con la Semana Santa por medio, estaremos confinados».

Un policía local refrenda su opinión. «Hay bastante descontrol . Ahora mismo podríamos denunciar a más de diez personas en esa terraza. Solo una está consumiendo; las demás, con la mascarilla bajada», indica el agente. «Es cuestión de educación y respeto a la salud de los demás», critica. Cuenta que el ‘modus operandi’ de los madrileños es pasear desde la mañana por Las Dehesas y volver al pueblo para comer. «Aunque aquí también hay muchas segundas residencias que, desde que comenzó la pandemia y los cierre perimetrales, casi se han convertido en primeras. Y fiestas...», suspira. Los jóvenes de la localidad se juntan «viernes y sábados» en un garaje para beber. «Los tenemos controlados y acudimos en cuanto hay jaleo. Al día siguiente, vuelven a hacer lo mismo», dice con cierto tono de resignación, y apostilla con ironía: «Ellos mismos se confinan entre las once y las seis de la madrugada, no les hace falta el toque de queda ».

La imagen cambia radicalmente en la localidad aledaña. Navacerrada , perimetrada desde el lunes, mantiene abiertas solo dos de sus entradas. En una se sitúa la Guardia Civil; en otra, la Policía Local. No hay forma de entrar o salir del pueblo sin salvoconducto . «En lo que va de mañana hemos obligado a dar la vuelta a más de cien despistados que querían entrar a comer », afirma uno de los funcionarios. La Sierra, hasta ahora más concurrida por los amantes de la montaña, se ha convertido en un destino en ebullición, donde 867 agentes solo de la Guardia Civil –a los que hay que sumar las policías– trabajan para evitar las aglomeraciones con la mirada puesta en los próximos festivos.