Colonos | Quico Taronjí
«Me siento especialmente bien a la sombra del Faro de Moncloa»
El capitán de yate, periodista y escritor se ha propuesto navegar lo navegable en la Comunidad, por eso nos cita en la puerta del Museo Naval. En estas tierras conoció a su mujer. «Es una ciudad de encuentro», dice
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Iniciar sesiónQuico Taronjí es santanderino, capitán de yate, navegante, periodista y escritor. Vive en una ciudad de secano desde la que se planteó el homérico reto de cruzar el Mediterráneo en kayak como contó en su libro 'Aislado'. Adora el Museo Naval, por eso nos cita ... en su puerta. Por eso y por lo que Madrid tiene de marino en las pinturas de todas sus pinacotecas: las más grandiosas y las más modestas. Su cama mira a la Estrella Polar porque quizá el Cantábrico no ha salido de su cabeza. Ama Madrid y se ha propuesto navegar lo navegable en la Comunidad para denunciar sus inmundicias en su canal de Youtube, H2Q. Cree que el lema de «Madrid me mata» es un cuento chino. Aquí conoció a su mujer y aquí nacieron sus hijos.
Yo le digo Madrid, usted me dice...
Cuando alguien me dice Madrid, me dice buen rollo. Es la ciudad del buen rollo. Es de las ciudades más hospitalarias que conozco.
¿Qué tiene Madrid de puerto?
Tiene embalses grandes, donde se navega muy bien. Tiene tradición de ski acuático de interior, por ejemplo, en el Embalse de San Juan, que tiene un ambientazo. Es de los pocos de España. A pesar de la contaminación, Madrid es un paraíso. Estoy enamorado de Madrid.
Su primera imagen de Madrid.
Era el lugar al que todos queríamos escapar con 16, 17 o 18 años; cuando estábamos en provincias y queríamos venir aquí de marcha. Mis primeros viajes eran con mis amigos. Íbamos en un coche y pagábamos la gasolina a medias. Llegabas a Madrid y estabas tres días saliendo mucho, disfrutando de lo que te asombraba. Para alguien de provincia nos llamaba la atención el horario de cierre de los sitios, el ambiente de un martes… Con mi primera novia, que era de Sevilla, me veía a medio camino, en Madrid. Es que Madrid es una ciudad de encuentro. Tarde o temprano, acaba recalando mucha gente de tu pandilla. La mitad de la mía está en Madrid.
¿Llegó a idealizar la ciudad?
Madrid es la capital, es evidente, pero tenía esa impronta de 'Capital' cuando eras pequeño y vivías en provincias. La tele era madrileña aunque fuese española. Era un lugar al que peregrinar. Con el tiempo es más que una peregrinación, porque es donde están las oportunidades. Yo asociaba las calles de las películas americanas a Madrid.
Hábleme de las sinergias entre Madrid y Santander.
Un ejemplo. El Racing es un equipo que cae especialmente bien en Madrid. Cuando venía a verlo a Madrid, ya jugaran contra el Atlético o el Real Madrid, nos íbamos con la afición contraria y nos trataban muy bien. Madrid no tiene mar pero tiene el mejor museo naval de España. Son paradojas que me fascinan.
Hay otra paradoja que decía Berlanga. Le chocaba que al final de las avenidas no estuviera el mar...
El mar está siempre en mi cabeza. Está siempre susurrándome en el oído. Lo tengo muy presente, también en la lectura. Leo mucho sobre el mar, aventuras sobre el mar. Pienso mucho en la navegación. Todo eso lo suplo con los ríos. Me quito así el gusanillo. Ahora me he aficionado al padel surf. Y luego están los lienzos marinos de los grandes museos, del Prado al Sorolla.
¿Cómo es el náufrago de Madrid?
Creo que todos tenemos un poquito de náufragos en tierra. Por eso hablé en el libro de viaje interior de un náufrago. Porque naufragué en el Norte de África. Navegué en un cabo en Túnez, pero yo ya tenía algo de náufrago en tierra. Vivía muy alegre, pero me costaba mucho conectar emocionalmente con las cosas y proyectos. No tenía paz espiritual. Entonces decidí transformar mi vida desde mi única certeza: la pasión por el mar, la pasión por navegar.
¿Madrid es ciudad dada a la soledad?
Creo que la soledad de Madrid es una falacia. Al final, es una cuestión de actitud. Si buscas la soledad la vas a encontrar, la soledad es muy buena, luego vas a socializar. Vas a estar con la gente que quieres estar.
«La arquitectura de Madrid es muy meritoria»
¿Cuál es su lugar para estar solo?
Me siento especialmente bien en los museos, pero hay un lugar que me hace sentir especialmente bien: el Museo de América. Y sus jardines, a la sombra del Faro de Moncloa.
De Madrid dicen que ha sido una capital chata y ahora crece en vertical, ¿le gusta?
La arquitectura de Madrid es muy meritoria. Madrid ha dado paso a grandes arquitectos. A mí no me disgustan las alturas. No soy mucho de atalayas. Soy más de andar por la calle, a pie de carretera y mirar para arriba. En el mar hay que mirar mucho al cielo. Siempre miras al cielo y al horizonte.
¿Tiene la cama apuntando al Norte?
Sí, pero es casualidad. Apunta a Polaris, pero no está adrede. Nunca me lo había planteado.
Algo habrá aquí que le disguste...
Lo único que no me gusta son los atascos. Pero es el peaje que hay que pagar para tener tantas cosas buenas.
«Quien venga a sufrir va a sufrir en cualquier lado: en Santander, en Málaga o en Madrid»
¿Cada cuánto hay que oxigenarse de Madrid?
Eso depende de cada cual. La actitud es fundamental. Hay que venir a Madrid a pasarlo bien. Quien venga a sufrir va a sufrir en cualquier lado: en Santander, en Málaga o en Madrid.
¿Cuáles son esos lugares recónditos donde encontrarle?
El Atazar y San Juan; los ríos están bien. En el Jarama hay un problema con los residuos. Y los navego y los ilustro siempre que puedo y en mi canal de Youtube, claro.
Por último, le pido un recuerdo gratísimo de Madrid.
En Madrid he conocido a mi mujer. Eso es suficiente. La conocí en un restaurante y tenemos dos hijos magníficos que han nacido aquí. Eso es lo más bonito.
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