La semana que el genio Albert Einstein pasó en Madrid

Así lo narraba ese frío día de febrero: Einstein viajaba en uno de los compartimentos, acompañado por su segunda esposa, Elsa Einstein. El periodista le reconoció de inmediato: «Sería imposible confundir con otra esa cabeza característica , que es más la de un artista que la de un sabio», escribió.

En su definición, pinta al físico como un hombre «alto (acaso tenga un metro y 75 centímetros, ancho de hombros, con la espalda algo encorvada», con «mirada lejana, como acostumbrada al infinito» , de «pelo abundante, largo y rizado, que ha sido muy negro pero en el cual predominan ya las canas».

El periodista tocó en la puerta y, ante la mirada sorprendida del científico, le muestra la portada de ABC de la mañana con su foto en portada. Einstein comprende, se levanta, le da la mano y le invita a sentarse junto a él.

En ese viaje en tren desde Guadalajara a Madrid, de una hora de duración, se desarrolló la entrevista con uno de los hombres más ilustres del momento. Que relató la buena impresión que se estaba llevando de este primer viaje a España, donde destacaba «el adelanto de Cataluña».

Con el traqueteo y el lento ritmo marcado por el transporte, el físico alemán fue desgranando detalles de su manera de actuar. Aclaró que cuando un problema le preocupa, «no trabajo durante días enteros; me paseo y voy y vengo en mi casa, fumo, sueño y pienso». Estos periodos se compensan con otros de hiperactividad, en los que «no ceso de trabajar». Su horario habitual es levantarse a las 8 de la mañana y acostarse a las 11 de la noche. «Fumo mucho, pero no pruebo el alcohol, ni tomo café».

La charla dio para más: para saber que a Einstein le gustaba tocar el violín, y lo hacía a diaro. Sus músicos favoritos, confesó entonces, eran Bach y Mozart . Y entre sus autores, «Shakespeare y Cervantes». En política, se definió así: «Soy un sincero demócrata», interesado en «los problemas sociales» y que manifestaba su «deseo de igualdad de derechos para todos los seres humanos». Pero «no tengo fe en una sociedad socialista, ni en el programa de producción de los comunistas», aseveró al entrevistador.

Entre estas y otras cuestiones, llegó el tren a la Estación de Mediodía, el viaje a su fin y Einstein a su destino de los próximos días. Allí le esperaban, además de las autoridades -el embajador de Alemania, el director del Banco Alemán Trasatlántico, una comisión de catedráticos de la facultad de Ciencias de la Universidad Central-, varios parientes de su esposa, que residían en España : los hermanos Kochestaler, según las crónicas. El matrimonio se alojó en el Hotel Palace.

Einstein estuvo casi una semana en Madrid, donde recibió multitud de homenajes y distinciones. Entre ellas, fue nombrado doctor honoris causa. Visitó museos, la Casa de la Villa, la Residencia de Estudiantes -donde coincidió con Ortega y Gasset -, el Pardo y el Monasterio de El Escorial, y se reunió con las principales personalidades de la ciencia y la sociedad: desde el rey Alfonso XIII a Gregorio Marañón, con el que coincidió durante una conferencia en el Ateneo madrileño. Hasta tuvo ocasión de conocer en persona a Santiago Ramón y Cajal, cuya reputación conocía desde 20 años atrás: le visitó en su domicilio, donde estaba convaleciente, en la tarde el 6 de marzo.