San Isidro sigue, 850 años después, de cuerpo presente

No es algo que ocurra con frecuencia: la tumba del santo más madrileño puede verse en cualquier momento, ya que está expuesta en la Colegiata. Pero contemplar los restos del patrón de la ciudad es algo excepcional: de hecho, la última vez que pudieron verse fue en 1985 . Luis Manuel Velasco, presidente de la Congregación de San Isidro, que es custodio del cuerpo, recuerda que hubo intentos de exponerlo antes, por ejemplo con el cambio de milenio, en el año 2000. Ahora, «cuarto centenario de la Canonización y Año Santo Jubilar de San Isidro», era casi obligado.

La exposición del cuerpo se hará con todas la precauciones precisas: aislándolo con un metacrilato antibalas, con cámaras de seguridad vigilando el recinto, e incluso se está en conversaciones con el Ayuntamiento de Madrid por si pudiera haber una custodia policial.

La Colegiata de San Isidro fue la catedral de Madrid hasta que se terminaron las obras de la de La Almudena. Pero no fue el primer lugar que albergó el cuerpo de San Isidro. De hecho, primero fue enterrado en la primitiva Iglesia de San Andrés , relataba Blanco y Negro en 1933. Según aseguraban en la revista ilustrada, a los 40 años fue trasladado al interior del templo, a un mausoleo junto a los altares de los apóstoles. Ahí ya se percibió que el cuerpo estaba incorrupto, lo que incrementó su fama de santidad.

A comienzos del siglo XVI, la familia Vargas consiguió que se le trasladase a la Capilla del Obispo, que empezó a construir en 1503 Francisco de Vargas, y terminó su hijo Gutierre, obispo de Plasencia. Allí permaneció otros 25 años, pero luego volvió a la iglesia de San Andrés, concretamente a un sepulcro cercano al altar mayor . Como la iglesia amenazaba ruina, y de hecho sufrió algún hundimiento parcial en 1656, de nuevo fue movido el cuerpo, hasta la Capilla del Obispo, donde se quedó hasta 1690. Pero no acabó ahí su periplo: volvió después a la nueva capilla de San Isidro, y un siglo después, a la Colegiata, por deseo de Carlos III verificado el 4 de febrero de 1769. Debajo de su arca, los restos de su esposa, Santa María de la Cabeza (esos no están incorruptos).

El cuerpo de San Isidro ha estado guardado en tres arcas diferentes: una interior, donde están físicamente los restos, y dos exteriores. Una es la llamada 'arca antigua', construida en torno a los siglos XIII y XIV; la otra fue regalada por los plateros de Madrid en 1620, coincidiendo con la beatificación.

La reina Mariana de Neoburgo regaló otra urna de plata, que fue entregada el 28 de enero de 1692, en agradecimiento al santo por haberla sanado milagrosamente de la enfermedad que la consumía.

San Isidro será visible en la capilla de la Inmaculada Concepción de la Real Colegiata de San Isidro, a partir del día 21: en la misa del peregrino, a mediodía, se abrirá el arca que contiene su cuerpo . Será uno de los eventos que van a llevarse a cabo con motivo de las celebraciones jubilares. Permanecerá allí expuesto hasta el 27, cuando el arca se cerrará e irá en procesión hasta la catedral de La Almudena, donde habrá una vigilia de oración, y al día siguiente, misa y nuevo traslado en procesión hasta la Colegiata, donde volverá a abrirse y seguirá la exposición hasta el día 29.

No es cualquiera el santo patrón madrileño: como destaca Luis Manuel Velasco, «hay más de 500 hermandades de San Isidro; es un personaje especial, que tiene gran predicamento en el mundo entero». Pone como ejemplo Filipinas, donde «ha arraigado en sus costumbres y creencias», y también Sudamérica: «En Buenos Aires hay una catedral dedicada a San Isidro Labrador».

Lo que se sabe de la vida del santo proviene del Códice de Juan Diácono, descubierto en 1504, que se guarda en la catedral de La Almudena. Y que habla de sus cinco milagros en vida : cuando rompió el saco de trigo para alimentar a los pájaros, a los que la nieve impedía encontrar comida, y cuando llegó a casa se encontró el saco intacto y lleno; cuando su patrón vio que los bueyes araban solos mientras él rezaba; o cómo hizo brotar el manantial de agua que aún hoy los fieles van a buscar a la ermita dedicada a su nombre...

Pero para acontecimiento extraordinario, el que permitió mantener este cuerpo incorrupto desde hace más de ocho siglos. Incluso salvando los desastres de la Guerra Civil: fue emparedado con arca y todo en un lugar próximo al altar mayor de la Colegiata, y allí permaneció tres años. Muy pocos estaban en el secreto , y eso fue lo que hizo posible que no fueran descubiertos, pese al incendio que sufrió el templo, que provocó el hundimiento de la cúpula central y parte de sus cubiertas; y de la exhaustiva búsqueda de los mismos que hicieron los contendientes. Nada más acabar la guerra, el 11 de mayo de 1939, el obispo de Madrid-Alcalá junto con otras personalidades acudieron al templo y vieron cómo se derribaba el tabique en cuestión y aparecía la caja con las reliquias. Dentro, San Isidro seguía inalterado.