Ruta por los encierros de la 'Pamplona Chica' que tampoco fueron
San Sebastián de los Reyes, sin toros, afronta con nostalgia, perplejidad y buen humor unas fiestas descafeinadas
El cronista oficial de la localidad recuerda ver «los toros entre dos luces», una manera poética de describir el inicio de un día de fiesta
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Iniciar sesiónSantísimo Cristo de los Remedios . Fiesta Cultural, «cultural por la pandemia» (un vericueto nominal para que no haya toros, según es común reproche a Ayuso en la localidad). Y todo un pueblo que sale a las calles con nostalgias de sus encierros, los ... mismos que, cuentan, estaban desde hace tiempo adaptados a las nuevas circunstancias. Los mozos de San Sebastián de los Reyes , de cero a cien años, llevan grabado en el alma el recorrido urbano que tantas veces ha cambiado de hora: Leopoldo Jimeno, Real Vieja, Postas, Real y Estafeta. Conviene ir a San Sebastián de los Reyes a palpar el pulso, pandémico pero festivo, de una ciudad que era la reválida de Pamplona pero con más pasodoble y más rumbita en la calle. San Sebastián de los Reyes sabe, con sus encierros vetados por la Comunidad de Madrid, que en el mapa mental y veraniego del corredor está y existe en letras capitales. Si Pamplona tiene sus mitos delante del morlaco, también los tiene San Sebastián de los Reyes.
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Por eso dos suecos, corredores y con moreno pálido, se solazan en la terraza de «lo de Paco el del Foro». A Michael, una triada en la rodilla le ha impedido correr este año, y el próximo, por mediar la pandemia y la prescripción facultativa; por eso se deja querer al sol con una camiseta donde hay que buscar a Wally entre corredores pamplonicas. Su compañero Rodolfo sí estaría en condiciones de trotar entre los balcones de un toro, pero realmente ha «venido por el ambiente». Y el ambiente, en agosto de 2021, es el que es. Paco Foro, el de la tasca El Foro, ha sido muchos años el pastor del encierro y nos dice que «esto no es la maratón» de Boston. Y lo dice junto a una barra en la que los retratos de corredores miran de frente a toreros locales y foráneos: dos formas de entender una pasión. Ruiz Miguel y un vecino anónimo ahí, en los dos lados del mostrador y de la gloria.
San Sebastián de los Reyes, sin toros, afronta con nostalgia, perplejidad y buen humor unas fiestas descafeinadas
Y es que sin las apreturas de otros años, San Sebastián de los Reyes recobra, en las calles del encierro, su alma de pueblo. Todo el mundo saluda entre la mitología y la vecindad a Fernando Ardura, antiguo corredor, veterano de los tercios y un teórico de cómo vencer a ese miedo que precede al cohete que libera a los astados. Ardura, que lleva una mascarilla legionaria, pontifica sobre el mero sentido del encierro: «Jugar con la muerte sin beneficio alguno». Por eso Ardura se vanagloria de aquellos primeros encierros, cuando venía a «pie desde Madrid, y en alpargatas». Casi esa misma remembranza la tiene el cronista oficial de la localidad, Santiago Izquierdo, que recuerda ver a «los toros entre dos luces». Una manera poética de describir el inicio de un día de fiesta. Porque Hemingway puede nacer en plena Meseta.
La ofrenda
Más allá, los que pasan y rinden pleitesía a Ardura y a Izquierdo llevan ganas de fiesta, y cierta orfandad de encierro que calman como pueden . A la tertulia improvisada se une el librero Eduardo Navacerrada, que desvela la tradición, más o menos reciente, de cantarle a un cuadro del Cristo de los Remedios que cuelga de un tornillo los días grandes. Como una versión vernácula de la hornacina de San Fermín consolidada por un tal Paco el Rama.
Miguel Ángel Martín Perdiguero, vicealcalde delegado de Festejos, no comprende que la Comunidad no deje correr toros cuando su «protocolo Covid ha servido de modelo para pueblos de fuera de la Región». «Como en Villaseca de La Sagra, Castilla-La Mancha, donde incluso nos han pedido asesoría», ejemplifica. Más adelante en el paseo, es Ardura quien recuerda una cogida, firmar la baja voluntaria, y mezclar «el ibuprofeno –o lo que fuera– con con chuletillas de cordero». Historias y recuerdos de la ‘Pamplona Chica’ que salen al paso, como la de la famosa puerta de los Cagados, que se abría al instante del encierro para que los ‘sanseros’ menos bragados tuvieran acceso al coso, «por ver los recortes».
Lo que sí es ‘vox pópuli’ en San Sebastián de los Reyes es el respeto que hay por parte de los visitantes que vinieron y que vendrán en años próximos. «Quien va al encierro, va al encierro; quien va a la juerga, va a la juerga». Y ambos ámbitos no se confunden; hasta el punto de que Paco el del Foro se inventó un reconocimiento al «guiri de las fiestas». Y es galardón bien prestigiado, según parece. Hay niños con capotillos, murales y talanqueras para inmortalizar este año tan raro. También, en cada esquina, altavoces que dan flamenquito mientras las familias se refugian del sol en las tabernas donde la Vuelta a España está en silencio. Una inmobiliaria exhibe una pantalla donde en bucle se repiten antiguos encierros: de cuando se vivía la normalidad perdida que custodian no pocos libros del fondo de catálogo de Eduardo Navacerrada. Apasionado, como tantos otros, de sus tradiciones más cercanas.
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