Robos de perros a la carta para cacerías, carreras ilegales o peleas

La controversia se acrecienta, además, por la falta de denuncias , como así constatan los expertos consultados. ¿El motivo? La ausencia de microchips de identificación (el DNI de las mascotas), que imposibilita las localizaciones. Por ello, resulta esencial concienciar a los dueños de que tengan los «papeles en regla» y poner en conocimiento de las autoridades y el Registro de Identificación de Animales de Compañía (RIAC) la pérdida o robo a la mayor brevedad posible: «El paso del tiempo siempre juega en contra».

Por extraño que parezca, el tamaño de los canes importa sobremanera. Los ladrones altamente profesionalizados suelen tener fijación por los perros grandes y de raza . Fuentes del Instituto Armado explican a ABC las cinco posibles salidas que mantienen en el mercado negro. Sucesos como el citado de la diputada popular entran en los catalogados como robos a la carta, efectuados después de una serie de vigilancias y siempre con un comprador de antemano. El objetivo, en el mejor de los casos, es la venta a un particular, interesado en adquirir un tipo específico de mascota por la vía más rápida.

Los otros supuestos son mucho menos halagüeños para la integridad de los animales. En épocas de caza, estos pueden ser utilizados para rehalas , grupos de hasta 20 canes destinados a la montería, una especialidad con gran implementación en el centro y sur de la península. «Es uno de los destinos más habituales, por el hecho de que pueden juntarse hasta 60 en cotos privados, donde es más fácil que pasen desapercibidos», confirman las mismas fuentes de la Benemérita, que ponen el foco en los montes de Toledo y Extremadura por una sencilla razón: en Madrid se cuentan con los dedos de la mano los espacios de caza mayor.

Si se trata de galgos, estos suelen emplearse en carreras ilegales , regadas normalmente con grandes sumas de dinero en juego. Y el peor de los destinos estriba en las peleas , una modalidad delictiva en la que la mayoría de perros sustraídos hacen las veces de 'sparrings', presas de otros canes maltratados previamente para acentuar su agresividad. Las cacerías menores representan la última de las actividades ilícitas, con 'equipos' de perros muy reducidos respecto a las monterías (apenas cinco o seis) y en lugares donde son exhibidos públicamente. No obstante, estas dos condiciones reducen su afectación al mínimo, dado el riesgo que corren los organizadores a ser detectados.

Hace un año, Marisa Méndez impulsó el grupo de Búsquedas Activas de perros y gatos , una comunidad que ya cuenta con 36 grupos de Whatsapp en Madrid (uno general de 250 personas y el resto separados por distritos de la capital y comarcas, con medio centenar cada uno) y más de cien avisos activos . Entre ellos, está el caso de Gabbana, una chihuahua perdida el 14 de enero en el barrio de San Fermín. Su dueña, una mujer con parálisis cerebral, recibió la peor de las noticias, cuando algunos testigos aseguraron que habían visto a gente llevársela en un coche. También el de Kai, un cruce de chow chow, desaparecido en el sector 6 de la Cañada Real el pasado 27 de noviembre. La dueña acudió a una junta vecinal y al volver a casa la perra ya no estaba en la parcela.

El calvario para algunas de las víctimas no termina ahí. Los estafadores aprovechan los carteles de búsqueda para llamar a los teléfonos y tratar de sacar réditos a costa del sufrimiento ajeno. «A la chica de la Cañada le llamó un hombre que aseguraba que le habían querido vender al animal y que si le ingresaba 100 euros lo podía comprar y devolvérselo», expone Marisa, que suma hasta once números fraudulentos dedicados a este menester. La desesperación es tal que los propietarios pueden llegar a morder el anzuelo, por lo que desde el grupo de rescate activo recalcan la importancia de no ofrecer recompensas y asesorarse antes de realizar cualquier pago.

La lectura del chip es otra de las cuestiones que más preocupa a la hora de denunciar las desapariciones de perros. «Es habitual que si aparece un perro atropellado en la carretera, las empresas encargadas de su mantenimiento no le pasen el lector y por tanto no se notifique la muerte a sus dueños», advierte Marisa. En la ciudad de Madrid, es el servicio especial de recogida y retirada de animales muertos, adscrito al Servicio Veterinario de Urgencia de Madrid Salud (Sevemur), el que se encarga de este proceso. Solo entre junio y noviembre del año pasado fueron recogidos de la vía pública y domicilios un total de 3.372 animales fallecidos , según el portal de datos abiertos del ayuntamiento. La mayoría no contaba con el chip de identificación.