COLONOS
Riki Rivera: «Madrid tiene un punto por alegrías porque está viva»
Compositor gaditano, sus ojos no han perdido la inocencia de ver la capital como la primera vez. En él se da el mestizaje del sureño que ama a Madrid sin peros, ni 'saudades' poco edificantes
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Iniciar sesiónRiki Rivera , compositor gaditano, lleva un puñado de sal de Cádiz en el bolsillo de la gabardina. Se sienta en el teatro Alfil, que es su lugar, o uno de sus lugares y donde nos cita. Ahí, bien y posando en una butaca ... cualquiera como si en Dolby fueran a sonar sus acordes de un momento a otro. Premio Goya en 2015 por la BSO de 'El Niño', premiado en los últimos Carmen del celuloide de debajo de Despeñaperros, en él se da el mestizaje del sureño que ama a Madrid sin peros, ni 'saudades' poco edificantes. Aparte de ser su ciudad de las oportunidades, desde la butaca nos cuenta su proceso por el cual la Capital se le metió en las habitaciones últimas de la sangre. Es verdad que no sufre la almendra central y disfruta, por eso, de Malasaña y aledaños. Pero también el Madrid más tópico le fascina, y aún mantiene en el carrete fotográfico de la memoria su primer bocadillo de calamares. La vida y su profesión le vinieron a desmentir cierto imaginario del madrileño como ser despreocupado. Lo mismo le ha compuesto a Miguel Poveda que a Aitana, pero arubiatado, como son la mayoría de los de «Cádiz-Cadiz», se le casi asoma una lágrima cuando oye la palabra carnaval. Esos mismos ojos no han perdido la inocencia de ver Madrid como la primera vez.
Oiga, Riki, ¿con qué rima Madrid?
Con planes. Con oportunidades. Con que haya un plan A, un B y un C. Con comedia. Yo hago mucha comedia y quiero seguir haciéndolo. Madrid es una explosión.
Madrid se mete en las entrañas. Dígame el proceso.
De pequeño me sorprendieron los bocadillos de calamares. Aquello me dio un 'castañazo' porque no entendía cómo se podían meter los calamares en un bocadillo. Lo digo en serio. Me parecía una burrada meter calamares rebozados en un pan. Como la expresión 'pan con pan'. Pero me encantó. Eso fue cerca de Princesa, donde nos hospedábamos en 1997, y, frente al Corte Inglés, en la esquina había, como decimos en Cádiz, un 'freidor'.
¿En qué año llegó a Madrid?
Llegué en 2010, aunque ya grabé mi primer disco aquí en 1997 en los estudios Sintonía con un grupo que hicimos en Cádiz. Teníamos 17 años. Éramos todos de allí. La proyección era grabar y luego girar. Aquello entró dentro de la estructura de las discográficas. Pero me vengo a vivir en 2010.
¿Cómo ve Madrid un gaditano de 'Cádiz-Cádiz'?
Como los gaditanos nos hemos criado al cristal de la ironía y la gracia, he dado con gente en Madrid con ese punto. He dado con actores y gente del cine o la comedia, o la música alucinante. Valoro y admiro el cariño que se le tiene a Cádiz fuera. En cualquier sitio veo el cariño que se le tiene a Cádiz en Madrid. De cada diez sitio a los que voy, al menos con siete te dicen que conocen Cádiz, que veranean en Conil… Conozco a una mujer que le encantan las chirigotas y va a ver las 'ilegales'. Y es de Coslada. Eso lo agradezco mucho. Cádiz está muy presente y es muy bonito.
Confiese dónde se inspira.
Aunque sea un 'topicazo', el paralelo de Gran Vía y Malasaña me encanta: Gran Vía, Plaza Mayor, el Madrid de los Austria… Es un flipe ir por Callao y tomar un café. Es que yo vine de viaje de fin de curso y me enamoré. Con 15 o 16 años me contrató un grupo flamenco para ir al rastro de Casa de Campo. Era algo lujoso: venía al Rey o la aristocracia. Y había tablaos. Estuve una semana aquí; aproveché para visitar el Candela, el Casa Patas...
¿Es Madrid la capital del flamenco?
Se puede decir que sí. Porque hay mucha variedad. Sigue habiendo tablaos, hay programaciones. Hay muy buena oferta de flamenco, pero a día de hoy el flamenco está en un estado de salud preocupante.
Demos con alguna solución.
Para empezar, volver a lo que había con esos festivales que hacían antes como el festival Flamenco Madrid. Se podría hacer un festival de una semana que sea estandarte del arte flamenco del mundo. Que viniese gente de fuera, que hubiese cursos. Que, durante una semana o dos, hubiera una explosión de flamenco en distintos teatros. Eso sería maravilloso.
¿Qué palo del flamenco le va a Madrid?
Creo que tiene un punto por alegría o por bulerías porque está viva, pero también tiene un punto de soleá cuando cae la noche en otoño y la ciudad se vuelve misteriosa. Pero una bulería en toda regla, quizá también un tanguillo.
¿Y de carnaval?
Tiene una parte de coro elegante. De ‘quieto aquí y cuidado con esto’. Podríamos decir, también, que tiene algo de comparsa chirigotera.
El andaluz y el madrileño, ¿se parecen?
Se parecen en la ilusión, las ganas, en el hambre de creatividad. El madrileño me recuerda al andaluz que quiere emprender y triunfa.
Madrid tiene, como todo, un reverso negativo
La gente lacia, ‘apretá’, pero de ese tipo de gente hay en todos los sitios. Hay gente con la que quieres conectar y es un poco lacia. Pero yo amo Madrid. Todo.
Hágame un vídeoclip de Madrid.
El Templo de Debod me impresionó mucho. Me encantó. Pero me valen cualquier esquina de Malasaña o de Tirso de Molina. Adoro pararme delante de las iglesias, los edificios… recuerdo el otro día pasar por Cava Baja y es algo que aprecio mucho. Ponerme a apreciar el paisaje y el paisanaje. Es fantástico ver a cada uno con sus movidas, con sus tristezas, con sus cosas…
Madrid en cinco palabras
En Madrid todo es posible.
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