Del riesgo de exclusión al mercado laboral: «Llegué en patera, sin saber español y ahora tengo un empleo»

Él es una de las personas que forma parte del proyecto Unidades Distritales de Colaboración (UDC), un programa municipal que –a través de asociaciones– emplea y forma a personas en riesgo de exclusión para fomentar su inclusión en el mercado laboral. Ellos ponen fin a muchos de los problemas de los distritos con tareas de albañilería, reparaciones de muros, mejora de zonas verdes, borrado de grafitis o recogida de carteles de prostitución.

La vida de Hamed se aleja mucho, al menos hasta ahora, de haber sido tranquila. «Llegué a España en patera en 2019, con 17 años y sin saber hablar español. Ahora, tengo un trabajo que me permite vivir, y permiso ya para trabajar aquí» , resume el joven, natural de Guinea Conakry. Después de días de travesía y dejando en su país solamente a su tía, recaló en Almería hasta que un amigo, con el que emigró, lo convenció para ir a Francia. «Aquí no conocíamos a nadie y él tenía familia allí. Cuando llegaron a recogerlo, me dejó en la estación. No volví a saber de él», continúa. Estuvo varios días durmiendo al raso en el país galo y pidiendo dinero hasta que consiguió volver a España; en esta ocasión, a Madrid.

«Pasé tres noches en la calle, hasta que un señor me preguntó si estaba bien y qué edad tenía. Me dijo que al ser menor podía ir a la Policía», dice el guineano: «Los agentes me llevaron al centro de menores de Hortaleza, donde solo estuve cinco días; luego, me cambiaron al de Casa de Campo, estuve un año». Allí comenzó a estudiar la ESO, un curso de carpintería y consiguió permiso de trabajo. Los trabajadores sociales lo pusieron en contacto con la asociación Progestión , que lo entrevistó para formar parte de la UDC de Hortaleza, donde está contratado desde septiembre de 2020.

La vida de Hamed dio entonces un giro de 180 grados. «Después del trabajo voy a clase para seguir estudiando la ESO. También me estoy sacando el carné de conducir y ya tengo alquilada una habitación», cuenta, orgulloso de sus logros. Su objetivo es «aprender una profesión y tener una vida segura» , pero tiene otro sueño: «Comprar una casa, y quedarme en Madrid, siempre en Madrid».

Martín Espín es el coordinador de la asociación. «En Hortaleza tenemos ocho operarios desde 2020, haciendo principalmente tareas de limpieza, jardinería y albañilería en zonas donde los vecinos nos demandan», subraya el responsable del proyecto, que finalizará en septiembre de 2022. «La intención es que este programa sea un proceso que favorezca la inserción sociolaboral» , añade.

Toño, encargado del equipo, prosigue la explicación: «Además del trabajo, damos talleres y formación. De aquí salen preparados para incorporarse al mercado, aunque no es sencillo». En la calle del Pinar del Rey, donde Hamed está estos días, realizan una escalera en un espacio entre varios edificios. Tardarán, como mínimo, tres semanas en terminarla. «Pedimos permiso a los vecinos, porque el suelo es privado pero de uso público, y estuvieron encantados», asegura Toño.

En la calle de Santa Virgilia, el resto de operarios recogen las hojas del otoño. Saray, Fátima y María cargan los rastrillos y las acumulan en grandes bolsas de basura. Para Saray, madre soltera de un hijo de 12 años, este es su primer trabajo. «Pensaba que no podría hacerlo por la maquinaria pesada que a veces utilizamos, pero con la ayuda de los compañeros aprendo cada día más», relata la mujer. Fátima, marroquí con tres décadas en España, se quedó en paro tras ser recepcionista. «Esto me ha cambiado la vida. Conozco a gente de otras culturas donde la raza no importa», dice. Una situación similar es la de María: brasileña, profesora en su país, estuvo dos años sin trabajo tras cuidar a personas mayores. «Este proyecto nos ha salvado de las listas del paro», concluye, antes de regresar a su tarea.

El programa municipal –con un presupuesto de casi 12 millones de euros e impulsado por el Área de Coordinación Territorial, Transparencia y Participación Ciudadana– se extendió en 2020 a los 21 distritos. En tres de ellos (Arganzuela, Salamanca y Moncloa-Aravaca), los proyectos terminan el 31 de diciembre y el consistorio ultima ya la tramitación de la nueva convocatoria de concursos que se iniciará en febrero ; en los 18 restantes, ya se han puesto en marcha los trámites iniciales para garantizar la continuidad de las UDC.

Los proyectos, gestionados por entidades sin ánimo de lucro que trabajan con personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social, tienen una duración de dos años y persiguen su inclusión sociolaboral. Cada una de las asociaciones se encarga de uno de los distritos, presentando y ejecutando proyectos que favorezcan la cohesión social , la concienciación ciudadana y la regeneración de espacios públicos.

En Salamanca, La Rueca borra los grafitis y embellece una pasarela peatonal de la calle del Doctor Esquerdo. Claudia maneja los espráis con los que pintará en la pasarela los logos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. «Llegué a España en octubre de 2019 desde Venezuela, no había homologado mis estudios y entrar al mercado laboral era muy difícil» , cuenta la joven, de 23 años. «Esta oportunidad es muy buena porque con cada actuación vamos adquiriendo formación que confío que nos sirva para tener mejoras en la empleabilidad», explica Claudia, quien desea trabajar en atención al cliente o como dependienta.

Juanjo Bailón es el oficial del grupo. Trabajador de la construcción, se quedó en paro hace siete años después de que su empresa se fuera a la quiebra . «Con una determinada edad, tengo 57, cada vez es más complicado conseguir trabajo. Me gustaría continuar con las UDC, es muy gratificante, aunque sigo en la búsqueda de empleo activa» , afirma él, tras acabar el embellecimiento del espacio que les ha llevado cuatro jornadas. «Por la UDC de Salamanca han pasado hasta ahora 13 personas, y cinco de ellas ya han conseguido empleo fuera», afirma Ángela Iglesias, coordinadora del distrito: «Buscamos perfiles vulnerables en la agencia de empleo municipal, el SEPE o el recurso de empleo de los Servicios Sociales».

La delegada de Participación Ciudadana, Silvia Saavedra, defiende la continuidad de este «proyecto de ciudad». «Trabajan para mejorar la vida de los vecinos del barrio, su entorno y realizar proyectos sociales siempre con una sonrisa», dice sobre los operarios. Ellos, mientras, agradecen la oportunidad de tener una vida mejor.