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El relojero de la Puerta del Sol: «Me gustaría que hubiera gente, pero nuestro trabajo es el mismo»

Jesús López Terradas lleva desde 1997 afinando el reloj más emblemático de España y del que dependen las campanadas

El maestro relojero Jesús López Terradas ultima los preparativos para unas campanadas pasadas EFE
Álvaro G. Colmenero

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La normalidad, que se esfumó a principios de año con la irrupción de un nuevo y pernicioso virus, no regresará tampoco el último día 2020. La Comunidad de Madrid ha suspendido todos los actos de las campanadas en cualquier plaza pública de la región, incluyendo, por supuesto, la emblemática Puerta del Sol. Era previsible, en una temporada marcada por el pátogeno y cuya manera de frenar su evolución es evitar el contacto estrecho. Bien sabe de este «bicho» Jesús López Terradas , uno de los tres relojeros que miman al protagonista que marca los tiempos para saludarnos el nuevo año. Él, que lleva desde 1997 afinando el reloj más emblemático de España, ha pasado recientemente por las garras del Covid-19. Aunque, dice, «eso ya es historia». Históricas serán tambien estas campanadas, envueltas en un silencio fantasmal, pues estará prohibido concentrarse por primera vez en este céntrico enclave.

« Es la primera vez que ocurre , yo no recuerdo que hubiera pasado. Vamos a vivir una cosa que no ha ocurrido nunca. Hay que esperar a que pase para ver que sensación real tenemos, sin haberlo probado no sé qué sentiré», cuenta al otro lado del teléfono López Terradas a ABC. La atmósfera será extraña, fría, pero para este relojero de cuarta generación el desempeño será el mismo. «A mí y a mis compañeros no nos afecta para nada en la parte de trabajo, en la parte técnica. Nosotros tenemos que hacerlo exactamente igual que si estuviera la plaza llena . Sí que es verdad que no va a haber unos miles de personas en la Puerta del Sol, pero en la televisión lo va a ver toda España. Queremos que las cosas se hagan bien para que todo el mundo viendo por televisión lo vea con precisión», apunta.

En el año más atípico, donde lo rutinario se ha convertido en la mascarilla, la separación entre personas o los aforos reducidos, no ha pillado de sorpresa que un evento masivo como las campanadas de Fin de Año se hayan cancelado. A López Terradas le agradaba el ambiente de la plaza abarrotada. «Vivía en la plaza de Callao así que el jaleo de la Puerta del Sol me lo conozco desde hace muchos años», expone entre risas. Pero otro año será. «Personalmente preferiría que hubiera gente , porque que no haya gente por el coronavirus maldita la gracia que tiene, si fuera por un motivo de alegría, todavía... Pero las cosas son como son y si tenemos que evitar juntarnos para que desapareza el virus pues hay que hacerlo. Con lo que tenemos, era mejor no ir . Aun así, la gente que esté en casa lo vivirá con alegría», relata.

Los tres trabajadores que más ojos observan en el último tramo del año se subirán de nuevo a la torre para vigilar de cerca el segundero. Aunque es en Nochevieja cuando las miradas se ciñen sobre ellos, el resto del tiempo cuidan también del reloj. «Trabajamos todo el año, si no lo hiciéramos se pararía», explica con detalle. «La fuerza se la dan tres pesas, dos de 122 kilos y otra de 50 kilos. Todos los sábados están en la parte más baja de la torre, hay que ir, remontar las pesas a su parte más alta para que el reloj no se pare, se engrasa y se examina bien toda la máquina». De ellos dependerá, un año más, que la bola baje y el Reloj de Gobernación dé paso al ritual de las 12 uvas .

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