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El Pole Dance desnuda sus tabúes y quiere ser olímpico

En cinco años se han multiplicado las academias madrileñas que ofertan clases de barra americana

Tania Guillén, la profesora, instruye a sus alumnas de la escuela Flow, en la calle General Yagüe de Madrid ÓSCAR DEL POZO
Marta R. Domingo

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Desde las puntas de los pies hasta los dedos de las manos, el cuerpo de Tania Guillén permanece en el aire, estirado en perfecta simetría, como el de una bailarina de ballet con alas. Su único apoyo es una barra vertical por la que se eleva y gira sin parar, como si todo fluyera sin ningún esfuerzo. Ella es instructora de Pole Dance –conocido como barra americana en español–, una práctica deportiva heredada de las artes circenses que lucha por despojarse de los tabúes que lo asocian con los clubes nocturnos y «stripers», y que aspira a convertirse en un deporte olímpico : este fin de semana se ha celebrado en Tarragona el primer Campeonato de España de Pole Sport , el primer paso para reivindicar su presencia en los Juegos.

Esta disciplina ha experimentado un auge de popularidad significativo en los últimos cinco años. En Madrid, las escuelas han multiplicado por cinco el número de clases y alumnos, entre los que también se han incorporado hombres y niños. «No somos ‘strippers’, sino gimnastas», matiza Guillén, que se lamenta de que esta disciplina se vincule siempre «de forma errónea» con los desnudos eróticos.

Un fenómeno

Hace cinco años que Guillén, que es Ingeniería Informática, comenzó a impartir clases de baile en barra en la escuela Flow (General Yagüe, 56). En 2011, cuando las academias lo empezaron a incluir en sus programas, apenas había instructores y se le ofreció la oportunidad de dedicarse a algo que aprendió de forma casi autodidacta y que le «apasionaba». «Al principio era un trabajo extra y ahora se ha convertido en mi profesión: tengo cinco veces más alumnos que cuando empecé. De tres clases a la semana , hemos pasado a dar veinticinco . Ha sido un fenómeno», relata la profesora.

Repartidos en grupos mixtos, los aprendices de mayor nivel entrenan para la competición más importante de Pole Sport realizada hasta ahora en España. El campeonato está organizado bajo la normativa y código de puntuación de IPSF ( International Pole Sports Federation ). Los ganadores de la categoría Élite que obtengan la puntuación suficiente representarán al país en el mundial de Londres.

Practicar en casa

Beatriz Rodríguez , de 26 años, lleva tan solo año y medio practicando con la barra, pero ha probado suerte en este torneo, al que han acudido más de un centenar de atletas de todas las edades, incluidos niños y mayores de 50 años.

«El Pole requiere mucho sacrificio. Después del trabajo, cuando llegas a casa, te tienes que poner a estirar y entrenarte. Con las clases no basta, por eso, casi todos nos instalamos una barra (que cuesta unos 300 euros ) en la habitación. A veces, me he tirado practicando hasta las dos de la madrugada», cuenta esta fisioterapeuta de profesión. En este certamen, cuatro jueces miden el equilibrio, la fuerza y la flexibilidad de los gimnastas. Hasta el vestuario que utilizan los participantes está regulado. «Es un deporte que hay que hacer con poca ropa, porque la piel se adhiere. Con pantalones largos sólo se podrían hacer determinados números, pero la mayoría no», explica Alicia Lobo , que hace un año que vio a la que desde hace meses es su profesora en un espectáculo de Pole y se «enamoró» de esta danza vertical. «Es como quien corre una maratón, que van con un top y unos pantalones muy cortos para aligerar peso», ejemplifica la actriz, de 35 años.

Tania Guillén, la instructora de Pole de la academia Flow ÓSCAR DEL POZO

Precisamente, la variante exótica del Pole, que permite mayor libertad de vestuario y movimientos, es catalogada por muchos como un arte escénico. En Madrid, el actor que representa a Peter Pan en el Teatro Arlequín «vuela» al País de Nunca Jamás gracias la barra. Y, en Montreal, el Circo del Sol también lo ha incluido dentro de su repertorio.

Casualmente, aunque se asocie a una disciplina de mujeres, el máximo representante de Pole Dance en España es el canario Saulo Sarmiento , ganador del campeonato de Pole Art en 2012», indica Guillén. «La incorporación de los hombres y los niños, ha limpiado un poco los tabúes y los clichés en torno a la barra. En eso, Rusia nos lleva muchísima ventaja», comenta la instructora madrileña.

Al término de una de las clases, una niña china de 7 años se cuela en el aula y trepa con soltura por la barra, ante la sorpresa de los padres y demás alumnos de la academia. «Es muy interesante verles, porque no tienen miedo a nada. Tienen menos control de su cuerpo, pero lo desbloquean mucho mejor que los adultos. Ahí es cuando te das cuenta de que cuanto más mayor te haces, tu cerebro es tu mayor enemigo», dice Guillén, con ironía.

«Ellos son los que más disfrutan», añade la Noelia, la directora del centro, que reconoce que costó más convencer a los padres que a los niños de que les apuntaran a Pole. Por eso, permite que acudan a ver a sus hijos durante las clases, para desterrar la idea de que se enseña a hacer «striptease» a menores. El deseo de todos ellos –alumnos y profesores-- es que, «cuando esa niña crezca, ya se haya recorrido un largo camino». Y que los profesionales que este fin de semana han medido sus fuerzas entre figuras que parecen imposibles, la elegancia de sus suaves movimientos y la coordinación de la música con el cuerpo, puedan «desplegar sus alas» en unos Juegos Olímpicos.

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