Plan para salvar de la piqueta las naves del Soho de Carabanchel

La modificación urbanística municipal permitirá mezclar los usos industrial y residencial en el antiguo polígono ISO

La presión inmobiliaria amenaza con expulsar a los artistas que cruzaron el río en busca de grandes espacios

La enorme nave de Sabrina Amrani, la primera galerista en mudarse a Carabanchel, en 2019 JOSÉ RAMÓN LADRA

Lo han comparado con el Soho londinense y llamado el Brooklyn madrileño. Carabanchel comenzó a seguir la estela de otras grandes ciudades hace más de una década, cuando los primeros artistas cruzaron el río Manzanares para instalar su creatividad en las enormes naves vacías del antiguo polígono ISO. Las inmobiliarias no tardaron en llegar, ávidas de espacios inexistentes en la capital, y se afanaron en sustituir los edificios industriales por bloques y bloques de viviendas. Una amenaza al epicentro del arte de Madrid que la modificación urbanística aprobada esta semana por el Ayuntamiento pretende frenar.

Casas de ladrillo nuevo y manzanas reformadas ocupan ahora el lugar de las naves que en los años 50 cobijaban fábricas, imprentas y cooperativas dentales. La transformación del polígono, lenta pero inexorable, se ha acentuado en el último lustro, aunque aún quedan restos del siglo pasado en pie. «En los últimos años se ha producido una expulsión de los artistas que se han instalado en esos locales, son edificios industriales de uso industrial que los promotores compraban y convertían en pisos», explica a ABC el delegado del Área de Desarrollo Urbano del Consistorio, Mariano Fuentes. El plan municipal para salvarlos del hambre de las constructoras se centra en la hibridación de usos, uno de los cambios -junto a la limitación de pisos turísticos y cocinas fantasma- que se introducirán en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1997.

Esta modificación urbanística, que recibirá la aprobación definitiva a lo largo de 2022, permitirá mezclar los usos industrial, residencial y dotacional en las naves del polígono ISO. «Lo que queremos es que puedan coexistir galerías de arte con viviendas en la misma parcela», añade Fuentes, «para evitar la expulsión de este movimiento cultural y artístico por la presión inmobiliaria». A partir de este otoño, después de superar el periodo de alegaciones de tres meses, la nueva normativa entrará en vigor -aunque convivirá con la antigua hasta el próximo año- y los promotores tendrán, en palabras del concejal, «más opciones encima de la mesa» antes de recurrir a la piqueta.

Un modelo de convivencia

La iniciativa para proteger esta fracción industrial del sur de Madrid comenzó hace ya cuatro años, durante el mandato de la excalcaldesa Manuela Carmena. Asociaciones vecinales, estudios de artistas, talleres de artesanos, locales de ensayo de música y gestores culturales se aliaron para blindar el polígono ISO de la burbuja inmobiliaria. «Desde el inicio hemos planteado la necesidad de proteger los usos y medidas para frenar el derribo de edificios industriales», cuenta por teléfono el redactor del primer proyecto, Vicente Pérez, responsable de Urbanismo y Vivienda en la Fravm (Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid).

Fueron cuatro años de estudios, trabajos y «muchas, muchas» reuniones con el Ayuntamiento para impedir que el mercado arrasase con un modelo único en la ciudad. «Merece la pena proteger el polígono porque, en un distrito periférico del sur, en una zona con barrios muy vulnerables, como el Alto de San Isidro o la Colonia de General Ricardos, se han instalado los artistas. Ha sido una concentración espontánea de distintas artes que sirve para regenerar espacios como este; tiene un valor ejemplar importante», asevera Pérez. El Consistorio ha atendido sus demandas y ha dado el primer paso, pero toca esperar para ver los resultados.

Pérez desconoce cómo se materializará esta suerte de blindaje de las naves industriales. «El documento de 20 páginas que hay ahora no concreta las medidas», lamenta. De momento, el único negro sobre blanco recoge la modificación de los usos en la norma zonal 9, aquella que afecta a las áreas industriales de Madrid, sin que haya una mención específica al polígono ISO. No obstante, la meta del Área de Desarrollo Urbano es «facilitar la implantación de actividades como las que ya existen» y preservar el corazón cultural de Carabanchel.

Una antigua imprenta, ahora copada por estudios de artistas ISABEL PERMUY

Mientras tanto, queda poco del anterior polígono ISO, que recibe su nombre de la marca automovilística que fabricaba en la zona el peculiar isocarro. Pedro Gallego de Lerma, que en 2019 trasladó su galería La Gran a un edificio antaño plagado de imprentas, ha sido testigo del furor inmobiliario en poco tiempo. «A la vuelta de la esquina hay unas naves abandonadas pero con muy buena pinta. He encontrado en un portal que se tiran para construir una manzana de viviendas de lujo. El problema es si todo empieza a ser así», opina. En sintonía con el resto de inquilinos, aspira a que las inmobiliarias no conviertan el barrio en un gueto residencial. «Que hagan inversiones pero permitiendo un desarrollo económico que no se lleve por delante a los residentes tradicionales», dice.

Hogar de la creación

Emplazado en el barrio de San Isidro, es difícil señalar dónde empieza y dónde acaba el polígono ISO. En la avenida de Pedro Díez y en la calle de Nicolás Morales se suceden la mayoría de estudios –hay más de 300 artistas–, talleres y locales de todas las disciplinas artísticas imaginables. Ahí desemboca el eje cultural y artístico que vertebra la capital. La exposición se concentra en los museos del paseo del Prado, continúa en las galerías de Lavapiés y se desinhibe en las instituciones más alternativas de La Casa Encendida y Matadero. Pero la creación ocurre al otro lado del río, tras las fachadas castizas y desgastadas, con máquinas de aire acondicionado y algunos grafitis, de Carabanchel.

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