Plan para proteger a la cigüeñas negras de Madrid: cámaras en nidos y GPS para los polluelos

Los proyectos de protección en marcha y la colaboración ciudadana han logrado duplicar la presencia de parejas de ejemplares en Madrid de esta especie en peligro de extinción

Un ejemplar cuida de sus huevos en el nido, en Madrid ABC

Pocas personas han tenido la oportunidad de ver en vuelo a una cigüeña negra . No es extraño: esta especie en peligro de extinción contaba en 2018 con sólo tres parejas en la región. Pero los trabajos de recuperación realizados por la Comunidad de ... Madrid y la colaboración ciudadana han cambiado las tornas: ahora ya se han censado siete parejas, que sacan adelante a quince polluelos.

Una vez más, la presencia humana juega en contra de los ejemplares de cigüeña negra, animales tímidos y esquivos por naturaleza. Por eso, tienden a hacer sus nidos en cortados rocosos e inaccesibles o en los árboles más altos, y a ser posible, en fincas cerradas, más tranquilas por ser de difícil acceso para el común de los paseantes.

Las cigüeñas negras nidifican en primavera, tras regresar a la península después de un larguísimo viaje hacia las cálidas tierras del sur. Un trayecto que los GPS instalados en algunas de ellas han permitido conocer con detalle: recorren 8.000 kilómetros, hasta tierras del Sáhara, pasando por Egipto, y entran de nuevo en España por Sotogrande.

De las más amenazadas

La Consejería de Medio Ambiente, que dirige Paloma Martín, comenzó en 2020 a desarrollar un programa de recuperación y conservación de la cigüeña negra. La población de esta especie en la Comunidad de Madrid es, afirman los expertos, de las más amenazadas de toda España, debido sobre todo a las infraestructuras que recorren la región –vallados o tendidos eléctricos, con los que chocan o en los que se electrocutan–, la presión urbanística, el intenso uso recreativo del medio natural en una comunidad con una de las densidades de población más alta de España, y las vías de comunicación que penetran, fragmentan o circundan su hábitat.

Además de las molestias que les generan los seres humanos, muchas de las actividades forestales clásicas –como la limpieza del monte– se realizan precisamente durante el periodo de reproducción de esta especie, lo que es una de las causas más habituales de su fracaso reproductivo.

Las población más al norte

Todos estos elementos se tuvieron en cuenta por la Comunidad a la hora de iniciar las actuaciones para asegurar la conservación de la especie. Lo hicieron técnicos de la Dirección General de Biodiversidad y Recursos Naturales y expertos de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con la asociación internacional Bird Watching. Sus esfuerzos han dado frutos: se han censado siete parejas que han sacado adelante a quince cigoñinos.

La cigüeña negra se asienta en todas las grandes cuencas fluviales de la región, preferentemente en la zona suroeste, en la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) ‘Encinares de los ríos Alberche y Cofio’, donde suelen establecer sus nidos sobre los árboles. La población madrileña de cigüeñas negras marca el límite de distribución de esta especie por el noroeste peninsular. De las siete parejas que criaron en 2021 en otros tantos territorios madrileños, a mediados de abril de 2022 han vuelto los dos miembros en cinco de estas zonas, y en otra sólo se ha visto a uno de sus miembros.

Las tareas para conseguir que nidificaran y se reprodujeran las cigüeñas negras en la Comunidad comenzaron por un estudio de los hábitats más favorables para la especie: a lo largo de la época de reproducción de 2021 se analizaron 57 territorios potencialmente nidificables. Más tarde, se han realizado labores de vigilancia y seguimiento, y la comprobación final del número de jóvenes que se habían desplazado.

Uno de los factores que se tuvo en cuenta fue el régimen de propiedad del suelo donde las cigüeñas negras hacían sus nidos: la mayoría estaban en montes particulares, más tranquilos por su difícil acceso que los públicos. La colaboración de los propietarios de estos terrenos ha sido total.

Para ayudarlas en el proceso de nidificación, se habían colocado unas plataformas, y muchas de ellas sufrieron daños a causa del temporal Filomena, en enero de 2021. Fue necesario apuntalar algunos de los nidos para que pudieran volver a ser utilizados durante la primavera. Aprovechando el verano, cuando las parejas de cigüeña negra se marcharon a sus cuarteles de invierno, se protegieron esas plataformas para evitar que otras especies que crían antes, como buitre negro o búho real, ocuparan sus nidos: agentes forestales del grupo de Trabajos en Altura colocaron en ellos unos grandes conos metálicos.

Para hacerles más fácil obtener alimento, Medio Ambiente ha liberado 2.000 peces –concretamente, tencas, de piscifactorías– de 11 centímetros de longitud en cuatro charcas de cinco fincas privadas donde hay nidos o se sabe que son zona de alimentación y paso de las cigüeñas negras. Además, en otras dos fincas privadas donde existen dos nidos históricos se han creado dos charcas poco profundas donde puedan alimentarse con anfibios, que las colonizan rápidamente, o con peces previamente aportados.

Cámaras en nidos

Aún ha habido una tercera batería de medidas, con el fin de conocer los desplazamientos que realizan las cigüeñas negras: investigadores de la Universidad Complutense de Madrid instalaron emisores con GPS a cuatro de los polluelos nacidos en Madrid . Estos emisores envían información a tiempo real tanto del lugar en que se encuentran los animales, como de la velocidad y altitud de su vuelo. Y gracias a ellos sabemos que, en su viaje de invierno hacia el sur, pasaron dos meses en el suroeste ibérico y desde allí cruzaron el Estrecho de Gibraltar rumbo al sur del Sáhara.

Sus padres han vuelto a la Península ya, procedentes de Senegal, tal y como permite observar el GPS. En sus nidos se han instalado también cámaras para conocer puntualmente lo que ocurre en ellos, y actuar en caso de necesidad.

Según señaló la consejera de Medio Ambiente, Paloma Martín, «es enorme el valor que tienen para la fauna de nuestros ecosistemas estas aves que, cada verano, se asientan en la Península Ibérica, y a las que debemos cuidar y proteger para conservar sus poblaciones, a través de programas como este».

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