Parroquia de San Francisco de Sales: templo de dulzura y amabilidad

La parroquia de San Francisco de Sales –patrono de los periodistas–, en la periodística calle de Francos Rodríguez, 5, rezuma alegría y vida; algarabía y bullicio, frescura. Ya les decía Don Bosco –el santo de las bilocaciones– a sus hijos: del santo de Ginebra tenían que aprender dulzura y amabilidad. Así es esta parroquia, dulzura y amabilidad.

No hay parroquia salesiana que no tenga a todo el barrio pegado a una estampa o calendario de María Auxiliadora . En el bar de enfrente; en la mercería de la esquina; en el quiosco a la vuelta de la calle, María Auxiliadora, octavo sacramento. Quizá porque los más activos de esta parroquia son los Trovadores de María Auxiliadora, esos niños de 3 a 30 años, de los que el párroco, el padre Mariano Sáez de Castro , habla maravillas.

Los Trovadores, siempre alegres, con su grito, explosión de fiesta: «Trovadores, trovadores, trovadores…». El padre Mariano es párroco, director general del colegio y superior de la comunidad. Y todavía tiene tiempo libre. Quizá, porque está acompañado en las tareas por los salesianos Manuel Rueda Fraile y José Luis Sánchez Regidor , y por el resto de religiosos de la comunidad que celebran misas, atienden el confesionario, abren y cierran las puertas del inmenso templo.

Esta parroquia es una cúpula a una base pegada , la devoción de los cerca de quince mil fieles, «generosos, muy generosos», que «aprecian mucho a la Iglesia», según dice el padre Mariano. La segunda cúpula semiesférica con linterna, según los cánones de Filippo Brunelleschi, más grande de Madrid, Bien de Interés Cultural. Ornamentada en su interior por un impresionante mosaico que da cumplimiento al sueño de Don Bosco para el Cuadro de la Virgen en Turín; 24 santos en fila más 24, apoteosis de gracia.

Decía este periódico el 28 de marzo de 1926, en breve suelto, que «el Rey (Alfonso XIII) recibió ayer en audiencia a la señora viuda de Butler; al superior general de los Salesianos, D. Felipe Rinaldi, y al director del Instituto salesiano San Juan Bautista, D. Antonio Torm, que dieron las gracias a su Majestad por haber asistido a la ceremonia de la primera piedra de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Cuatro Caminos», que así se llamaba. Obra del arquitecto Joaquín Saldaña y López y de muchas caridades, entre otras, de la duquesa de Alba , doña Cayetana, que hasta hace pocos años tenía a bien regalar una comida y una merienda a los alumnos del colegio.

Pero la parroquia son las piedras vivas. Es el testimonio ahí grabado en piedra de los mártires de la persecución religiosa del siglo XX, Salvador Fernández, Pío Conde, Sabino Hernández, Nicolás de la Torre, ya beatos, de esa comunidad. Son los catorce grupos, entre salesianos cooperadores, la Asociación de María Auxiliadora, los chicos del centro juvenil con seis comunidades de una media de veinte años ; más los catequistas y los denominados «Seréis mis testigos», de formación adulta de la fe a partir de la lectura creyente de la Escritura.

También están los de pastoral de la salud, que llevan la comunión a los enfermos, y los catequistas, que enseñan la doctrina a más de dos 200 jóvenes . Solo el año pasado recibieron la primera comunión 93 niños. En el territorio de la parroquia viven las Hijas de María Auxiliadora, las Misioneras Teresianas, las Siervas de Jesucristo Sacerdote, las Carmelitas, y varios institutos seculares.

Y, cómo no, la Cáritas parroquial , cuya última ficha asistencial abierta lleva el número 4.280, las causas que atiende al parroquia, y a las que dedica una media anual de cincuenta mil euros de esa generosidad de los fieles de la que habla el párroco. Con María Auxiliadora, todo es vida, y todo fluye natural, como la fiesta en este patio que es el mundo, la historia.