El parricida de Aluche mató a su madre «para que no sufriera» por su posterior suicidio
Alberto envió dos mensajes de aviso a su marido y a su hermano poco antes de asfixiar a su madre y lanzarse al vacío
Qué es la depresión
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Iniciar sesiónLa desgracia quiso que Toñi se quedara sola las pasadas navidades. Su marido, con el que había convivido desde 1973 en la séptima planta de la calle de Camarena, 121 (distrito de Latina), fallecía días antes de acabar el año por un posible caso de ... Covid-19. Pero lejos de venirse abajo, Toñi mantuvo la misma vitalidad de siempre. Ni el suicidio de su hijo mayor trece años atrás ni la pérdida de su compañero de vida habían podido con esta vecina del barrio de Aluche , recién entrada en la década de los 80. Hasta el pasado sábado, cuando el menor de sus tres hijos, Alberto, la asfixió hasta la muerte antes de arrojarse al vacío en el mismo punto donde ya lo hiciera su hermano.
Allegados a la víctima comentaban ayer que el parricida, de 41 años, envió dos mensajes de WhatsApp, uno a su marido y otro al mediano de los hermanos, para avisarles de su intención de quitarse la vida y de que esta vez «su madre no sufriera». No hubo margen para la reacción. A las 7.49 horas, su pareja llamaba al 112 después de recibir la citada advertencia, personándose en el enclave varias patrullas de Seguridad Ciudadana. Para entonces, el cuerpo de Alberto yacía inerte en la parte trasera de la vasta urbanización, sin que los servicios de emergencia del Summa pudieran hacer nada por salvar su vida.
Una vez averiguado el domicilio desde el que se había precipitado, los agentes llamaron a la puerta. Nadie contestó. El temor a que hubiera cumplido por completo su amenaza ya era más que una simple sospecha. Sin más dilación, los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid forzaron la entrada, descubriendo ante sí el cadáver de Toñi. La relación de hechos fue inmediata. Un equipo de la Sección de Delitos Violentos (DEVI) de la Policía Científica y el Grupo V de Homicidios, al frente de la investigación, acudieron a la vivienda para recabar pruebas y testimonios. La autopsia confirmaba ayer que la octogenaria fue asfixiada, previsiblemente, mientras dormía.
Las primeras hipótesis apuntan a que Alberto irrumpió en la vivienda a primera hora del día. La noche anterior, el hijo de una vecina fue la última persona que la vio con vida. Al parecer, Toñi tocó la puerta de al lado tras comprobar que una bombilla de su casa no se encendía. «Serían las 11 de la noche», apuntaban dos residentes. A esa hora, no había nadie más en el domicilio, por lo que se desprende que pasó la noche sola. «Su hijo vivía cerca, a pocas calles de aquí», añadían.
La fatalidad fue tal que Alberto eligió el mismo punto para suicidarse que su propio hermano, «aquejado de esquizofrenia», en palabras de los moradores más longevos. La Policía Nacional investiga ahora si Alberto pudiera haber caído en una depresión e, incluso, padecer algún trastorno psiquiátrico. Con todo, no tenía antecedentes de este tipo ni tampoco constaban denuncias previas de la madre por malos tratos o amenazas. «Nunca escuchamos nada raro, si acaso alguna discusión, pero igual que en cualquier familia», recordaba otro vecino, sin asimilar del todo la doble tragedia sufrida.
A las puertas del bloque, las cámaras se apostaban ayer ante el asombro de propios y extraños. Y no por la sorpresa de lo acontecido. «Habéis tardado mucho en venir», comentaba una mujer, poco antes de perderse calle abajo. Lo cierto es que tanto la Agencia de Seguridad y Emergencias Madrid 112 como la Policía Nacional no informaron del suceso hasta dos días después, a la espera de conocer el resultado exacto de la autopsia. La información, no obstante, corrió como la pólvora en el vecindario el mismo día de los hechos. De ahí el desconcierto.
Últimos parricidios
Un año antes, justo en el límite del estallido de la pandemia, otro hombre mataba a golpes a su madre en el piso de San Blas donde ambos convivían. En aquel caso, el parricida, que padecía algún tipo de enfermedad mental, la maltrataba cuando decidía dejar de tomar la medicación. Ya en abril, un hombre de 29 años cosía a puñaladas a su progenitora en la casa familiar de Manzanares el Real. Y al mes siguiente, un joven de 25 acababa con la vida de su padre en el distrito de Chamberí. Tras su detención, este homicida fue trasladado a un hospital para ser sometido a una evaluación psiquiátrica.
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