La papelería más antigua de Madrid anuncia su cierre: Salazar se queda sin relevo generacional tras 115 años

Once años después, la imprenta de la trastienda apenas se pone en marcha y las mantas protegen del polvo a las históricas máquinas que instalaron sus padres cuando, en los años 50 ampliaron y modernizaron la papelería. Los chibaletes –los preciosos armarios en los que se guardan los tipos de plomo–, los mostradores curvados y las vitrinas de cristal han visto pasar a generaciones enteras de abuelos, padres, hijos y nietos. «La gente entra y nos regaña por cerrar», explica Ana, mientras su hermana atiende a un cliente que, como muchos, llega en busca de algunas de las joyas que atesoran en sus fondos. «Tenemos material muy antiguo: recortables, piezas de coleccionista , recordatorios de celebraciones. Objetos muy apreciados por los nostálgicos de la papelería, que han sido nuestros principales clientes estos últimos años», relata.

Junto al mostrador lucen con orgullo las dedicatorias de algunos de los más ilustres. «Por aquí han pasado dibujantes como Mingote y Forges; políticos como Fraga; y también hemos surtido a la Casa Real , que todos los años nos envía una felicitación navideña», pone como ejemplo. «Agradecemos mucho este homenaje que nos hace ABC, un medio que nos ha acompañado siempre», recalca mientras muestra la dedicatoria que el poeta y periodista Santiago Castelo regaló a esta papelería. «Era uno de nuestros más queridos clientes», concluye.

En este templo pervive el recuerdo de la madre de ambas, Elena Salazar Martín, la tercera de cuatro generaciones de mujeres al frente desde que su bisabuela Quintina lo fundara como estanco. «Estuvo hasta un día antes de su muerte, con 87 años, detrás del mostrador dada de alta y pagando su cuota de autónomos. Era su vida», recuerda Ana a pocos meses de su jubilación .

Ellas tampoco seguirán los pasos de su madre mientras pelean por lograr traspasar el negocio como lo que ha sido en los últimos 15 años. «Hay unas personas interesadas, pero tenemos que negociar las condiciones. Todavía no sabemos cuándo echaremos el cierre definitivo. Se nos abren las carnes al pensar que esto pueda terminar siendo una hamburguesería», dicen. Está claro que lo intentarán, llevando a gala el que ha sido su lema toda la vida: «¡Lo imposible lo hacemos de inmediato!». Ojalá ese imposible permita a Salazar seguir siendo la papelería más antigua de Madrid .