La pandemia aumenta la adulteración de la cocaína

Fuentes de la lucha internacional contra el narcotráfico explican a ABC que la pandemia está suponiendo una mayor adulteración de la cocaína. Si antes lo habitual era que los capos adquirieran los alijos en ladrillos de un kilo por alrededor de 22.000 euros, para después cortarla y distribuirla en sus puntos de venta, ahora se está comprando en porciones de un tercio de kilo. ¿Qué supone esto? «Pues que, para obtener mayores beneficios, esas partidas se están cortando más, con productos químicos, lo que supone un mayor grado de droga adulterada», explican nuestros informantes. Esto, a su vez, repercute en la calidad del estupefaciente y en «la porquería que se meten los consumidores» . Es decir, un mayor peligro, si cabe, para la salud.

«Esto ocurre porque los narcos no están manejando tanto efectivo. Disponen de menos porque hay muchos más controles policiales y se mueve menos ‘cash’.Por eso, tienen que comprar más barato, menos cantidad pero buscan el mismo beneficio que antes. Y así, en realidad, están ganando más», indican. Por ejemplo, si antes se gastaban esos 22.000 euros por kilo, el tercio sale por 7.000 u 8.000 euros. «El Covid está adulterando más la cocaína» , sentencian.

Ese cierre de fronteras y mayor vigilancia policial está suponiendo también que entre menos ‘merca’ por el aeropuerto de Barajas . Y también por lanchas y veleros. Sin embargo, continúa la llegada de cocaína por contenedores marítimos («todo lo que entraba por avión lo hace ahora por mar»). Al tratarse de comercio externo internacional, siguen fluyendo. «No se pueden revisar todos y es verdad que existe alguna gente, funcionarios, corrupta en los puertos» , indican los expertos, que señalan los de Valencia, Algeciras y Barcelona los principales por donde entra el estupefaciente que luego llega a las calles de Madrid.

«Hoy en día, hay de todo. La droga la mueven españoles, colombianos, dominicanos... La mayor parte suele acabar en ‘caletas’, los llamados narcopisos, tras pasar por los ‘balcones’ (vehículos con escondrijos para los alijos). El movimiento de droga es un no parar y la situación de la cocaína es grave», añaden.

El mejor espejo al que mirarse para entender esta ‘nueva realidad’ es la reciente operacion Toga (bautizada así porque uno de los doce arrestados es un conocido abogado, ligado a la ultraderecha, y que es el único de los arrestados que se encuentra en libertad tras pagar la fianza). Este operativo, culminado con éxito por la Brigada Central de Estupefacientes de la Udyco, contenía todos esos elementos: el peso de los ladrillos de cocaína, su pureza, la organización destinataria de los más de 600 kilos incautados e incluso los logotipos de las partidas , que identifican a la organización, la calidad o el tipo de mercancía.

Este auge de la cocaína y del crimen organizado en torno a ella llevan a reflexionar a los expertos sobre la necesidad de crear juzgados especializados para el tráfico de drogas. Recuerdan, además, que en lo que llevamos de año se han aprehendido 4.000 kilos de cocaína y 8.700 de hachís, y se calcula que eso representa el 25% de lo que entra en España.

En la operación Toga, los investigadores detectaron una organización, liderada por tres hermanos de origen magrebí (Said, Mohamed y Mustafá) pero con nacionalidad española que movía nada menos que 100 kilos de estupefacientes a la semana. La ‘joya de la corona’ era el polvo blanco, pero también le daban al hachís y a la marihuana. Se financiaban de la siguiente manera: compraban en Marruecos ‘chocolate’ o ‘maría’ o controlaban también plantaciones, que salen a 80.000 o 90.000 euros de coste. Vendían el producto en Holanda.

El dinero iba para comprar cocaína a colombianos y entraba por contenedores a España. La almacenaban en tres pisos de seguridad en puntos distantes entre sí: junto al aeropuerto de Madrid-Barajas, en Sanchinarro y en la avenida de la Peseta (Carabanchel). En el momento de la detención, hubo que echar mano del Grupo Especial de Operaciones (GEO), debido a la peligrosidad de la organización.

Toda ese movimiento de narcos acaba en los narcopisos. Las diferentes etapas de la operación Carroza (este mes la segunda y la tercera) han supuesto un aldabonazo a estos puntos de venta. Cerca de 200 agentes de la Policía Nacional entraron en la UVA de Hortaleza y desmantelaron una docena de estos puntos de distribución de droga . Una semana después, le tocó el turno a los bloques de la calle de San Dalmacio y otros enclaves de San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde). Hasta treinta detenidos salieron de allí, a las que se acusa de pertenencia a organización criminal y tráfico de estupefacientes. Los agentes se incautaron de armas de fuego y armas, y de la suficiente cantidad de droga para sostener ante el juez las imputaciones.

Esa zona, la de mayor vulnerabilidad según los estudios realizados por el Ayuntamiento de la capital, era objeto de u a altísima conflictividad por culpa de esos narcopisos. De hecho, en diciembre, los agentes rescataban a una niña de 13 años que estaba siendo obligada a prostituirse por su propios familiares , que la grababan.