La otra realidad que esconde Filomena: vandalismo, pillaje y ataques a operarios

En relación a los robos con fuerza en vehículos, fuentes policiales advierten de que la borrasca ha precipitado la suspensión de la actividad de bandas organizadas, obligadas a parar al no disponer de vías de escape. Una pequeña tregua que, sin embargo, no se ha visto reflejada en los casos considerados «de cercanía». Es decir, los delincuentes más activos estos días han actuado en sus propias zonas de residencia. Por ejemplo, algunos conductores del barrio de Los Ángeles (en el distrito de Villaverde) han tenido la desagradable sorpresa de encontrarse la ventanilla rota y los objetos del interior del coche arramplados.

Aunque si existe un caso paradigmático de esta situación, ese no es otro que el registrado en la salida de la M-30 que da a parar al edificio del Ruedo, ubicado en Moratalaz. La fuerte nevada acontecida el viernes provocó que un transportista tuviera que dejar el camión varado a solo una calle del centro comercial donde iba a depositar la mercancía. Lo que vino a continuación es historia viva de la borrasca. Decenas de vecinos del bloque de realojo forzaron el portón trasero y se llevaron cerca de 20 toneladas de fruta y otros alimentos.

Otra de las controversias ha surgido a raíz de la puesta en marcha de los trabajos para la retirada del hielo. Los incívicos han puesto en el punto de mira a los operarios de limpieza y de mantenimiento de parques y jardines, víctimas de insultos y otras escenas violentas que, en la peor de las tesituras, como la acontecida el martes en San Sebastián de los Reyes, han ido más allá del ataque verbal. En el casco antiguo de la localidad, un hombre bajó a la calle junto a su hijo menor de edad para hostigar a un empleado, que cayó al suelo y sufrió diversos empujones y arañazos. Y eso, pese a que la Policía Local lo reprendió en un primer momento, cuando aún estaba lanzando improperios desde la ventana de su casa.

Por si fuera poco, el vandalismo ha ganado fuerza debido a la falsa sensación de impunidad que puede ofrecer una ciudad colapsada. El sábado, un total de siete autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), abandonados en plena calle ante la inviabilidad de seguir circulando, amanecieron cubiertos de grafitis o con destrozos en el interior. En varias secuencias, difundidas en redes sociales, se observa a varios individuos forzar la cabina del conductor o las puertas traseras de algunos de los vehículos. «Chicos, nos hemos encontrado un autobús aquí, abandonado, y la puerta está abierta y está todo reventado», dice el autor de uno de los vídeos, antes de irrumpir en el mismo junto a otras personas.

A ello se suman otros hechos aislados, como el protagonizado el miércoles por una quincena de jóvenes en el barrio de Campamento (Latina). A última hora de la tarde, esta agresiva turba se dedicó a lanzar bloques de hielo a los coches y ventanas que encontraban a su paso. Pero eso no es todo. En San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde) se han sucedido varios robos por el método del «buen samaritano». Con la excusa del complicado estado del pavimento, los rateros ofrecen su ayuda a los afectados a fin de poder sustraer al descuido sus carteras o teléfonos.