Un «okupa» ilustre en la Real Fábrica de Tapices

Una auditoría interna realizada en octubre de 2015 ha llevado al nuevo equipo municipal a presionar al Ministerio de Educación y Cultura para iniciar el desalojo, pero Stuyck ya ha anunciado que no piensa entregar las llaves de su casa, y se mantiene firme pese a conocer a través de la notificación de ayer que se enfrenta a una multa de 73.000 euros semanales.

La familia Stuyck, que ha estado al frente de la institución durante casi trescientos años, asegura estar «profundamente cabreada» con el trato que está recibiendo e «indignada con las informaciones que se están vertiendo en los medios de comunicación». Así lo asegura la hija de Livinio, Bárbara, que dice tener en su poder «un contrato de 1952 firmado con Patrimonio , en el que se explicita que la familia Stuyck puede utilizar las instalaciones de la vivienda del edificio. Ese contrato nunca se ha extinguido ni anulado por ninguna de las dos partes».

«Desde 2002, cuando echaron a mi padre de la fundación que gestiona la fábrica, han pasado cuatro presidentes del Gobierno, cuatro ministros, cuatros alcaldes y nadie había dicho ni mu. Y ahora de repente quieren echarnos de aquí en 48 horas, y con una multa absurda», se lamenta Stuyck.

La casa de su padre es un dúplex de casi setecientos metros cuadrados dentro de un edificio protegido como Bien de Interés Cultural, y por tanto propiedad del Estado en exclusiva. Sin embargo, Bárbara señala que «el patrimonio que la familia Stuyck reunió durante casi 300 años fue donado a la Fundación de la Real Fábrica, aportandoun activo valorado en más de 400 millones de pesetas». Además, asegura que «entre la familia y los distintos titulares del edificio ha existido y existe una relación contractual desde tiempos inmemoriales (sucesivos contratos de arrendamiento siendo el primero de los suscritos de fecha 23 de marzo de 1889), que le facultan a ocupar las dependencias de la denominada Real Fábrica de Tapices en concepto de vivienda».

Ya en el momento de la destitución de Livinio Stuyck en 2002, ABC informaba de «cierta preocupación» de los trabajadores de la Fundación de la Real Fábrica por el desalojo de la familia, ya que implicaba «la ruptura de una tradición familiar de tres siglos, sin una justificación transparente de la decisión adoptada».

Los Stuyck son descendientes de Jacobo Vandergoten, el tapicero que el rey Felipe V trajo desde Amberes en 1720 para fundar la Real Fábrica. Pero ahora se enfrentan «indignados» a la acusación de «okupas» y a un desalojo que podría no ser tan inminente. «Creemos que todo esto ha empezado porque el nuevo administrador de la Fundación, Alejandro Klecker , está reactivando la Real Fábrica y quiere optimizar los espacios, lo cual nos parece estupendo», afirma Bárbara. «Pero lo que no puede ser es que pretendan echearnos sin negociación, porque tenemos un contrato vigente. Al pasar el edificio a ser Bien de Interés Cultural, tenía que habernos expropiado en ese mismo momento, pero no lo hicieron. Y además, en el despido de mi padre ponía claramente: «Sin perjuicio de la utilización de la vivienda por parte de la familia. Así que si no negocian, iremos a juicio».