Morata tendrá el mayor museo de la Guerra Civil

Si no hubiera sido por la generosidad de Pilar Atance , dueña del Mesón El Cid, el concienzudo trabajo de Goyo –así le conocen– hubiera acabado, en el mejor de los casos, podrido en cajas. La mesonera y él convirtieron un viejo garaje del restaurante en un Museo de la Batalla del Jarama que ha ayudado a descubrir el lado más humano de la Guerra Civil a familiares, militares y aficionados a la historia bélica.

Agradecido por la «impagable» labor de conservación que ambos han hecho durante todos estos años, el Ayuntamiento de Morata de Tajuña, municipio de la comarca de Las Vegas está desarrollando un proyecto para poner en valor la historia de la Batalla del Jarama. El plan municipal pretende reconvertir un espacio en desuso –histórico también para sus vecinos– en el museo más grande dedicado a la Guerra Civil de la Comunidad de Madrid.

El edificio en cuestión perteneció a un convento que sufrió la desamortización de 1855. Unas caballerizas que, según los archivos municipales cotejados con documentos históricos como el Catastro de Ensenada, pudieron pertenecer a una importante casa de labor de los Dominicos del Rosario que se ha salvado de la piqueta hasta nuestros días. Antes de ser propiedad municipal, formaron parte de una casa palaciega perteneciente a la adinerada familia Mac-Crohon.

Urbanismo está llevando a cabo durante estos meses de verano la redacción del proyecto para poder aprobarlo en el Pleno a finales del periodo estival. «Esperamos contar con el apoyo de la Comunidad de Madrid para poder llevar a cabo esta idea », cuenta a ABC Diego Martín, concejal del ramo. «La intención no es otra que dignificar la importante colección que ahora se exhibe en el mesón», añade. La antigua cuadra, utilizada como almacén municipal durante años, requiere una obra integral cuyo coste se englobaría dentro del Plan de Inversiones Regional. «El objetivo es también poner en valor este tipo de construcción típica de Morata de Tajuña y recuperar su estructura original», explica. «Las cubiertas están en muy mal estado. Hay filtraciones y humedades».

La fachada que hoy es visible desde la calle Iglesia es la parte trasera de la construcción original. En su interior se puede observar cómo se tapiaron los accesos y las ventanas que daban a la entrada principal. «Queremos poner en valor esa fachada , oculta tras unas viviendas sociales que se adosaron a las caballerizas. En el punto más ancho hay dos metros de separación, que permitirían abrir una especie de patio», explica Martín. Además de recuperar la disposición primitiva del edificio, se retirarán las capas de tierra con las que se elevó el terreno y que entierran parte de la fachada.

En el interior de las caballerizas se conservan muy pocos elementos estructurales originales. Los sucesivos usos de este espacio han ido transformando su disposición. Sí que permanecen los comederos en los que se echaba el forraje para los caballos y mulas . En total, la planta tiene aproximadamente 60 metros de largo por 4 de ancho. Unos 240 metros cuadrados por cada una de sus dos plantas. «Creemos que hay espacio suficiente para poder exhibir con un criterio museológico todos los materiales que se encuentran ahora en el mesón», sostiene ilusionado con el futuro museo.

De él destaca que conservará la misma filosofía con la que fue concebido por su coleccionista. «Debe ser un centro de interpretación de la Batalla del Jarama, pero desde la perspectiva de la vida en las trincheras», comenta. Más allá de las armas, la cruenta pugna que tuvo lugar entre el 6 y el 27 de febrero de 1937, dejó el rastro de las historias personales de los soldados de uno y otro bando. Tinteros, cartas, uniformes, identificaciones , navajas –con las que comían lo poco que les llegaba– y objetos de latón reconvertidos en candiles o recipientes para el agua. Un lote importante de piezas que han ido creciendo estos años con adquisiciones modestas en El Rastro o cesiones de familiares que lucharon, por ejemplo, en las proximidades del río Jarama.

Allí las tropas franquistas pelearon por avanzar hacia la capital con la intención de cortar la conexión con Valencia. Las republicanas trataron de contener el ataque. Veintiún días de lucha con carros de combate, artillería, infantería y aviación que se saldaron con decenas de miles de víctimas. La lucha se mantuvo a pequeña escala hasta el final de la guerra.

La reconversión de las antiguas caballerizas permitirá albergar también los fondos documentales relacionados con la contienda. Entre ellos hay una importante colección de prensa, con ejemplares de ABC de Sevilla y Madrid , correspondientes a la zona nacional y republicana. Fotos, cartas, cartillas de racionamiento, mapas del avance de las tropas, salvoconductos, octavillas, carteles e, incluso, billetes emitidos por uno y otro bando. Además de este museo, Morata de Tajuña desarrolla a lo largo del año diferentes actividades para poner en valor el Parque Histórico de la Batalla del Jarama. «En el horizonte está la idea de poder restaurar y musealizar alguna trinchera de la zona para que pueda ser visitada», concluye el edil de Urbanismo.