El Monopoly, al Guinness

En todas ellas, fueron más de mil los jugadores del Monopoly que lograron batir el récord y entrar, con él bajo el brazo, en el Guinness.

En Madrid, además de los jugadores —entre ellos Antonio Zafra, el ganador del campeonato mundial de este juego—, participó en el acto un notario, que se encargó de dar fe de lo que allí ocurría. Como en las películas de acción, lo primero fue sincronizar los relojes: la acción debía ser simultánea para poder acreditar el récord.

De cuatro en cuatro

Los jugadores se reunieron en mesas de cuatro, donde no faltaba —al menos, en la edición española— algún que otro plato de panchitos para amenizar la partida. Cada una de ellas jugó durante un tiempo mínimo de una hora, y en ese tiempo el cuarteto tuvo que dar una vuelta completa al tablero, en el que no se pujaba por calles madrileñas, ni se compraban hoteles, sino que se «adquirían» ciudades completas y las compras eran de aviones a reacción o aeronaves.

De hecho, las casillas permiten «comprar» Barcelona, Montreal, Riga, Ciudad del Cabo, Belgrado, París, Jerusalén, Hong Kong, Pekín, Londres, Nueva York, Sydney, Vancouver, Shanghai, Roma, Toronto, Kiev, Estambul, Atenas, Tokio, Taipei y Gdynia.

Todas estas ciudades fueron elegidas por votación; en el caso de España, la pugna estuvo entre Madrid y Barcelona, pero los votos dieron la opción de figurar en la última edición del juego más famoso de la historia a la Ciudad Condal.

El torneo mundial de Monopoly se celebra cada cuatro años, y el premio para quien lo consigue 15.140 dólares: la misma cantidad de dinero que incluye la versión original del Monopoly, el juego más comprado del mundo, y al que han jugado, dicen los cálculos oficiales, más de 700 millones de personas. Esta última edición del Monopoly podrá adquirirse a partir del próximo mes de septiembre.