Miles de franceses buscan en Madrid el ocio que el Covid prohíbe en su país
La región es una de las pocas capitales europeas que mantiene su oferta cultural. El número de turistas galos se ha disparado en el último mes
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Iniciar sesiónLos franceses huyen de un país fantasma. Dos confinamientos, el último, en noviembre, y una desescalada a marchas forzadas mantienen sus ciudades paralizadas. El ocio no existe : bares, restaurantes, museos, teatros y cines siguen cerrados por la pandemia. Un clima mortecino que ha ... animado a muchos a visitar la capital vecina en las últimas semanas. Madrid, a diferencia de otras urbes del Viejo Continente, es más permisiva.
El sol bañaba este lunes las terrazas de la plaza de Santa Ana, donde la conversación de un puñado de mesas discurría en francés. Fabien Kerambrun y Axel Levent disfrutaban de una jornada primaveral con una jarra de cerveza. «Venimos por el sol y por los bares abiertos», reconocen con una sonrisa. Parisinos de 21 años, estudiantes de Ciencias Políticas, aterrizaron el domingo en el aeropuerto de Barajas con el resultado negativo de sus PCR. Las restricciones en su país, donde el toque de queda les obliga a encerrarse en casa a las seis de la tarde , les han empujado a visitar por primera vez Madrid. «Aquí es muy guay», dicen.
En las mesas cercanas charlan más compatriotas galos. Otros cuatro universitarios se reúnen en torno a un portátil; hace diez días que comparten piso en el centro de Madrid, donde estudiarán «business» durante los próximos meses. «Tuvimos que elegir el destino el año pasado, pero ahora somos afortunados. Muchos amigos van a poder venir a visitarnos», agradecen. La curva de contagios al alza y la creciente presión hospitalaria en la región no les preocupa: «Tenemos cuidado. No nos juntamos con más gente».
En una tercera mesa, Simon Neckibroeck y Philip Winderickx no son francófonos, pero comparten la mentalidad gala. «Podemos trabajar en todas partes, así que buscamos los puntos en Europa donde mantienen las cosas abiertas », explica Simon, empleado en una compañía tecnológica con sede en Dublín. El teletrabajo –su amigo Philip trabaja en una empresa petrolera– les ha permitido esquivar las medidas sanitarias. Cada mes viajan a un destino «flexible»; los últimos, Portugal y Madrid. «Tenemos que volver en unos días, pero no sabemos si habrá nuevas restricciones de viaje en Bélgica y no podremos volver a salir», lamentan.
El «oasis» madrileño
La afluencia de franceses se ha disparado en el último mes, antes de que el Gobierno madrileño endureciese las restricciones y adelantase el toque de queda y el cierre de la hostelería . El ocio, no obstante, sigue en pie . Desde que reabrieron el pasado junio los Teatros del Canal, uno de los primeros grandes escenarios europeos en levantar el telón, las actividades culturales han regresado paulatinamente.
Los medios de comunicación extranjeros, sobre todo, franceses, se han hecho eco de la «excepción» madrileña, un «oasis» que, pese a que su incidencia acumulada roza los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, intenta recobrar la normalidad. Ya en diciembre los franceses desbancaron al resto de turistas europeos, según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Ocupación Hotelera de la Comunidad de Madrid. En total, 4.642 visitantes, que suponían el 10 por ciento de los viajeros internacionales , mientras que los estadounidenses, otrora el grueso del turismo madrileño, cayeron al 4 por ciento.
Las personas reunidas a las puertas del Museo del Prado , un lunes en plena tercera ola del virus, se pueden contar con los dedos de una mano. Entre ellos, un par de vigilantes de seguridad. «Sí, los que más vienen ahora son franceses, además de españoles», confirman. Una solitaria guía turística intenta captar sin descanso a los pocos que se internan en el museo. «Ya desde verano, el único turista que hay es francés. Hablo cuatro idiomas y últimamente solo hablo en francés », se resigna tras una mañana demasiado tranquila; solo acompañó a una mujer entre las obras de arte.
Una vez decretadas las nuevas restricciones, que entraron en vigor el pasado 18 de enero, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso , avanzó que abriría la mano lo antes posible. El equilibro entre salud y economía es su mantra desde el estallido de la pandemia. Este lunes anunció que, desde este viernes, las terrazas podrán ampliar de nuevo el número de comensales a seis personas por mesa. Quizá los franceses sostengan estos días a los bares y restaurantes que han perdido sus cenas.
El Soportal, uno de los locales tradicionales que decoran la plaza Mayor, ha notado esta suerte de invasión gala. « Desde hace un mes el 60 por ciento de nuestros clientes son franceses , sobre todo, jóvenes. Ahora mismo tenemos a unos en una mesa», asegura su encargado, Carlos Crega. En la terraza, una de los dos únicas mesas ocupadas, los señalados no quieren hacer declaraciones. Parecen una madre y sus dos hijos, que se deleitan con las buenas temperaturas.
Ajenas a comunicados políticos y limitaciones sanitarias, Mary, Juliette y Anais toman el aperitivo en una placita a espaldas de la plaza Mayor. «Hemos elegido Madrid por el sol, la cultura, la buena gente... y porque los bares están abiertos», confiesa Juliette, de 23 años, la mayor del grupo. Las tres jóvenes, procedentes de París, Lyon y Burdeos, se han mudado a la capital para continuar sus estudios en una escuela de negocios. « Francia está muy triste, está siendo duro, está todo cerrado. Creo que pronto será como en marzo», lamenta Juliette.
El patógeno también avanza en el país galo, donde los contagios han crecido un 4 por ciento en la última semana. El presidente francés, Emmanuel Macron , estudiaba un tercer confinamiento , temido por la opinión pública y que, finalmente, ha preferido sustituir por un cerrojazo de fronteras y la clausura de los grandes centros comerciales.
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