Más de 60 menores y 200 carteristas lideran los atracos y hurtos en la zona centro
La Policía señala a menas especializados en el mataleón y la ‘técnica de Ronaldinho’, sobre todo, a homosexuales. Los descuideros se han trasladado a las tiendas, pero se denuncian 400 hurtos de móviles a la semana
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Iniciar sesiónLa pandemia y sus restricciones se están dejando sentir, y mucho, en la casuística de los delitos en general. Como adelantó ABC, los hurtos, a tenor de los datos oficiales del Ministerio del Interior, descendieron en 2020 un 40,2% en la región y un ... 43,5% en la capital. Y en este punto es donde vamos a centrar el análisis de lo que está ocurriendo. Porque, aunque hay menos hechos delictivos en el distrito de Centro y zonas aledañas, los ladrones callejeros siguen saliendo a diario, prácticamente en masa, a arramplar con todo lo que pueden. Y en muchas ocasiones de manera violenta: «Son como lobos».
Sobre este último aspecto, fuentes policiales señalan a ABC que «ahora los menas hacen pocos hurtos y se dedican más atracos con agresiones». Especialmente lo hacen en la zona de Chueca, porque ellos creen («cosa que no es así») que el colectivo homosexual es más miedoso y, por lo tanto vulnerable. Y conocen que muchos de ellos llevan más dinero encima que en otras zonas de ocio. «Les dan lo suyo», relatan los agentes consultados. El año pasado, por estas fechas, la eclosión de los menores extranjeros no acompañados se tradujo en un crecimiento del 200% de los atracos en el distrito.
Su radio de acción son esas estrechas calles de Chueca, la plaza dePedro Zerolo, en el mismo barrio, o la de Santa María Soledad Torres Acosta (o plaza de la Luna), en la trasera de Callao más cercana a la vecina Malasaña.
Pero la realidad también es que en Centro «han bajado mucho las incidencias por la noche, aunque los menas se dejan ver también por Sol, calles aledañas, plaza de Jacinto Benavente... Porque muchos vienen de los centros de menores donde viven tutelados, como el de Hortaleza o el de la Casa de Campo, pero también de pisos. Además, los hay que se mueven por esa zona más al norte del distrito, puesto que también acuden a Lavapiés para esnifar pegamento o disolvente, en lo que se augura un triste futuro para estos chalaves.
«A puñetazo limpio»
El modus operandi suele es de dos tipos: el ya clásico mataleón (técnica de la asfixia, consistente en agarrar por el cuello con el brazo a su víctima hasta hacerla perder el sentido) o la llamada ‘modalidad de Ronaldinho’: entre dos o tres se acercan a un joven, le vacilan simulando un regate de fútbol (con un balón imaginario), para que se sume al juego o si no desconcertarle, y uno aprovecha para robarle. Generalmente, la cartera pero, sobre todo, el teléfono móvil. Las palizas que suelen propinar son bastante importantes. «Van a puñetazo limpio», explica otra fuente.
Otra modalidad es la del puro tirón: «Chicas o chicos que van por la Gran Vía hablando por el móvil y estos sujetos pasan, se lo arrebatan y salen corriendo. Eso ocurre sobre todo a partir de las diez de la noche». Esta casuística, lejos de parecer de lo más prosaico, toma otro cariz cuando se conocen las cifras. A la comisaría llegan semanalmente entre 300 y 400 denuncias por robos de teléfonos. Y los casos que no se ponen en conocimiento de las autoridades.
Los expertos señalan que, en la actualidad, hay entre 50 y 60 menas ‘trabajando’ a diario en la zona centro. Otros apuntan a que son muchos más y están organizados. Una barbaridad si se tiene en cuenta que llegan a las cinco de la tarde y que se quedan dando vueltas, buscando ‘palos’, hasta las cuatro o cinco de la mañana. Y que deberían estar debidamente tutelados por los Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid. Porque, además, cada vez son más jóvenes y violentos, de 14 a 17 años ; pero también otros que ya no son menores y andan perdidos por las calles, víctimas de la falta de expectativas educativas y laborales en las que se encuentran y de un pasado duro en su país de origen. Pero también hay que no han querido aprovechar oportunidades.
Latinos, marroquíes y argelinos
En cuanto a los descuideros de toda la vida, tienen menos negocio, pero siguen saliendo a diario. «Les ha bajado la clientela, porque, a menos gente por la calle, menos posibilidades de robo», explica un agente, que cifra en unos 150 carteristas los que operan en las calles del centro;pero esta cifra asciende a unos 200 si se suman los que lo hacen en las estaciones de Metro más concurridas para estos menesteres, como Sol o Moncloa, que son las principales.
Uno de los cambios en este tipo de delincuentes es su lugar de origen. Si hasta hace no mucho la mayoría eran del Este, sobre todo de Rumanía, ahora ocupan un lugar más minoritario, en favor de latinoamericanos, marroquíes y argelinos. Precisamente, esta última nacionalidad es la que ha protagonizado en los dos últimos años los motines (e intentonas) más sonadas en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) , en la avenida de los Poblados (Aluche).
Otro cambio es el de los lugares donde operan los carteristas. Si antes lo hacían más por las calles comerciales, al haber menos viandantes, se han pasado al interior de tiendas de moda y centros comerciales. Un ejemplo de lo más elocuente: hace unos días, se presentó en dependencias policiales el encargado de seguridad de una conocida cadena de ropa juvenil de la Gran Vía. Les llevó 60 carteras con sus 60 documentaciones. «Ahora lo que hacen los ladrones es robar en las tiendas a los clientes. Les quitan lo que llevan de valor y las billeteras las meten rápido en los bolsos y abrigos expuestos; saben que si les pillamos en la calle con DNI o tarjetas que no son suyos, están perdidos».
En cuanto a los detenidos, si Centro sumó su récord en 2019 con 8.600, esta última etapa han bajado entre un 60%-70% . Aunque la actividad es diaria, se incrementa de vienes a domingo, con más gente por las calles. Y el buen tiempo.
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