Madrid ensaya las residencias de mayores del futuro: con grupos de convivencia de entre 9 y 25 personas
El centro de Navalcarnero será la prueba piloto de este proyecto, con una inversión de 20 millones de euros
Los planes de la Consejería de Familia pasan también por eliminar las habitaciones triples que aún quedan
Sara Medialdea
los responsables de Políticas Sociales llevan tiempo dándole vueltas al modelo de las residencias de mayores. Quieren acercarlas a una fórmula que sea más próxima a un ambiente doméstico que a una instalación mastodóntica. De hecho, trabajan ya en un proyecto piloto que ... transformará la residencia pública de Navalcarnero en un lugar con unidades de convivencia de entre 9 y 24 residentes.
La idea de la consejera de Familia, Juventud y Política Social, Concha Dancausa , es que este centro sea un pionero plan piloto para ver cómo funciona esta nueva solución, una avanzadilla del futuro modelo de residencias de mayores. La Consejería, a través de la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS), va a invertir 20 millones de euros en la transformación de esta residencia pública de mayores, que se convertirá en el arquetipo de estos equipamientos en el futuro.
Las nuevas demandas de los usuarios y de sus familias van en ese sentido: espacios más reducidos y más humanos, que cuenten con el personal y los programas para responder a las necesidades de los mayores . La Consejería ha sacado ya a licitación el proyecto de Navalcarnero, que fija las bases para la evolución hacia esos «espacios más íntimos y más cercanos, donde las relaciones interpersonales entre los mayores se puedan desarrollar mejor», señalan.
Atención más personal
La reforma traerá consigo la construcción de un nuevo módulo. El centro aumentará así sus plazas disponibles: de las 120 actuales, a 175. La intención de la reforma es proporcionar una atención más personalizada , en un ambiente más cálido, para que las personas que viven allí se sientan en un nuevo hogar adaptado a sus necesidades.
La Agencia Madrileña de Atención Social ha planteado en este centro un diseño de nueve unidades de convivencia de tamaño reducido. Habrá tres módulos de 24 residentes cada uno; otros tres de 18 mayores; además, dos módulos tendrán 20 usuarios cada uno , y habrá un último módulo con sólo 9 personas. Cada uno de estos módulos contará con su sala de estar-comedor -con un tamaño de unos 10 metros cuadrados por usuario-, un office y una zona de control de personal.
Servicios comunes, abajo
Estos espacios reducidos, aseguran los expertos de la Consejería, permiten relaciones interpersonales más fluidas, con personal específico y programas adecuados a los residentes. Ello favorece la conservación de sus capacidades funcionales y cognitivas. Los servicios comunes estarán en la planta baja: la administración, los médicos y enfermeras, la terapia ocupacional, la fisioterapia, la cocina, el comedor común y las zonas de estar compartidas.
El centro eliminará además las habitaciones triples, que aún existen: «Queremos acabar con ellas en todas las residencias públicas, para avanzar hacia este nuevo modelo centrado en la persona», asegura la consejera de Familia, Concha Dancausa .
Actualmente, en las 25 residencias públicas de la región hay 6.225 plazas, de las que un 38,9 por ciento -2.418- están en habitación individual, el 57,5 por ciento -3.582- en habitación doble, y un 3,6 por ciento -225- están en habitación triple.
«no es necesario limitar el tamaño de las residencias; el modelo es compatible con tamaños mayores siempre que se estructuren en módulos de convivencia de no más de 25 plazas», dice la consejera Dancausa
En el caso de la residencia de Navalcarnero, pasará a contar con 83 habitaciones dobles y nueve habitaciones individuales. Para los residentes dependientes que no presenten trastornos de conducta, considera en la Consejería que no son imprescindibles las habitaciones individuales; las dobles optimizan el espacio y permiten un mejor uso de las instalaciones y un mejor manejo de las ayudas técnicas, especialmente para las personas con movilidad reducida, señalan.
Transformar las residencias tradicionales en otras que se ajusten al nuevo modelo, con unidades de convivencia de tamaño más reducido, implica que necesitan más espacio: ocupar más metros cuadrados es la única manera de que estas residencias no pierdan plazas en la transición al nuevo estilo de residencia.
Dancausa asegura que para este cambio de patrón «no es necesario limitar el tamaño de las residencias; el modelo es compatible con tamaños mayores siempre que se estructuren en módulos de convivencia de no más de 25 plazas». De hecho, considera que «un tamaño medio de residencias permite una optimización de los costes generales de las mismas, que haga sostenible el mantenimiento del sistema».
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