Jornada trágica para las mujeres en Madrid

En el municipio fuenlabreño, a tenor de lo relatado por vecinos y allegados, nada hacía presagiar que el matrimonio de Benjamín Serrano y Manuela San Andrés terminase ayer de la manera más abrupta. Minutos antes de las 13 horas, el hombre, de 78 años y nacionalidad española, atacó cuchillo en mano a su mujer, de 75 y también española, asestándole dos puñaladas en el abdomen y el tórax: esta última, muy cerca del corazón, acabó por ocasionarle la muerte. Pese a que el septuagenario fue encontrado tendido en la vivienda donde ambos residían, situada en el 1º B del número 11 de la calle de Miguel de Unamuno, con dos heridas por arma blanca en el cuello y una tercera en el abdomen, los investigadores barajan que estas fueron autoinfligidas después de apuñalar a su esposa. Al cierre de esta edición, el agresor se debatía entre la vida y la muerte.

Fuentes policiales explicaron ayer a este periódico que, a la llegada de los agentes, Benjamín, malherido, confesó que «había apuñalado a Manuela» y después «se habría autolesionado, también apuñalándose ». Los hechos ocurrieron en el interior del domicilio en el que, según remarcaban ayer varios residentes del mismo portal, vivían desde hacía «al menos 40 años». Allí fue donde se produjo el embate hasta que la mujer, ensangrentada, alertó a su vecina de enfrente.

Después de advertir de su mal estado, Manuela pidió a su vecina que apagara el gas de su casa, a lo que esta respondió preguntándole por su marido. « Benjamín está muerto », dijo ella, por lo que dio aviso al 112. A su llegada, los sanitarios del Summa encontraron a la mujer en parada cardiorrespiratoria, desplomada en el suelo del rellano. Tras revertir su situación, la subieron a la ambulancia, donde volvió a sufrir un segundo paro cardíaco, en pleno traslado al Hospital 12 de Octubre, donde llegó ya fallecida.

Benjamín, por su parte, fue asistido en el salón -momento en que habría revelado el crimen en presencia de la Policía-, antes de ser conducido muy grave al 12 de Octubre. Después de lo acontecido, un reguero de personas se personó en las inmediaciones del bloque, entre las que se encontraba el cuñado de la víctima, que reside junto a la hermana de ella unos números más arriba de la misma calle. «A mí su cuñado me ha contado que fue Manuela la que atacó primero a su marido », aseguraba una conocida, sin precisar más datos. La Policía Nacional, no obstante, trabaja con la hipótesis de un asesinato machista, una vez recabados los primeros datos. El hombre portaba un cuchillo en la mano cuando los agentes se personaron en la vivienda.

En estado de shock, los vecinos apuntaban que nunca habían observado peleas o discusiones subidas de tono entre ambos. «Se llevaban muy bien, solían pasear juntos y no parecía que tuvieran ningún problema», señalaba una mujer. Otra, a su vez, incidía en que su estado de salud era óptimo: «Aparentaban menos edad de la que tenían». Benjamín, pacense de origen y profesor jubilado; y Manuela, gallega y ama de casa, no tenían hijos ni dificultades económicas o de cualquier otra índole aparente.

Más de seis horas después, sobre las 19.20, una segunda mujer, Esther R.P., de 40 años y nacionalidad paraguaya, recibió un disparo a bocajarro en la cabeza a la altura del número 4 de la calle de la Virgen de los Reyes, en el Barrio de la Concepción (Ciudad Lineal). Los efectivos del Samur-Protección Civil lograron revertir por dos veces la parada cardiorrespiratoria en la que entró camino del Hospital Gregorio Marañón , pero poco después fallecía. La investigación policial maneja, entre otras hipótesis, que la víctima ejerciese la prostitución y que el asesino fuese un cliente que estaba obsesionado con ella.

Testigos afirmaban que el autor del ataque es un hombre corpulento y ataviado con una gorra negra que echó a correr después de disparar. « Hemos oído un petardeo », subrayaba Raquel, que vive en la misma zona. Su padre alertó al 112 al encontrársela tirada en la acera con mucha sangre en la cabeza. La herida tenía el bolso encima, por lo que el móvil del atraco pierde fuerza.