Álvarez del Manzano y el 'todo Madrid'
De cómo un antiguo alcalde puede obrar en el columnista el milagro 'proustiano' de volver a su infancia malagueña, a la procesión de la Virgen de la Paloma y verse a sí mismo en un Miércoles Santo
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Iniciar sesiónVolver a saludar a Álvarez del Manzano. Eso me pasó en lo de Ifema. Álvarez del Manzano era populismo, sano, cuando el populismo aún no se había inventado y los alcaldes daban pescozones con los escoltas amables y los fotógrafos pegados al cogote (creo que ... ya lo conté). La cosa es que le llamé «alcalde» mientras todo el mundo miraba a Ayuso, saludadora, y a Villacís, que llevaba a Edmundo Bal de complemento espídico horas antes de que 'los del taxi de Cs' le ungieran de candidato para las Cortes Vallecanas.
Pero vayamos al tema, que es el de cómo un antiguo alcalde puede obrar en el columnista el milagro 'proustiano' de volver a su infancia malagueña, a la procesión de la Virgen de la Paloma (de la que el Ayuntamiento de Madrid es Hermano Mayor Honorífico) y verse a sí mismo en un Miércoles Santo. Y Álvarez del Manzano tocando la campana del trono, y el mundo que se me presentaba como algo ordenado, cómodo, de alcaldes y hasta ministros que daban la mano al niño que fui yo y que importunaba lo justo en ese ir haciéndose periodista.
Después llegaron otros consistorios, y otras siglas que sonreían mucho y sacaban magdalenas que no eran tan 'proustianas' como los Álvarez de tal. Y se pasó por el Manzanares disecado con un taxista conversador que se 'embarrancaba' (sic) con la caja de cambios. (Abuso de la conjunción copulativa, lector, que es lo que llamamos la prosa por acumulación).
Quería hablar yo de lo de Pablo Iglesias, contraviniendo la decencia y la Ley Electoral (LOREG) con tanta paz como gusto y moño. O pasar de puntillas por lo de Rociíto, conversación de gasolinera. Pero entonces Álvarez del Manzano ha aparecido ahí mismo, de buen lunes, como congelado en la imagen de mi infancia o en la tasca de Alfonso, pegadita al Café Comercial. Ya dije en mi primera columna que Madrid es una ciudad circular, que hay comercios (Perfumería Butragueño, sin ir más lejos) y personas que no cambian. Eso lo agradece uno, que fue más hertziano que digital y se congratula de que no todo su mundo se venga abajo.
Álvarez del Manzano es un hombre pegado a un madroño. Y quien me saque de esa imagen, falla. Ha aparecido por aquí Del Manzano como por casualidad, como del rayo, pero uno ya se sabe -por viejo- que el «todo Madrid» somos aquí unos cuantos.
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