Isabel Díaz Ayuso: la «novata» que se ha convertido en una pesadilla para Pedro Sánchez
La evolución de la jefa del Ejecutivo regional sigue una estrategia propia que confronta con el Gobierno Central y despierta inquietudes en su partido
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Iniciar sesiónEl viernes 11 de enero de 2019, Isabel Díaz Ayuso llegaba a su casa, en el barrio madrileño de Chamberí, cuando recibió una llamada que le cambió la vida: Pablo Casado la citaba de inmediato en la sede popular de la calle Génova, ... de donde regresaba. Allí, poco después de las ocho de la tarde, conoció por boca del presidente del partido que era la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Casi dos años después, aquella «novata» se ha convertido en la «baronesa» más conocida de su partido y en azote de Pedro Sánchez.
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La noticia fue una sorpresa para casi todos, incluida ella, que solo en la última semana sospechaba que quizá la incluyeran en la lista del Ayuntamiento; hay quien dice que tuvo mucho que ver lo bien que le salió una intervención en televisión el 3 de enero, cuando en unos minutos fue capaz de defender, con un desparpajo poco común en esta época de corrección política, las esencias del PP en materia de violencia de género. El vídeo se hizo viral y tuvo más de 5 millones de visualizaciones.
La política joven y de aspecto frágil, titubeante en sus primeras intervenciones, ha ido ganando tablas a medida que era vapuleada por la oposición y buena parte de la prensa
Obviamente, muchos en Madrid conocían a Díaz Ayuso. Pablo Casado también. Y de esta forma tan imprevista, incluso para ella, la joven e inexperta política se encontró de pronto convertida en candidata a presidir una Comunidad con 6,7 millones de habitantes, el mayor PIB del país y un presupuesto de 20.000 millones de euros.
A su lado tuvo, desde el principio, a un maestro del «marketing» político: Miguel Ángel Rodríguez (MAR) , secretario de Estado de Comunicacion (996-1998), bajo la presidencia de José María Aznar y «padre» ideológico de frases como el «váyase, señor González». La política joven y de aspecto frágil, titubeante en sus primeras intervenciones, ha ido ganando tablas a medida que era vapuleada por la oposición y buena parte de la prensa. Respuestas inconvenientes o poco meditadas como las relativas a la añoranza de los atascos en Madrid o a que «nadie ha muerto» por contaminación la pusieron una y otra vez en el disparadero. Pero también sus lágrimas durante la misa por los fallecidos por Covid, celebrada en el mes de abril, con la pandemia desbocada.
Ella entendió muy pronto el avispero en que se metía; se le atribuye la frase «estoy rodeada de hijos de puta», dirigida en plena campaña electoral al fuego enemigo y, a veces, amigo. Sea o no cierta, sí refleja un estado de ánimo: el que ha endurecido su mirada.
En su entorno reconocen su metamorfosis durante estos durísimos meses: «MAR la está posicionando muy bien como marca». Ella parece hecha de la pasta de Esperanza Aguirre : no la alteran ni las críticas ni los insultos, que aguanta incluso cuando han golpeado algo tan íntimo como la figura de su padre, ya fallecido, y objeto de investigación por el crédito que su empresa obtuvo de Avalmadrid.
Su posición ha sido, desde el principio, la de aguantarle el tipo al presidente, Pedro Sánchez. No deja pasar ocasión para criticar sus políticas nacionales y no ha dudado incluso en llevar a Europa su petición de más controles en Barajas, «puenteando» a Moncloa. Muchos en el partido piensan que para el jefe del Gobierno de España, la presidenta madrileña es la principal pieza a abatir: « Su objetivo es cargarse a Ayuso; va a hacer lo que tenga que hacer para ello », barruntan. Ella, por su parte, se ha arrogado el papel protagonista en una cruzada contra el Gobierno PSOE-Podemos, con las esencias populares como armas arrojadizas: libertad, bajada de impuestos y colaboración público-privada.
Una estrategia que en sectores del PP nacional produce inquietud. La «baronesa» popular mantiene relaciones con la cúpula de su formación que «son como una montaña rusa», explica un cargo popular. Les preocupa sobre todo que Díaz Ayuso lleva «una estrategia individual» , que no siempre coincide con la del partido: «Ella tiene vida propia y en la dirección nacional se han dado cuenta de que cada “enganche” que tiene con Pedro Sánchez es bastante más noticia que los diez minutos de Casado en la sesión de control a Pedro Sánchez de los miércoles en el Congreso», relata una fuente veterana.
Díaz Ayuso se enfrenta a otro hándicap: el hecho de ser mujer. Y joven. Y guapa. Es difícil no entender que muchos de los insultos que recibe tienen esta lectura machista. Cómo interpretar, recuerda un compañero de filas, las feroces críticas que ha recibido por no querer el cierre perimetral de la región, cuando existe el ejemplo de la comunidad extremeña, cuyo presidente, Guillermo Fernández Vara, se niega al confinamiento, sin que nadie ponga en duda su salud mental por ello.
Tras estos quince meses de Gobierno en las peores circunstancias, Díaz Ayuso parece haber superado la fase de «novata» . Ahora, está por ver hasta dónde querrá llegar. «Ella aspira a más», apuntan entre sus diputados. Falta por saber si su estrategia funciona: en la guerra contra el Covid, ha elegido un camino diferente al del Gobierno de España y que, por ahora, no le está dando malos datos. Pero hay otros obstáculos que se puede encontrar por el camino, advierten.
Fragilidad en la coalición
Y uno es, sin duda, la fragilidad de su Ejecutivo, sostenido por un «matrimonio de conveniencia» con Ciudadanos. «No sé qué resultado tendrá que estés desautorizando un día y otro a tu socio de Gobierno, cuando él puede meter mañana una moción de censura y es presidente», advierten desde el partido.
Mientras que en el Ayuntamiento de Madrid, el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, se ha hecho con Begoña Villacís -«ha sabido darle realce y protagonismo», dicen-, con Aguado no pasa esto . Y él «alimenta esa idea de que Cs es una línea al margen del Gobierno», dicen en el PP.
Ahora, tras el posicionamiento de Casado a nivel nacional en la moción de censura, apartándose de Vox, «el ataque va a ser a Cs, que irá cayendo a jirones». En este escenario, insisten, «si Cs quiere visualizarse, dejarse ver, qué mejor que hacerlo en Madrid», temen.
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