Los intentos de suicidio en Madrid crecen un 10% durante la pandemia
Los ERTE, muertes de familiares por Covid y la crisis social han impulsado las autolesiones con fines mortales, sobre todo entre mujeres y jóvenes

El abordaje de los suicidios en los medios de comunicación es complejo. Pero el también llamado tabú social es uno de los mayores peligros para prevenir estas conductas. Y más, en tiempos de incertidumbre y angustia como los que corren, especialmente desde el estallido del ... Covid-19 en nuestras vidas. Los datos que maneja la Comunidad de Madrid, que hace un balance mensual al respecto, comparando la situación actual con la de 2018 y 2019 (es decir, en un escenario sin pandemia) , hablan de un incremento de los intentos de suicidio en la región del 10% en esta crisis sanitaria del coronavirus. Fuentes policiales y médicas también apuntalan esta mayor casuística.
Mercedes Navío es la coordinadora de Salud Mental y Adicciones de la Consejería de Sanidad. Un departamento que, asegura, «está muy encima» de esta realidad. «Por eso hay una mayor precisión en el registro. Lo hacemos mensualmente y con los datos que ofrecen desde los hospitales », explica a ABC. Una atención, la del riesgo de suicidio, constante y que engloba también las autolesiones. La conducta suicida no tiene un perfil concreto ni una razón específica. «Es un fenómeno complejo y multifactorial, no se puede atribuir a una causa concreta», añade. ¿La crisis sanitaria, el confinamiento, su repercusión en el mercado laboral, en la soledad, el encierro, son algunos de esos factores? La respuesta es complicada. «En la crisis de 2008 no subieron los suicidios», pone como ejemplo Navío, que lleva más de diez años afrontando estos problemas desde la Comunidad de Madrid. Pero apostilla: «Sabemos que la pandemia es un factor de riesgo. Desde mayo del año pasado hicimos un refuerzo, poniendo el foco en poblaciones de atención, y realizamos una monitorización de los casos y para reducir ese riesgo, que sea cero».
Montserrat Montes es la presidenta de la Red Aipis-Faeds (Asociación de Investigación, Prevención, Intervención del Suicidio). Coincide con Navío en que «después del confinamiento hay más gente con ideación suicida». Sin embargo, no ha ocurrido así con las muertes voluntarias consumadas, que permanecen estables.
Una muerte al día en Madrid
España sigue siendo uno de los países con las tasas más bajas (frente, por ejemplo, a los del este de Europa o Japón, con índices elevadísimos): «En general, las sociedades más individualistas son las que tienen mayores peligros. Las que cuentan con un contacto social más desarrollado presentan las tasas más bajas , como los países mediterráneos». Y, dentro del espectro nacional, «Madrid tiene de las tasas más bajas de España, por debajo de la media. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la ratio por habitantes de suicidios consumados en nuestra región está entre el 4-5 por cada 100.000 habitantes, mientras que la española está en el 7-8.
«Las comunidades autónomas con tasas más elevadas son Asturias y Galicia, en torno al doble o más de la media nacional» , resume Mercedes Navío. Distintos estudios apuntan a que en la ratio por cada suicidio consumado hay 20 intentos. En la estadística públicada por el INE, en Madrid muere una persona al día de ese modo; en España son diez y entre 3.000 y 4.000 al año. Por ello, insiste en que los datos de «casos consumados no apuntan a un incremento»: «Sí hemos advertido un incremento de conducta parasuicida (autolesiones e intentos). La conducta suicida incluye desde la ideación a los intentos, pasando por las autolesiones». Considera que «no hay una situación de alarma» e insiste en trabajar en la prevención.
Las mujeres y los jóvenes lo intentan o lo piensan más, pero los hombres y los ancianos son quienes encabezan los llevados a término. Son más frecuentes en solteros, divorciados o viudos, porque puede que no tengan una red socio-familiar afectiva: «Cuando las personas no se sienten solas ni aisladas, pueden compartir cómo se sienten», sentencia Navío.
Javier Jiménez es psicólogo especialista en Psicología Clínica y colabora con Aipis ( www.redaipis.org ). Establece un calendario de la evolución de este fenómeno durante la pandemia. «En el primer confinamiento, de marzo a junio de 2020, lo que vimos fue realmente sorprendente: no se puso en contacto con nosotros nadie», en referencia a supervivientes (familiares y allegados en duelo por suicidio o con ideaciones o intenos suicidas, que en su mayoría suelen ser madres de chicas jóvenes que ya lo han intentado . ¿Qué ocurrió? «Pues que a partir de julio, al levantarse esa medida, nos llegó todo lo que no nos había entrado antes. Hasta ocho casos a la semana», añade Jiménez. Una de estas teorías es que en esos meses de encierro hubo mucha atención gratuita psicológica de las administraciones. «Pero luego, la mayoría de esas ayudas desaparecieron. Además, cuando existe un problema de riesgo, como contagiarte de Covid, lo que antes te preocupaba pasa a ser secundario o banal. Eso mismo ocurre en las guerras. Otra causa es que hay gente que se considera que son prescindibles y en la pandemia se han dado cuenta de que no es así, porque tienen que cuidar a los nietos o los hijos viven de sus pensiones.
Problemas por la crisis
Eso sí, asegura que «la salud mental ha quedado peor de lo que está antes»: «No poder salir, los problemas económicos, las muertes de familiares, los ERTE…» han calado para mal. Pero hay otro aspecto para hacer esa afirmación, añade Jiménez: «Muchos de los especialistas han pasado a trabajar como médicos para el Covid. También han cerrado centros de salud mental. He tenido el caso de una chica con bulimia a la que mandaron a casa desde el centro donde estaba ingresada y se suicidó. Si las citas en salud mental tardan tres meses en darlas en muchas comunidades, entre marzo y junio dejaron de atender a los que eran ya pacientes; cuando volvieron a retomar las citas normales, tuvieron que hacerlo con los pacientes antiguos. No podían con más, con los nuevos». La ratio de psicólogos/pacientes en Europa es de 12 por cada 100.000 habitantes y en España es de 4.
Montes coincide en ese análisis: «Después del confinamiento hay más gente con ideación suicida. También hemos constatado que son personas diagnosticadas que no han podido continuar con su tratamiento y el ajuste de su medicación , en algunas situaciones. Adolescentes que estaban con trastorno de la alimentación, por ejemplo». «Se están viviendo crisis económicas, emocionales (han perdido a un familiar y no han podido despedirse)... Si se juntan muchas situaciones y no son tratadas, aunque no tengan diagnóstico, viven una angustia constante y llegan los miedos. Si no tienen tratamiento o no piden ayuda, llegan a suicidarse. Por eso, deben buscar ayuda a profesionales expertos. Que pidan ayuda, no están solos. Lo último es quitarse la vida», sentencia.
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