En imágenes: Así viven las últimas familias del poblado chabolista de Las Sabinas

Los desperdicios que anegan el río Guadarrama junto al asentamiento chabolista de Las Sabinas, en el término municipal de Móstoles. FOTOS: GUILLERMO NAVARRO Hasta 70.000 metros cúbicos de basura contaminan el río Guadarrama, según estima la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, que afectan a Móstoles, Arroyomolinos, Batres, El Álamo y Navalcarnero. La asociación Ecologistas en Acción reclama el realojo de Las Sabinas para desbloquear la recuperación del río. El cauce del río Guadarrama es una escombrera donde se acumulan todo tipo de enseres, electrodomésticos y vehículos destartalados. La zona centro de Las Sabinas es un punto que frecuentan chatarreros y trabajadores de obra que tiran ahí los escombros. Al caer la noche, los habitantes de Las Sabinas encienden hogueras, las mismas que usan para quemar chatarra, para protegerse del frío. Los restos de las viviendas ya derribadas de Las Sabinas, una vez sus inquilinos fueron desalojados o abandonaron el lugar. Un vecino de Las Sabinas, junto al fuego encendido en su parcela. Las mejores viviendas tienen chimeneas, estufas y termos para calentar el agua. Una mujer limpia mientras su hija juega en la entrada de la casa. Sin servicio de recogida de residuos ni labores de limpieza habituales, las montañas de basura y escombros invaden Las Sabinas. Dos menores juegan de noche junto a la calle de Esteban García, el camino de polvo, baches y barro que vertebra el asentamiento de Las Sabinas. Una familia, este lunes por la noche, en el salón de su casa. Raquel Navarro, una joven de 20 años que vive con su novio en una casita de ladrillo y techo de uralita en la ribera del río Guadarrama. Miembros de una de las familias del asentamiento disfrutan al mediodía del clima primaveral. La oscuridad se cierne cada noche sobre el poblado de Las Sabinas, donde las únicas señales de vida son las luces que asoman de puertas y ventanas. Una de las matriarcas del poblado barre a las puertas de su chabola junto a una de sus nietas. Un joven chatarrero que reside en Las Sabinas desguaza un neumático para separar la goma del provechoso metal. Una mujer barre los restos de basura delante de su casa. Jóvenes descargan chatarra en uno de los caminos de Las Sabinas. Los residuos interminables en una de las parcelas de Las Sabinas. Los jóvenes que desguazan la chatarra ganan «20 o 50 euros» al día. Un joven frente a la chimenea de su casa, una de las más grandes y mejor equipadas de Las Sabinas. Un joven de Las Sabinas que se dedica a la venta ambulante, junto a lo que en su día fue una piscina, frente a su casa.