Un histórico ultra «lidera» la acusación particular contra los menas de San Blas
Tres de los cuatro autores de la paliza han ingresado ya en prisión provisional

Una violación a una niña de 13 años, un bulo que corre como la pólvora, una decena de radicales de extrema derecha en busca de los supuestos culpables y una paliza tristemente acontecida en el barrio de Rosas (distrito de San Blas-Canillejas). La ... funesta cadena bien pudo terminar en tragedia. Uno de los afectados, de 21 años, continúa en el hospital siete días después de ser intervenido quirúrgicamente debido a los golpes propinados por cuatro jóvenes de origen magrebí, que atacaron sin piedad a sus enemigos después de que estos se echaran primero a la calle para forzar el encontronazo. Ahora, con tres de los cuatro agresores en prisión provisional –el cuarto es un menor de 17 años–, la polarización del enclave ha quedado visible entre partidarios y detractores de los menores extranjeros no acompañados, acogidos en dos pisos tutelados muy próximos al lugar de los hechos.
Las dos víctimas de la paliza, presuntamente ligadas al grupúsculo neonazi Bastión Central, están apoyadas por un histórico cabecilla ultra, Alberto A. C., erigido en portavoz de la acusación particular. A sus 42 años, este individuo es un viejo conocido de la Brigada Provincial de Información del Cuerpo Nacional a tenor de su extensa ficha policial. Antes de dar el salto a la política, integrándose en diversos partidos a lo largo de las últimas dos décadas –ha sido miembro de Movimiento Social Republicano (MSR), Nación y Revolución (NyR) y Movimiento Patriota Socialista (MPS), entre otras formaciones– estuvo envuelto en diversos incidentes como los ocurridos a principios de siglo durante una revuelta vecinal en San Blas contra ciudadanos de origen rumano.
Suma, además, varias detenciones: en 1995 debido a una agresión con arma blanca, en 1998 por exhibir símbolos anticonstitucionales nada más aterrizar en la ciudad alemana de Bonn junto a otros integrantes de Ultras Sur y en el 2002 a causa de las agresiones a fotógrafos en los aledaños del Santiago Bernabéu tras el estallido de un coche bomba colocado por la banda terrorista ETA. A ello cabe añadir dos pasos por la cárcel, aunque ambos de manera residual: entre julio de 2000 y febrero de 2001, para cumplir arrestos domiciliarios los fines de semana en el penal de Valdemoro, al ser condenado por un delito de lesiones. Y diez años más tarde, del 20 al 26 de abril de 2010, volvía a estar entre rejas por intentar quemar un bar junto al coliseo madridista lanzando bengalas.
Rumor infundado
Lo cierto es que su participación activa en la defensa de los dos agredidos supone una evidencia más de la implicación de la extrema derecha en un caso que derivó en diversas concentraciones de ideologías antagónicas, mezcladas a su vez con la ola de indignación vecinal por el aumento de hechos delictivos en el entorno de las estaciones de Metro de Las Musas, Las Rosas y Avenida de Guadalajara.
Con todo, el rumor infundado de que menores extranjeros no acompañados habían sido los autores de la violación de la niña de 13 años –señalan en la barriada– desató una especie de cacería que terminó de la peor manera posible. Este periódico pudo constatar la semana pasada que el único detenido por la citada agresión sexual es un menor de 17 años, ecuatoriano y nacionalizado español, conocido de la víctima.
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