«Mi hijo lleva desaparecido más de un mes. Creo que lo han asesinado»

Francisco de Pablo Páez tiene 32 años y mide 1,95. Padece alopecia areata, parcial, por lo que suele utilizar gorra. No tiene pestañas y las cejas son pintadas. Pesa 85 kilos y lleva un tatuaje tribal en un tobillo. Trabajaba como albañil, en obras, pero en su entorno reconocen que también vendía sustancias, de las que era consumidor desde hace años, como porros y cocaína fumada. «Estamos muy mal. Creo que lo han asesinado por querer cobrar esa deuda. La gente debe entender que mi hijo no es un desecho humano, sino una persona con padres, hermanos, abuelos…», explica Juana Páez, de 58 años, a ABC. Insiste en que cree que «alguien lo ha matado en un ajuste de cuentas» y que no se trata de una desaparición voluntaria. El juez no ha permitido el rastreo de las llamadas de su móvil, porque vulneraría la intimidad de Fran, y es por eso por lo que han presentado la denuncia, para solicitar como acusación la práctica de diligencias. Además, señalan a los posibles culpables de su desaparición.

Juana y su hijo llevaban un tiempo distanciados. «Había tenido alguna denuncia por violencia de género por parte de alguna chica y estaba metido en la droga, frecuentaba poblados como el de Valdemingómez, la Cañada Real», explica la madre con respecto a esa relación algo deteriorada. Por eso no se enteró de su desaparición hasta seis días después, por los amigos; además, no era la primera vez que se iba de casa, aunque solo dos o tres días.

El 27 de marzo, la mujer interpuso la primera denuncia en la comisaría de Hortaleza. Dice que desde su desaparición nadie se ha podido poner en contacto telefónico con el desaparecido. Tampoco había hallado rastro de él en hospitales. La familia y allegados hicieron batidas por poblados marginales donde se vende droga , siendo los resultados negativos.

Tres días después, el 30 de marzo, Juana se presentó de nuevo en comisaría, para ampliar la denuncia con nuevos datos que había recabado. Explicó que, a través de dos amigos de Fran, llamados Omar y Julio, había conocido que, «semanas antes de la desaparición, Francisco acudió al domicilio de un hombre» moldavo, acompañado de uno de esos amigos, a reclamarle una deuda. «Sé que días antes mi hijo le pegó, porque no le pagaba », explica Juana.

Al llegar a la vivienda del otro joven, donde estaba también su padre, en la calle de Santa Susana, los moldavos le amenazaron: «Ten cuidado, porque tenemos familia muy peligrosa y van a matarte», terminó el encuentro.

Pero la Policía, en cierto modo, tiene las manos atadas. De ahí que el prestigioso abogado Juan Manuel Medina haya tomado las riendas del caso y el 28 de abril remitiera al juzgado de Instrucción número 27 de Madrid el escrito de personación y el recurso de reforma y subsidiario de apelación contra el archivo de la causa. En él, al que ha tenido acceso ABC, se pide ser acusación particular «desde el pleno convencimiento de que no se trata de una desaparición voluntaria» y se pide la práctica de diligencias