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tetuán

Asaltan la oficina del Cobrador del Frac y se llevan la caja fuerte en una carretilla

Los ladrones inutilizaron la alarma y forzaron la puerta. También robaron tres coches de empresa, con los que huyeron

josé alfonso

c. hidalgo

Una caja fuerte llena de decenas de datos de morosos, tres coches de empresa y ni un solo euro. Ese es el saldo del robo a las oficinas del Cobrador del Frac el pasado lunes en Madrid. Un asalto de lo más pintoresco, no solo por el objetivo de la banda, sino por otros ingredientes: los cacos arramblaron con una de las cajas fuertes utilizando una carretilla que se encontraron en las oficinas, intentaron llevarse dos cabezas de leonas disecadas que colgaban de una pared y, casi de rebote, se hicieron con tres coches de empresa tras dar con los duplicados de sus llaves. Hasta un empleado se cruzó con la banda cuando huían en los vehículos y les saludó, pensando que se trataba de uno de los jefes.

ABC ha tenido acceso a las imágenes del robo. Comenzó sobre las cinco y media de la madrugada del lunes, día festivo en Madrid. Las primeras sospechas apuntan que los seis delincuentes, encapuchados, tapados con bragas y con linternas, penetraron en el edificio de oficinas del número 12 de la calle de Orense (Tetuán) utilizando el garaje.

Bien con mandos a distancia clonados o aprovechando la salida de uno de los usuarios, accedieron al «parking» privado de los número 12 y 14 de Orense. Desde allí, tomaron el ascensor y subieron al primer piso. Allí forzaron la puerta de acceso al Cobrador del Frac, manipularon una cámara de videovigilancia y desactivaron el sistema de alarmas, explicó Manuel Merino, director del Departamento Jurídico de la empresa.

Bajaron las luces del local y manipularon distintas cajas fuertes. Una pequeña llegaron a abrirla, pero solo guardaba documentación. «Nosotros no guardamos dinero en las oficinas —apuntó Merino—. Todo se mete en el banco, así es nuestro sistema de trabajo».

Ante tales mimbres, se dirigieron a una caja fuerte, detrás de un despacho, y la tomaron a pulso. Encontraron allí una carretilla que les vino al pelo para trasladarla, como se aprecia en las imágenes. Entre cinco encapuchados, la sacaron de las oficinas.

Permanecieron en el edificio unas tres horas, según consta en el minutado de las imágenes. Los despachos del Cobrador del Frac están «forrados» de cabezas de ciervos y leonas disecadas, cornamentas de ciervos, colmillos de elefantes...

Se llevaron tres coches

El propietario de la empresa es un gran cazador e incluso tiene otro negocio de tipo cinegético. Pues bien, los ladrones, en su afán por el latrocinio (o quizá porque ya veían que el botín no iba a ser tan suculento como habían pensado), llegaron a apoderarse de dos testas de leona; pero al final decidieron dar marcha atrás y las dejaron allí mismo.

De lo que sí se apoderaron fue de los tres duplicados de las llaves de los coches de empresa, utilizados por los directivos del Cobrador del Frac. Se trata de dos Mercedes 220 y un Mitsubishi L 200, tipo ranchera, cuyo precio actual en el mercado ronda los 55.000 euros. Bajaron al garaje por el que habían entrado y, probando los mandos a distancia, se hicieron con los vehículos.

14.000 euros en otra planta

Pero el azar quiso que el lunes sí que fuese lectivo en El Cobrador del Frac y que, además, salieran del edificio a las 8.30 de la mañana, hora a la que comienza allí la jornada laboral. El primer empleado que llegó a la calle de Orense se cruzó con la banda, pero, al ver los coches de empresa, pensó que se trataba de los jefes, que se iban de caza.

El empleado saludó a los delincuentes, sin saber que, si hubiese llegado diez minutos antes, los habría sorprendido en pleno robo.

Antes, parte de la banda había aprovechado que estaban dentro del edificio para subir a la planta superior, la segunda. Destrozaron la cerradura de una empresa de limpieza, forzaron la caja fuerte y se hicieron con 14.000 euros en efectivo, según confirmaron en la empresa a este periódico. «Es una cantidad importante para nosotros, del cobro a clientes», comentó una trabajadora.

Desde el balcón, accedieron a la oficina de una promotora gallega que ya apenas tiene actividad. Reventaron la caja fuerte, pero sólo había matrices de pagarés y cheques.

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