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Filomena acorrala a decenas de pasajeros en Barajas: «Llevamos todo el día sin comer»

Los vuelos cancelados por el temporal han dejado a numerosas personas durmiendo en la T4 desde el viernes

Berta, María, Gloria, Gonzalo y William han formado una pequeña familia improvisada mientras aguantan el calvario C. Q.
Cris de Quiroga

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Berta y María no se conocían hace tres días, pero las últimas dos noches han dormido juntas sobre el duro suelo de la T4 del aeropuerto de Barajas. Ambas compartían el mismo vuelo a Bolivia, que el viernes fue cancelado por la histórica nevada que trajo la borrasca Filomena sobre la Comunidad de Madrid. «Solo nos han dado un bocadillo, nos han tratado como animales» , resume Berta la esperpéntica situación tras más de 48 horas en el limbo.

Cerca de Berta y María, y flanqueadas por montañas de equipaje, decenas de personas aguardan en la terminal paralizada a que Barajas retome las operaciones. El aeródromo canceló su actividad el viernes a las 21 horas, después de una hora llevando a cabo el procedimiento de desvíos. Como los cientos de conductores atrapados en las carreteras madrileñas, cientos de pasajeros quedaron varados en suelo internacional. «Estamos durmiendo como las personas que duermen en la calle, aquí detrás de los asientos», señala Gloria Rogel. Ella y su marido, Gonzalo Córdoba, pudieron entrar en Barajas el mediodía del viernes, horas antes de que el temporal colapsara la capital. Aún les queda una noche más entre sus maletas , pues su vuelo a Ecuador ha sido pospuesto a la madrugada del lunes. En la hilera de asientos conocieron a William, de 23 años, que comparte el mismo destino. «Vengo de Totana, Murcia. No tengo adonde ir », es lo poco que dice el joven.

Sobran las explicaciones. Berta, María, Gloria, Gonzalo y William han formado una pequeña familia improvisada mientras aguantan el calvario. Se guardan el sitio y vigilan las maletas. « Llevamos todo el día sin comer . Solo el viernes nos dieron un bocadillo a las doce de la noche. Tampoco nos dan agua ni mantas. Nos aseamos en los lavabos. Nos dicen que vayamos a las máquinas, pero solo hay sandwiches fríos y algunos no tenemos cambio», cuenta atropelladamente Berta. Aterrizó en Madrid hace más de una semana desde Londres y su vuelo a Bolivia fue pospuesto entonces. Filomena lo retrasó todavía más.

PCR que caducan

Aunque la gran nevada ha relegado la pandemia a un segundo plano, la tercera ola del virus no ha desparecido. «No nos dan mascarillas y tenemos que cambiarlas cada cierto tiempo. Estamos todos aquí durmiendo, ¿y si nos contagiamos? », se pregunta Berta. Los pasajeros atrapados, que llevan con ellos el resultado negativo de sus pruebas PCR para poder volar, tienen un problema añadido. «Me hice la PCR el 2 de enero, si no vuelo mañana, me va a caducar », explica Berta; a su lado, Gloria y Gonzalo comparten su preocupación.

Todos los recientes moradores de la T4 compraron sus billetes con Air Europa. «Iberia dio alojamiento a sus pasajeros. Con nosotros, nadie se hace cargo, nadie dice nada...», critica Nicolás Nisivoccia, que debía despegar hacia Montevideo, Uruguay, el viernes. Relata sus últimas noches tras dar cuenta de su bocadillo, lo único que se ha llevado a la boca —por 8,50 euros y gracias a que los vigilantes le han permitido cruzar el control de seguridad—, en más de 24 horas. El imprevisto le ha puesto contra las cuerdas; apenas le quedan 20 euros en la cartera y 74 céntimos en la cuenta. Su hermana, que vive en Alcalá de Henares, pudo dejarle en el aeropuerto. «Pensamos que, si se cancelaba, podría volver a por mí», reconoce. El sábado por la mañana, desde un rincón de la T4 y sobre un cartón, despertó para contemplar el grueso manto blanco que ha regalado Filomena.

Aena anunció que el aeropuerto reanudaría las operaciones a las 17 horas. Los trabajos no han cesado en toda la noche para retirar la nieve de las pistas y de debajo de los aviones. Tres horas antes de la vuelta a la normalidad, las pantallas de la T4 mostraban casi cincuenta vuelos programados para este domingo , de los que una docena han sido cancelados. Además de los pasajeros atrapados, decenas de personas se arremolinaban bajo el alto techo, en torno a los mostradores de facturación, sentados y tumbados junto a su equipaje en los costados de los pasillos. Nina, una holandesa pelirroja y de ojos azules, se quedó sin su vuelo de regreso a Ámsterdam a primera hora de la mañana del sábado. «Estoy esperando todavía, si todo va bien, sale a las 18 horas» , cuenta, sentada en el frío suelo. Ella es una de las afortunadas: pudo pasar la noche en casa de unos amigos.

A falta de poco más de una hora para que se reanudaran los viajes, las aerolíneas todavía no facturaban las maletas de los pasajeros, aunque sí entregaban los billetes de vuelo. «Me han dicho que Air Europa está preguntando al Comité de Seguridad a ver si les da permiso para despegar », contaba Jesús Sanmartín, de 59 años, empleado en una empresa de electrificación ferroviaria que le ha destinado a Tel Aviv, mientras fumaba un cigarrillo a las puertas de la T4. Tampoco pudo facturar su maleta para su viaje, previsto, antes de Filomena, a las 16 horas. «Teóricamente tengo que salir en la próxima hora. Pero dicen que hay una placa de hielo que no pueden quitar », señala. «Teóricamente». Los primeros aviones han despegado a última hora de la tarde .

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