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Felicidad distópica en la Pradera de San Isidro

Largas, y tranquilas, colas de madrileños rinden pleitesía al Santo. Un dron controla aglomeraciones y a Almeida le adelantan el alirón del Atlético

Una niña vestida de chulapa, ayer, en la Pradera JAIME GARCÍA
Jesús Nieto Jurado

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El día del Santo fue distópico. Apenas hubo organillos en la Pradera, acaso los requeridos por los chicos de la prensa. Cerca de donde el milagro de los bueyes –San Isidro era de dormir y que las instancias labraran el terruño–, desde primera hora había ... madrileños en chanclas y en parpusa. Con la mascarilla y al solano. Manteniendo las distancia y en «un goteo desde primera hora de la mañana» según un amable agente municipal.

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