«Esto huele a sangre, a matadero», la sorpresa de los agentes que registraron el chalé de Majadahonda

El primer registro del chalé propiedad de su tía fue el 8 de abril de 2015 sin instrumentos forenses complejos y contó «con todas las garantías legales con el detenido», recalcaron. Y es que la defensa cuestiona la legalidad de esa entrada y la de la casa de su padre en Móstoles, en donde hallaron numerosas pruebas incriminatorias.

En la inspección ocular observaron una maleta azul y junto a ella una mancha de sangre, además de salpicaduras por el suelo , muebles y paredes, así como productos de limpieza. Además, otro agente dijo que «había más restos de sangre bajo una capa de pintura reciente con el fin de ocultar algo».

Este testigo, precisó que la máquina trituradora -con la que presuntamente el procesado se deshizo de los cuerpos de estas mujeres- estaba junto al hueco de la escalera. No había larvas ni fauna cadavérica en el lugar.

«La picadora no era visible a simple vista . Estaba envuelta en bolsas de basura negra y con varias cuchillas desmontadas . Había manchas rojizas bajo la mesa que nos parecían sangre. Encontramos una sierra circular de mano, tipo radial. Recogimos las máquinas enteras y se mandaron para analizar al laboratorio. También apareció un rodillo con manchas rojizas, al igual que en los guantes. Había restos orgánicos, sin duda. Entre ellos, un puente dental », zanjó.

Este agente relató que en la inspección de las habitaciones encontraron en uno de los dormitorios una pequeña medalla, un seguro a nombre de la ciudadana argentina desaparecida y una flauta travesera , entre otras cosas. Igualmente, hallaron una bolsa de papel con muchas palabras «sin sentido», todas contenían las letras e y r . De hecho, el agente ha aludido que repetía mucho la palabra «Perer, como Pérez, pero con erre».

El 20 de abril volvieron; ya sabían que no había noticias de la tía Liria Hernández . En el sótano, con luz ultravioleta, hallaron «muestras de haber arrastrado algo en sangre», informa Efe.

«Apareció un serrucho y un sobre dirigido al gerente del trabajo de la inquilina, Adriana Gioiosa. Había marcos sin fotos y la cartera de la inquilina con tarjetas bancarias, por ello, no se podía haber ido de viaje», dijo el testigo.

En el registro de Móstoles, los agentes encontraron además de armas de fuego y un chaleco antibalas, objetos de Adriana: ropa, pasaporte, carné de conducir, las llaves del coche (este apareció a 900 metros), y joyas. Además, tenía un broche con las iniciales de su tía.

El jefe de turno de la Guardia Civil Las Rozas que inició la investigación descubrió que Bruno se empadronó casi en la misma fecha que su inquilina, noviembre de 2014. Y, lo que hizo saltar las alarmas, que había estado ingresado por esas fechas en el área de Psiquiatría del Hospital de Móstoles. Por eso se le dio al asunto «la máxima prioridad».