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El espectro de la plaza de Santa Ana

Antes de la construcción del antiguo teatro Novedades, la plaza de Santa Ana acogió a un vecino muy especial: un fantasma bondadoso que confraternizó con la población. Sin embargo, un hecho luctuoso cambió para siempre el recuerdo de ese espectro...

Vista de la Plaza Santa Ana desde una ventana del Hotel Reina Victoria

RINCONES MISTERIOSOS DE MADRID EL ANTIGUO TEATRO NOVEDADES

TEXTO: MABEL AMADO FOTO: ÁNGEL DE ANTONIO

MADRID. El 25 de septiembre de 1928 la crónica de sucesos recogía en este mismo periódico la noticia: «Con caracteres terribles, sin recuerdo de precedente que se le asemeje, una catástrofe pone luto en Madrid y en toda España. La fatalidad encendió anteayer, domingo, durante el final de la representación, el teatro más popular del barrio más popular de Madrid: el coliseo Novedades. Los espectadores, empavorecidos ante el peligro de las llamas, y ante la amenaza inminente del desplome del edificio, buscaron la salvación en la huida, y lo hicieron, como ocurre en tales casos, atropellando, pretendiendo abrirse camino a todo trance».

Un centenar de muertos

Un centenar de muertos y 150 heridos fue el balance del pavoroso incendio que asoló este concurrido teatro situado en la calle de Toledo, junto a Santa Ana, en el corazón de uno de los barrios bajos de la capital, el distrito de la Inclusa. Eran las nueve de la noche y sobre el escenario se representaba una popular zarzuela: «La mejor del puerto».

Hasta entonces, los vecinos de la plaza casi habían olvidado la tradicional leyenda de un fantasma que eligió esa zona para sus apariciones. De naturaleza buena y poco amigo de espectacularidades siniestras, su recuerdo se fue borrando de las mentes madrileñas hasta el fatídico septiembre de 1928.

«Escalera trágica»

A partir de aquella fecha, quizá para recordar la tragedia, cuentan las crónicas que todas y cada una de las noches se manifestaba un espíritu acompañado de los desgarradores gritos de los jóvenes y mayores que murieron en el grave incendio, de todos aquellos espectadores que perdieron la vida al intentar huir por la llamada «escalera trágica».

Quizá por la historia fúnebre o por superstición popular, el caso es que nunca se volvió a reconstruir este gran teatro que levantó el telón el 13 de septiembre de 1857 con la obra de Lope de Vega «El mejor alcalde, el Rey».

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