Desmantelado un gran narocopoblado de Marconi: «Es un sinvivir, una miseria que no veíamos desde hace 40 años»
El Ayuntamiento de Madrid derriba tres asentamientos con 18 narcochabolas en el castigado polígono de Villaverde
El narcopoblado desmantelado ayer en el polígono Marconi de Villaverde
Unos, los que tenían más recursos económicos, «iban en VTC a comprar sus dosis»; el resto, «se ponían a pedir en los semáforos» y luego se metían «en cualquier portal». «Parecían fantasmas andantes. En los últimos dos años hemos estado en un sinvivir con el ... trasiego de drogas y peleas, una miseria que no veíamos aquí en 40 años». Con esta crudeza relata a ABC Francisco Pascual, el presidente de la asociación de comerciantes del polígono de Marconi, la dura realidad con la que han tenido que convivir los vecinos de este barrio de Villaverde. Un deterioro insostenible que las grúas contratadas por el Ayuntamiento de Madrid se han encargado de aplacar. Al menos, por ahora.
A primera hora de la mañana de ayer las excavadoras, escoltadas por la Policía Municipal y efectivos del Samur Social, irrumpieron en uno de los núcleos con narcopoblados más problemáticos en la zona. En concreto, según indicaron desde el Área de Desarrollo Urbano, se actuó en tres asentamientos distintos donde había 18 infraviviendas en las que habitaban unas 45 personas. Eran puntos de venta de estupefacientes, pero también de consumo de drogas. En concreto, en una de las chabolas, en la que no había ni un camastro, se utilizaba como fumadero de heroína. «Da igual donde estén, tolerancia cero», sostuvo, ayer, tajante el delegado del ramo, Mariano Fuentes, que acudió sobre el terreno para visar los trabajos.
Coches desguazados, escombros, mobiliario tirado, contenedores medio calcinados... Ese es el escenario que rodea el principal punto de acceso al polígono al que cada día acudían cientos de trabajadores. «Da miedo pasar por el coche. Ya no solo por la degradación permanente, sino también por la inseguridad: muchos nos saltábamos el semáforo porque había adictos muy enganchados que te golpeaban el cristal para pedirte dinero para sus dosis», cuenta Pascual, que ve con esperanza los pasos dados por el consistorio para acabar con estos puntos negros.
El primer espacio se trata de suelo municipal bajo el paso elevado que comunica la Gran Vía de Villaverde con la avenida Real de Pinto, junto a las vías del ferrocarril. Allí se detectó trasiego de toxicómanos, lo que dio la voz de alarma de que podía tratarse de un punto de trapicheo habitual. En el segundo enclave -en la avenida Real de Pinto, 110, en un descampado junto a la calle de Bascuñuelos- se habían montado fumaderos de heroína. Se trata de un solar de titularidad privada sobre el cual el distrito de Villaverde también ha tramitado el expediente por infracción del deber de conservación contra la propiedad del suelo.
Y, por último, el tercer derribo se efectuó en la confluencia del paseo de Ferroviarios con la calle de Domingo Párraga. Este asentamiento, situado en terrenos que pertenecen a las carreteras del Estado junto a la A-42, fue parcialmente desmantelado en febrero. Pero quedaban por demoler dos infraviviendas y un remolque-caravana situados en suelo municipal.
El polígono Marconi vivió un auge en 2011, pero desde 2013 el declive ha sido progresivo. La crisis económica de 2009 hizo el resto. «En los últimos años, desde que desmantelaron la Cañada Real vinieron a San Dalmacio y okuparon las naves vacías», indica Pascual, que celebra que también se procediera al desmantelamiento de la parte del polígono usurpada hace unos meses. «Aún quedan picos de prostitución, hemos visto incluso a chicas del barrio que se han vuelto a enganchar, pero esperemos que este último golpe sea suficiente para que las mafias abandonen la zona, porque en Villaverde no podemos más», expresa.
Cámaras tras el verano
En solo los primeros meses del año, el ayuntamiento ya ha intervenido en asentamientos en la calle de San Bonifacio, San Dalmacio, San Norberto y Lignito, próximos al entorno del polígono. Villaverde es distrito es el que más demoliciones de narcochabolas ilegales concentró el año pasado, con 85 de los 251 que emprendió el Área de Desarrollo Urbano, más de un tercio del total. Las intervenciones se producen sobre todo en los llamados microasentamientos o pequeños poblados -con dos o tres infraviviendas erigidas- que normalmente se ubican en zonas públicas y espacios libres.
Ante esta realidad, el consistorio ha redoblado el cerco a los narcopoblados. Por un lado, al aumentar las órdenes de derribo y, por otro, con actuaciones para evitar que vuelvan a proliferar en lugares próximos. Los propietarios de las naves vacías que fueron okupadas ya han puesto vigilantes privados para repeler posibles nuevos asaltos. Y, por su parte, el Área de Seguridad ya tiene listo el contrato de videovigilancia. Tras el verano, serán instaladas 23 cámaras en el perímetro del polígono. Varios frentes para atajar un problema enquistado.