Las cuatro vidas segadas en la trágica explosión: un albañil, un sacerdote, un técnico de mantenimiento y un vecino
Fallecieron ayer a consecuencia del estallido de una caldera por un escape de gas. David Santos, técnico de mantenimiento, Rubén Pérez, sacerdote madrileño, Javier Gandía, un albañil, y un varón al parecer vecino de la misma calle
Álvaro G. Colmenero / Adrián Delgado / Laura Daniele
La tremenda explosión que ayer trastocó la normalidad en el barrio de la Latina aumenta su trágico balance con cuatro fallecidos. Cuatro vidas rotas que dejan muchas otras destrozadas por una pérdida accidental, repentina e inexplicable todavía. Con el paso de las horas, se ... han ido conociendo más detalles de las víctimas que provocó el brutal estallido en el número 98 de la calle de Toledo en Madrid . Según ha podido saber ABC, el tercer hombre identificado es Javier Gandía Sepúlveda , un albañil de 45 años natural de La Puebla de Almoradiel (Toledo), que estaba trabajando en el inmueble de enfrente en el momento de la explosión.
Javier estaba casado y tenía dos hijos, un niño y una niña. «Tienen apenas 9 y 15 años», resalta su amigo Juan Luis Recuero, aún en «shock» por la trágica noticia. «Era un chico del pueblo, como toda su familia. Somos 5.000 habitantes y nos conocemos todos. Es una familia muy querida», explica a ABC a través del teléfono. «Era propietario de una empresa de construcciones y reformas. La mayoría de los trabajos le salían en Madrid», añade. Juan Luis, miembro del club de fútbol infantil Los Pitufos del municipio, ha sido uno de los primeros en mostrar sus condolencias de forma pública en las redes sociales. «Ayer la desgracia se cebó con un vecino y lo hizo de la peor manera posible con una maldita mala suerte, dejas una familia maravillosa que nunca podrá paliar tu falta. Te echaremos de menos».
«Estaba siempre dispuesto a echar una mano y muy pendiente de los pequeños. Era nuestro patrocinador . Las camisetas del club llevaban el logotipo de su empresa. Mis hijos eran uña y carne con él», describe a Juan Luis. «Su mujer, Felicidad, está destrozada. Anoche hablamos por teléfono. Estamos intentando ayudar todo lo que podemos a la familia, con el cuerpo de Javier aún en Madrid», explica sobre el suplicio que viven sus más allegados desde la trágica explosión. «Javier era un hombre muy trabajador . Él, que no pudo estudiar, insistía mucho en que sus hijos fueran muy aplicados. Estaba muy orgulloso de ellos porque sacan muy buenas notas. Es una desgracia muy grande », lamenta.
También ha dejado su pésame el Ayuntamiento de La Puebla de Almoradiel: «Hemos tenido que lamentar la pérdida de un convecino en la explosión de un edificio que tuvo lugar ayer en Madrid. Nuestro más sincero pésame y condolencias a toda la familia». Su alcalde, Alberto Tostado , atiende a ABC en plenas gestiones municipales para «intentar ayudar a la familia en estos duros momentos». «Solo puedo decir cosas buenas de él y de su familia. Muy trabajador. Siempre yendo y viniendo para ganarse el pan. Estamos consternados», señala por teléfono. «Nos hemos puesto a disposición de la familia para colaborar en todo lo que podamos desde el Consistorio. Una de las concejales de la corporación municipal es prima hermana de la víctima. Estamos todo el pueblo volcados con ellos», asegura. « Ayer vivimos la angustia de no tener confirmada la noticia. Pero nos temíamos lo peo r. La familia sabía que estaba trabajando en el edificio de enfrente. La fatalidad de pasar por ahí en ese momento. Es una tragedia. Le conocía de toda la vida. Fuimos juntos a clase», concluye el alcalde. El Ayuntamiento de La Puebla de Almoradiel estudia declarar un día de luto oficial como homenaje a su convecino.
Vocación de servicio personificada
Ayer miércoles se dio a conocer que el primero de los fallecidos era David Santos Muñoz , un técnico de mantenimiento de 35 años que había acudido a revisar la caldera supuestamente tras un escape de gas. El joven era natural y vecino de Madrid y le unía una gran amistad con el recientemente ordenado sacerdote Rubén Pérez Ayala, cuya muerte se ha confirmado esta mañana. Ambos se conocían del Camino Neocatecumenal, cuyas reuniones tenían lugar en el edificio destrozado. De ahí que éste le pidiera que le ayudara con la caldera averiada.
Padre de cuatro hijos menores de edad y casado , sus allegados le calificaban ayer como un hombre «muy alegre, echado para delante y generoso». «Su familia es maravillosa. Sara su mujer ha estado aquí toda la tarde acompañada por miembros de la parroquia. Rezamos por toda la familia», relataban ayer a ABC algunos de sus compañeros del movimiento religioso impulsado por Kiko Argüello -conocidos popularmente como «kikos». Daba buen ejemplo de su profunda fe en su día a día como ciudadano y personificaba la vocación de servicio fuera y dentro de su comunidad cristiana. David Santos había estudiado en los Salesianos de Carabanchel y se había desempeñado como técnico especialista en mantenimiento industrial en Abengoa, Metro de Madrid y el Hospital de Móstoles. Entre sus aficiones, estaba el fútbol. «Era forofo del Atlético de Madrid», dicen.
Precisamente esta mañana el Arzobispado de Madrid ha informado que el sacerdote Rubén Pérez Ayala , de 36 años, había fallecido a las 1.42 horas como consecuencia de las heridas y las hemorragias internas producidas por la explosión. En el momento de la detonación se encontraba junto a David Santos. Al parecer, ambos estaban revisando un desperfecto en una caldera de este edificio propiedad de la parroquia en la que funcionaba una casa sacerdotal, un local de Cáritas y varios salones parroquiales.
Rubén se formó en el seminario Redemptoris Mater de Madrid. «He tenido la experiencia a lo largo de este tiempo de seminario de que la felicidad no está en vivirlo todo para uno mismo, sino en donarse a los demás», aseguraba en una entrevista sobre su vocación en la web del Arzobispado el año anterior.
El padre Rubén era madrileño y se había ordenado sacerdote a finales del mes de junio del año pasado en la catedral de la Almudena, muy cerca de donde se produjo este miércoles la explosión de gas. Un día después, celebró su primera misa en la parroquia de la Virgen de La Paloma . «Estoy contento de esto que hace el Señor conmigo», dijo entonces. Sus feligreses destacaban este miércoles, además de su bonhomía, su sentido del humor. «Rubén es muy campechano. Muy cercano. Muy agudo», aseguraron.
Este sacerdote era el segundo de cinco hermanos. El que le seguía, Pablo Pérez, también es sacerdote. A última hora del miércoles y ante la gravedad de las heridas que sufría su hermano, Pablo le había dado la unción de los enfermos.
La cuarta víctima, aún por identificar, es al parecer un varón, vecino de la misma calle donde se produjo la explosión.
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