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CURIOSIDADES DE MADRID

Cuando Manolo Tena y Joaquín Sabina hicieron las paces en un bar de Malasaña

Su encuentro, mitad leyenda y mitad realidad, ha motivado numerosas historias e interpretaciones

Joaaquín Sabina y Manolo Tena ISABEL PERMUY/JUAN PIEDRA

S. L.

Se han narrado muchas historias acerca del distanciamiento, riña o pelea, como se le quiera llamar, de Manolo Tena y Joaquín Sabina . Con más o menos leyenda, acaso por las letras de sus canciones, lo cierto es que la reconciliación fue en Madrid y, entonces sí, solo hay una explicación. La dio Tena en una entrevista en una emisora de radio, con tono distendido; orgulloso del episodio en el que, casi sin quererlo, recuperó a un amigo . Con esta breve reseña, suerte de homenaje tras su fallecimiento , recordamos la reconciliación entre dos artistas únicos de la música española.

Según el testimonio de Manolo Tena, ocurrió en un bar del popular barrio de Malasaña , ahora cerrado como tantos otros. Aunque se ha repetido que Sabina compuso algunas canciones sobre adicciones inspirándose en el segundo protagonista de esta historia, esto no es cierto. Al menos así lo aseguró él mismo en su interlocución radiofónica. Según dijo, él empezó a salir con una ex de Sabina , y esto, que no sentó nada bien a su compañero, los distanció sobremanera. La relación se apagó y las interpretaciones de sus canciones hicieron el resto. Supuestas pullas recíprocas, mensajes encubiertos, venganzas con acordes.

Sea como fuere, al tiempo, se encontraron en el bar La Luna de la calle San Mateo . Estaba Tena sentado cuando Sabina cruzó la puerta . Explicó en su narración que los presentes se quedaron algo inquietos, nerviosos por lo que se adivinaba: una pelea inminente . Su apreciación se agravó cuando Sabina se sentó a su lado e intercambiaron sus miradas. Nada más lejos de la realidad. Guitarra en mano, el autor de «19 días y 500 noches» se inclinó hacia su homólogo y, con tono afable y conciliador, le dijo: «Qué, ¿le cantamos a Marilyn Monroe» . Así de simple.

Seguramente ambos tuvieran después una conversación, o quizá no, pero el componente romántico del encuentro supera cualquier cita posterior. Allí, en ese bar de Malasaña, se volvieron a cruzar sus caminos. Después, como Manolo Tena reconoció en otras entrevistas, les unió una amistad sólida e incondicional a los problemas personales de uno y otro. «Sabina ha llegado a sacarme de un bar, meterme en un taxi, pagar al taxista y llevarme a casa . Es un amigo», aseguró en una ocasión.

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