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«Cuando fuimos a Cáritas estábamos desesperadas»

La Comunidad de Madrid renueva el convenio que cede 176 viviendas de la Agencia de Vivienda Social a esta entidad

La presidenta Díaz Ayuso, entre Loubna (izq.) y Fanny
Sara Medialdea

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Loubna tiene 45 años, tres hijos con discapacidad y un marido en paro. Como ella. Su situación personal se torció hace años y les colocó al borde del desahucio , hasta que Cáritas les tendió una mano. Igual que a Fanny , que saca adelante en solitario a su hija Ainhoa, y que también acudió a Cáritas cuando la crisis las atrapó . «Estábamos desesperadas», confiesa. Ahora, ven la luz y la esperanza. Ambas compartieron este martes acto con la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que firmó con el director Diocesano de Cáritas Madrid, Luis Hernández , la renovación del convenio por el que la Agencia de Vivienda Social les cede 176 pisos.

Los pisos que la Comunidad cede a Cáritas son después destinados por esta entidad a aquellas familias que consideran en una mayor situación de necesidad. Según datos aportados por Luis Hernández recordaba este martes que en la región ya un 16,2 por ciento de la población, casi un millón de personas, en situación de exclusión social. Un valor seis puntos más bajo que en 2013, pero aún muy preocupante.

Para tres de cada cuatro personas en este caso, la vivienda es uno de los problemas: hay 167.000 hogares en situación de hacinamiento , 7.000 en un entorno degradado y en barrio conflictivo y 315.000 por debajo del umbral de la pobreza severa una vez pagados los gastos de la vivienda.

La Agencia de Vivienda Social, dependiente de la consejería de Vivienda que dirige David Pérez , aporta su grano de arena, «no dando la espalda a quellos que tienen dificultades para incorporarse al bienestar general», señalaba Díaz Ayuso. El convenio renovado este martes comenzó a funcionar en 2012, y supone ceder 176 viviendas a Cáritas para destinarlo a familias necesitadas.

Como la de Loubna, que encontró a través de Cáritas una salida a su difícil situación personal en 2012, cuando estaba al borde del desahucio. Ahora, paga 53 euros de alquiler, y sobrelleva gracias a eso la escasez de recursos con los que subsisten en su casa ella, su marido y sus tres hijos. «¡Qué más quisiera yo que llegar a pagar una vivienda en el mercado libre!» . La ayuda de Cáritas no se limita a la vivienda, sino también al acompañamiento: «Cuando llega algún recibo imprevisto, por ejemplo».

Cáritas es el nexo de unión entre el caso de Loubna y el de Fanny. Esta mujer, menuda en lo físico pero una gigante en coraje, llegó desde Colombia, de donde salió en 1999 perseguida por la guerrilla por su labor entre los niños de las montañas. Aquí tuvo a su hija, Silvia Ainhoa, de la que se hace cargo en solitario desde que cumplió 4 años. Ahora tiene 16, y ya colabora con Cáritas como voluntaria.

Al principio, Fanny se fue defendiendo: «Cuando llegué a España había trabajo, pero luego llegó la crisis y todo fue mal». Estabaa, confiesa, «desesperada» cuando acudió a Cáritas. Allí ha conseguido ayuda social, psicológica y jurídica, y «hasta talleres donde hice el curso de auxiliar de geriatría». Con el título ya en la mano, obtuvo trabajo en una residencia. Y vuelve a respirar: «Puedo cubrir mis gastos».

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