Coronavirus
Madrid sin puente: «Es solo disuasorio, cerrar la ciudad es como poner puertas al mar»
Los controles, extendidos hasta el próximo lunes, continúan ejecutándose de igual manera: dinámicos y con un claro reparto de demarcaciones
La Comunidad de Madrid cerró ayer sus puertas, «pero al mar [sostiene un agente] no se le pueden poner puertas». La comparativa es a título individual. ¿Su significado? Fiel reflejo del sentir general. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad llevaron a cabo el primer día de blindaje perimetral de la región, en el marco de un operativo que mantiene aisladas a todas las comunidades autónomas, a excepción de Galicia, Extremadura, Canarias y Baleares. Así, bajo el propósito de evitar la transmisión del Covid-19 entre territorios, cerca de 3.500 agentes de todos los cuerpos implicados (Guardia Civil, Policía Nacional y los efectivos locales aportados por los municipios) se echaron a la calle para intentar que nadie saliera de Madrid en la primera jornada del puente de Todos los Santos.
Pero lo cierto es que controlar a los más de 6,6 millones de habitantes que presenta la Comunidad de Madrid es, en la práctica, una tarea imposible. «Es una medida disuasoria, similar a las que se han venido implementando», señalan a ABC fuentes policiales vinculadas al dispositivo. Los filtros, extendidos hasta el próximo lunes, continúan ejecutándose de igual manera: dinámicos y con un claro reparto de demarcaciones. La Policía Nacional y el resto de cuerpos locales vigilan los núcleos urbanos, mientras que los funcionarios de la Benemérita se encargan del cribado en la carretera.
Las mismas fuentes inciden en que los «checkpoints» siguen siendo itinerantes, es decir, los agentes están desplegándose en distintas horas y lugares a fin de «evitar el colapso» en una urbe que registra a diario cerca de dos millones y medio de desplazamientos. Pese a que el foco principal está puesto en las grandes vías (A-1, A-2, A-3, A-4, A-5 y A-6), los profesionales avisan: «Que nadie se piense que está a salvo de esquivar las restricciones». Dentro del nuevo escenario, ayer a mediodía, el flujo de tráfico en estas autovías no presentaba grandes variaciones respecto a viernes anteriores.
En la A-2, este periódico pudo comprobar que el paso de Madrid a Guadalajara estaba despejado, al menos, en las horas centrales del día. En Azuqueca de Henares, la primera localidad castellano-manchega que se abre paso por esta arteria, la tranquilidad fue la tónica reinante. «Está todo muy tranquilo, aquí hay mucha gente que trabaja en Madrid y no creo que hayan tenido problemas», señalaba Rocío, de camino al colegio para recoger a su hija.
El previsible éxodo de madrileños tampoco parecía importar en demasía a los vecinos de este enclave. «Eso ocurre más en las zonas de la sierra de Guadalajara, Las Castillas...», advertía un grupo de jóvenes. Mientras la conversación fluía por otros derroteros, uno de ellos disipaba las dudas de su novedoso interlocutor: «Las Castillas es una urbanización muy grande que está plagada de madrileños». En una pequeña plaza, ubicada frente al edificio del Ayuntamiento, José Luis apuraba el pequeño descanso que le ofrece su nueva situación de jubilado. «Yo no he salido, pero mi hijo ha tenido que ir a hacer una gestión a Alcalá de Henares y no ha tenido ningún problema», exponía.
El vaivén de normas implementado en las últimas semanas ha tornado en confusión, más si cabe, con la falta de margen a la hora de anunciar la entrada en vigor de las mismas. «No sé si en Castilla-La Mancha empezaba ayer a medianoche o a partir de las 6, la verdad es que nos tienen mareados», remarcaba Nuria, a medio camino entre la indignación y el hastío.
En esta tierra, la medida ha sentado como un tiro a los empresarios del sector turístico y hostelero. La catalogan de «desastre», dada la imposibilidad de que se desplacen hasta allí los visitantes madrileños, principal mercado emisor de la región. Precisamente, su delegado del Gobierno, Francisco Tierraseca, anunció el jueves que la mayor parte de los controles se iban a montar en los límites territoriales que las provincias de Guadalajara, Cuenca y Toledo comparten con Madrid.
Las alarmas, en Castilla y León, la otra comunidad vecina, saltaron esta misma semana. Las denuncias por incumplir el toque de queda en Ávila se multiplicaron por diez el jueves, debido, fundamentalmente, a la huida de ciudadanos madrileños a segundas residencias. La mayor parte de las propuestas de sanción fueron interpuestas en un control situado en el cruce del municipio de Sotillo de la Adrada, punto de anclaje entre la M-501 y la CL-501.
En ese sentido, los viajes por carretera en las salidas de Madrid subieron el jueves un 16 por ciento respecto al mismo día de la semana anterior, según señaló a Efe la Dirección General de Tráfico (DGT). Con el dispositivo en marcha, este organismo ha levantado las restricciones a los camiones que habitualmente establece en este tipo de puentes, ya que sus rutas se consideran imprescindibles para el abastecimiento.
El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, reconoció que el día previo al cierre perimetral hubo un aumento en el número de salidas «mientras era factible». El objetivo ahora es evitar que la situación se reproduzca. Y a tenor de lo relatado por los agentes, no será fácil conseguirlo.
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