Confinamiento en Madrid
Caos en los barrios de Madrid: «Los que mandan no saben lo que hacen»
Restaurantes sin comensales, taxistas que «mendigan» clientes, vecinos que no saben por dónde transitar... La ciudadanía está harta de los vaivenes en la imposición de restricciones sanitarias
Confinamiento Madrid: las ciudades, pueblos y zonas con restricciones
Estado de alarma, última hora en directo
Cuesta asumir que la nueva normalidad comienza a ser la única forma de vivir en las calles. La de Alcalá, eje de esa vibrante actividad comercial que otrora marcaba el pulso de Ciudad Lineal , mostraba ayer esa rutina de negocios a medio gas, ... barras de bar vacías y distancias de seguridad. En ese caos ordenado que habita Madrid desde hace meses, la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) de no avalar el confinamiento total de la capital, y de otros 9 municipios de la región, se recibe con tanta indiferencia como incompresión. Y no deja siquiera margen para la esperanza.
«Eso es lo que más cuesta asumir, que ya no sabemos siquiera lo que nos van a obligar a hacer al día siguiente. Estamos sumidos en una incertidumbre constante », contaba ayer a ABC, desolado, Jorge Jáuregui al otro lado de la barra del restaurante J5. Un lugar emblemático para los vecinos de este tramo de la calle de Alcalá, pegado a Arturo Soria, fundado hace medio siglo por el hostelero Juan Gómez. «Ayer cumplimos 50 años en el barrio y lo único que hemos podido celebrar es la colocación de una placa en la puerta. Mira cómo está la sala...», dijo señalando las mesas vacías .
La decición del TSJM en nada cambia la dura situación que atraviesan. «Más bien lo contrario. Han cancelado varias mesas para este fin de semana , imagino que porque los clientes habrán valorado la posibilidad de hacer puente. Pero como todo puede cambiar, no descarto que esto se anime un poco más durante el sábado y el domingo», deseó. «Mira cómo estaban antiguamente las barras», indicó sobre una de las decenas de fotos en blanco y negro que decoran las paredes de este local. «Estamos expectantes a ver si mañana cambian las medidas. Si volvemos al confinamiento por zonas, estamos también fastidiados», dijo en referencia a la zona de salud básica de Doctor Cirajas que linda con la calle Alcalá y que podría volver a sufrir las restricciones impuestas por la Comunidad el pasado 18 de septiembre. «Hoy por hoy estamos igual y cerraremos a las 23 horas. Pero con eso, no hacemos nada. En todo el día llevo atendidos solo a 15 clientes», lamentó.
A pocos metros de la puerta de este establecimiento, una larga cola de taxis permanecía estática a la espera de usuarios que no llegaban nunca. Los conductores, apoyados en sus coches, trataban de matar el tiempo hablando entre ellos. «Esto es mendigar. No hay trabajo y estos días deberíamos estar haciendo viajes sin parar a estaciones y al aeropuerto. No entra trabajo ni por emisora», expuso David Rodríguez. « No hemos notado aún más movimiento de viajeros porque se haya levantado el confinamiento de la ciudad, pero es lo que esperamos y deseamos, porque así no hay manera de hacer una caja medio decente. Trabajamos toda la jornada, 15 horas, para hacer 50 euros. Estamos en la calle porque es mejor que estar en casa, pero así no podemos seguir», añadieron sus compañeros Javier Parro y Rubén Sánchez. Los tres coincidieron en que lo peor es el «miedo» que genera en la gente la actitud de los que «nos mandan». «Parece que no saben lo que hacen», concluyen.
Tatiana, una agente de viajes —prefiere no indicar el nombre comercial de la compañía ni su apellido—, reconoció el interés creciente de la gente por «huir» de Madrid desde que trascendió la decisión del TSJM. «Esta mista tarde he recibido una llamada preguntando por un viaje a Canarias», explicó. «Sin embargo, no es tan sencillo. Las compañías aéreas están teniendo problemas para cerrar sus vuelos por falta de pasajeros y las cancelaciones están a la orden del día», explica desde su local, en la calle Gutierre de Cetina. «Algunos llaman simplemente para saber si pueden o no viajar, el caos informativo y el miedo reinan desde hace meses», criticó. «Ahora deberíamos estar haciendo las semanas más fuertes con el Imserso. En barrios con población mayor como este, era una gran fuente de trabajo. Y mira cómo estamos, peleando por un —y recalcó, “un”— viaje a Canarias. Es muy triste», confesó.
«Mejor que nos cierren»
La incertidumbre y el malestar también terminaron por explotar ayer en Puente de Vallecas , otra zona caliente de esta segunda ola del coronavirus y foco de las últimas restricciones. Los vecinos, comercios y locales han sufrido limitaciones desde hace tres semanas, cuando nueve de la decena de áreas sanitarias del distrito fueron «confinadas». Ayer, después de conocer la decisión judicial, algunos creían poder tomar algo de oxígeno, pero el alivio en su precario tejido empresarial duró poco. «Al principio creíamos que podíamos abrir hasta la una de la madrugada, pero si volvemos a las zonas sanitarias tendremos que cerrar una hora antes. Esto es un barrio obrero, a partir de las ocho viene la gente que sale de trabajar. Si restringen de esa manera, mejor que nos cierren directamente », declaraba Serafín Díaz, de 65 años, tras la barra inservible de su cervecería Ven y Verás.
Hace tres años que regenta el local, en pleno bulevar de Peña Gorbea, y en las últimas semanas solo coloca una decena de mesas en la terraza. En el interior, el aforo ha quedado reducido a 27 personas. «Pero sin barra y manteniendo la distancia de seguridad, solo puedo meter a diez», señalaba. Regresar al escenario anterior significaría rematar la crítica situación de la hostelería del barrio . «No están tomando las medidas acertadas, de seguir así vamos a cerrar», confesaba Díaz, que se arrancó a enumerar la lista de gastos: 3.500 euros de Seguridad Social de sus seis empleados, 700 euros de luz, 200 euros de gas... En total, alrededor de 8.000 euros mensuales de los que no puede escapar. «No nos va a matar el bicho, pero nos van a matar de otra manera», zanjaba.
Si bien el clima acompañaba, el (normalmente concurrido) bulevar estaba prácticamente desierto; las terrazas, semivacías, y varias casetas de feria , sin clientes. «No entiendo nada de lo que están haciendo. Si vuelven a lo de antes, a nosotros nos matan, la gente no sale porque tiene miedo», afirmaba una de las comerciantes, Pilar Villarino, que apenas atisbó las noticias en un descanso de unos minutos. Con las ferias canceladas desde marzo, este rincón vallecano le permite seguir mostrando su trabajo de artesanía. Mostrando, que no vendiendo. «Un día puedes hacer 100 euros, ahora estamos en 20 euros, así no cubres gastos. Hoy nos acabamos de estrenar con 17 euros , y llevamos desde las once de la mañana», escenificaba.
En la misma vía, un pequeño herbolario cumpliría dos años este noviembre, si las restricciones le permiten levantar cabeza. «Tengo clientes de Moratalaz, Ensanche de Vallecas, entre otros, que no podrán venir», contaba Carlos Ubierna, de 39 años, que ya dejó de recibir visitantes con las primeras limitaciones de movilidad , unas medidas que considera «absurdas». «Puedo venir a trabajar a un barrio confinado, pero luego puedo salir y visitar a mis padres en otro», criticaba. El enfado ha calado.
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